ALHACÉN
Alhacén: ¡Kaveh!¿Qué demonios te pasa?
Kaveh se está comportando de una manera preocupante, así que le fuerzo a hablar a ver si puedo ayudarle.
Kaveh: ¡Alhacén!¡¿Esque no ves que me gustas?!¿No ves que siempre estoy aguantando tu forma de tratarme, aunque sea horrible, para estar contigo?
Me quedo paralizado. Creo oír un fuerte portazo, pero me da igual. ¿Yo?¿Yo le gusto a Kaveh?
Entonces mis rodillas dejan de funcionar, y me caigo en el sofá. Recuerdos antiguos que creía haber olvidado empiezan a llegar a mi mente.
*HACE AÑOS*
Alhacén acaba de entrar en la Academia de Sumeru. Está muy emocionado: nuevas clases, nuevas oportunidades y nueva gente.
Pasan los días y, algunas personas se acercan a hablar con él. Hace bastantes amigos. Pero entonces, un chico entra por la puerta. Lo primero en lo que se fija Alhacén es en la Visión Cryo que cuelga de su cintura. Tiene el pelo blanco y parece muy reservado.
No sabe qué es, pero en ese chico hay algo que le llama la atención.
Con los días, se va acercando a él. Le va conociendo y se hacen amigos. Alhacén siente algo que nunca antes había sentido.
Un día queda con su amigo, y pasan el tiempo hasta tarde, así que acaban contemplando el atardecer en una colina cercana al Jardín Dhyai. Ante tal espectáculo, el amigo de Alhacén le cuenta que está en un estado grave de eleazar, y le enseña su piel.
Alhacén se entristece mucho, tanto que empieza a llorar, ya que sabe lo que eso significa. Así que decide que es mejor arrepentirse de haber hecho algo, que arrepentirse de no haberlo hecho.
Y le besa. Y una explosión de emoción llena su corazón, y parece que el de su amigo también.
Poco después, un profesor de la Academia les dice a todos, con gran pena, que ha muerto, y desde entonces, el corazón de Alhacén ya no siente nada igual.
...
Me despierto del trance todo sudado y empapado en lágrimas. Decido salir a dar una vuelta y airearme un poco. Esos momentos de mi vida fueron los más alegres, pero también los más tristes de todos.
Al cabo de un rato de haber estado paseando por las afueras de Sumeru, unos eremitas aparecen y me acorralan, están liderados por Dori, que aparece de detrás suyo.
Dori: Hola, Alhacén. Qué bien encontrarnos... Cómo desearía que Kaveh apareciera para verte.
Yo no tenía ganas de jugar, así que me dispuse a atacar con mi poder Dendro, pero de repente un eremita salido de quién sabe dónde me arrancó mi Visión. Entonces empecé a asustarme.
Alhacén: ¿Qué quieres, Dori?
Dori: Ya sabes lo que quiero. Quiero mi dinero de vuelta. Si Kaveh no me paga, entonces me conformaré con acabar con él y quedarme su Visión. Quién sabe cuánto pagarían algunos por tenerla...
Alhacén: Je, eso no va así. La Visión solo puede ser usada por su portador original, o por alguien a quien este se la haya dejado.
Dori: Aún así, te usaré para atraer a Kaveh. Seguro que, tratándose de tí, sí que viene...
Maldita sea. Estoy sin poderes, acorralado, y poniendo en riesgo no sólo mi vida, sino que la suya también.
*UN RATO DESPUÉS*
Alhacén: ¡Kaveh!¡Kaveh, ¿dónde estás?!
Kaveh: ¿Alhacén?¿Qué pasa?
Dori me ha obligado a gritar su nombre por todas partes para encontrarle, pero con su banda siguiéndome de cerca, para atrapar al pobre Kaveh. Desearía haber podido reaccionar antes en mi casa.
Kaveh me ve y pone una cara de tristeza y confusión al verme.