—Debe ser una broma —exclamó el ahora supuesto dios del sol. Si bien, comprendía que Atenea, en su momento de debilidad causada por la Caja de Pandora ni mucho menos después de su muerte, no pudo haber sido capaz de traer todo su cuerpo, mucho menos sus poderes en su máximo potencial. Esperaba mucho más de su "compañero" de travesía. En vez de tener a su lado un aventurero, un explorador y hasta en las mejores de las suertes, un guerrero, tenía a su lado una niña pequeña y escuálida de casi 10 años de edad.
Helios observó detenidamente a la niña pequeña. Llevaba un largo vestido celeste y blanco. Sandalias color marrón. Una vincha celeste la cual ayudaba a que su cabello no pudiera caer sobre su rostro. Su cabello era de un color marrón intenso, corto y terminaba casi a punto de llegar a sus hombros, formando así unas adorables ondulaciones.
Ella estaba profundamente dormida sobre la nieve. Al parecer, ni siquiera se había percatado de su presencia o si quiera en donde se encontraban.
—Esta niña se va a romper —expresó Helios disgustado, maldiciendo por lo bajo a su prima hermana, la difunta diosa de la sabiduría.
Los ojos de Helios vagaron por el lugar en donde ambos se hallaban. Estaban en un bosque, "acostados" en la orilla del río y, por más irónico o chistoso que sonara, era de noche y para colmo, estaban rodeados de nieve. Sus poderes, o lo poco que conservaba, se habían debilitado considerablemente.
—Grecia está perdida —dijo Helios deprimido. Pensando si realmente volver a la vida había sido una buena opción. Tal vez estaba mejor estando muerto y siendo un dios olvidado.
El dios volvió a enfocar su mirada en la joven niña ante la repentina aparición de ruidos provenientes de ella.
La descendiente del fantasma de Esparta comenzó a despertarse lentamente, bostezando para después limpiar la suciedad que habitaba en sus ojos.
—Bueno- al menos estas despierta —comentó Helios al notar como su compañera poco a poco se despertaba.
La niña espartana abrió los ojos como platos al encontrar que no estaba en su casa y que, para su desgracia, sus padres no estaban a su lado. La muchacha dirigió su mirada a su costado, encontrándose con la cabeza de un hombre blanco, de cabellos castaños claros, ojos marrones, unas grandes ojeras y una corona dorada de laureles que adornaba su cabeza.
—Hola —saludo vagamente el dios.
Por supuesto, el grito agudo de una niñita asustada por presenciar una cabeza decapitada no se hizo esperar.
La niña rápidamente se paró del suelo y, al intentar correr, se tropezó con su vestido, volviendo a caer.
—Si tan solo Hebe estuviera aquí. —expresó el dios con malestar y desgano. Los niños nunca fueron su fuerte, mucho menos sus seguidores más vitales, por ende, siempre había pasado de largo de estos. ¿Quién diría que ahora debía depender de uno? —Niña. Escucha atentamente, no voy a hacerte daño, tampoco es que pudiera hacerlo en primer lugar. Si prometes escucharme atentamente y no hacer el más mínimo ruido te diré todo lo que desees saber —explicó el dios del sol con mucho cuidado y paciencia, sobre todo paciencia. La necesitaría bastante si en toda su travesía iba a tener que tratar con su compañera.
Calíope se dio vuelta, observando como aquella extraña cabeza la seguía mirando, esperando a que ella dijera "sí" para poder comenzar con sus explicaciones. La hija de Kratos volvió a observar a su al rededor. Solo eran ellos dos y nadie más. No parecía haber gente cerca o al menos, casas. Estaban en el medio del bosque casi a obscuras, exceptuando por la tenue luz que les brindaba la luna.
Calíope asintió lentamente con la cabeza.
—Eso es un avance. —reconoció Helios en voz baja —Soy Helios, dios del sol. —volvió a presentarse el ser decapitado, esperando a que la niña pudiera entender el mensaje subliminal; era su dios, de su cultura, de su ahora muerta nación. Los dos, de alguna extraña manera, eran un equipo y luchaban por una misma causa: volver a casa —Ambos fuimos revividos con el objetivo de traer de vuelta a Grecia, la cual como ambos sabemos, fue destruida hasta los cimientos. Si logramos llegar a Grecia y con suerte encontramos algo que alguna vez los humanos hayan venerado de mí. Nuestra nación volverá a resurgir.
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Eclipse // God of War
FanfictionHelios es el único dios griego que ha quedado en "pie" o al menos, que sigue preservando su vida. Por consecuente, se ha convertido en la última esperanza de su pueblo para volver a traerlo a la vida. No obstante, y por causas del caprichoso destino...