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–Oye, Lucius— El mayor voltea a ver al que anteriormente le había hablado.

—¿Qué sucede Regulus?– Respondió volviendo su mirada al libro que tenía en manos.

—¿Sabés si algo le sucedió a Dahlia?, eh notado que no ha estado yendo al comedor estos últimos días—Termina de decir el joven, el rubio lo mira con una ceja levemente levantada. —¿Porqué preguntas Black?

—Solo... es algo preocupante que no vaya a comer, siquiera para el desayuno—El chico mostró un poco de su preocupación

—No sabía que eras amigo de Snape, ¿Es por eso que te preocupa esa mestiza?—El rubio levanta levemente la vista, viéndolo por encima de su libro

—Solo lo hago porque es raro que alguien no se presente a comer durante días–Dice Regulus.

—Si te soy sincero Regulus, no me importa lo que suceda con esa mestiza, no es mi amiga o de sangre pura como para que me preocupe por ella–Dice el rubio viendo como el más joven se para y sale de la sala común sin decir una palabra.

Regulus caminaba a la biblioteca, aún algo sorprendido por su conversación con Malfoy, pensaba que podía preocuparse un poco por lo menos.
Al entrar nota la presencia de Snape sentada y leyendo un libro de lo que supuso era de pociones, de lo cual la chica era una gran fanática.
Se acercó lo más tranquilamente que pudo y casi sin ser notado por la pelinegra, al estar a su lado comenzó a hablar.

—Oye Dahlia– dijo el black, al instante la chica volteo a verlo esperando que siga hablando, Regulus al ver qué tenía su atención siguió hablando. —Eh notado que no estás yendo a comer en el comedor... Y me preguntaba, ¿Comes algo cuando no vas allí?— Dijo el de pelo enrulado  algo impaciente por la respuesta de la mayor, que solo lo miro con una ceja levemente levantada.

—No veo porque lo que hago tiene que ser asunto tuyo Black—Dijo la pelinegra, con un tono de asco al mencionar el apellido que tanto odiaba.

—Es que es algo preocupante que alguien no asista a el comedor, además nadie te ve hasta que comienzan las clases– Dice el chico intentando muy patéticamente esconder sus preocupaciones.

—Escucha Black, no me importa si te preocupas por mi, si no quiero ir al estupido comedor es mi problema– La chica se levanta y aparta al chico con un ligero empujón en el hombro, saliendo de la vieja biblioteca con la mirada de Regulus en su espalda.

Regulus apretó ligeramente su puño, quería ir detrás de ella y detenerla, pero sabía que si lo hacía estaría en grandes problemas, solamente pudo seguirla con la mirada hasta que ya no pudo verla.

Cualquiera que viera a Snape en ese momento podría decir fácilmente que la furia recorría todo su rostro, se podía notar desde lejos la manera en la que caminaba a paso apresurado e iba apretando con fuerza el libro que tenía en una mano, nunca nadie la había visto se esa manera, ni siquiera con las bromas de los merodeadores.

La chica miraba a todo aquel con el que se cruzará con furia, el tan solo hablar con alguien de la familia Black la hacia enfurecer, nunca se había llevado bien con el mayor de los herederos Black, y mucho menos se llevaría bien con el menor de ellos, Regulus, el insufrible Regulus, como ella solía llamarlo sin que nadie lo supiera, desde el primer año en el que llegó el joven intento entablar una amistad con la posionista, lo cual ella odiaba.

Nunca se le había hecho fácil hacer amigos, y no es como si los Slytherin fueran muy amables con ella, así que cuando el Black insistió en ser su amigo no tuvo más opción que aceptar, igualmente nunca le hablaba y hasta algunas veces ni siquiera recordaba que era amiga de el.

James estaba en su cuarto, ese día no teniando clases al ser sábado, anteriormente sus amigos lo habían invitado a ir a Hogsmeade, se negó apesar de las insistencias. No quería salir de su cuarto en todo el día, y siquiera comió un par de bocados; los últimos días no pudo dormir, ya que al instante en el que cerraba los ojos se le venía a la mente Dahlia, la chica pelinegra y de nariz encorvada, ya no podía pensar en otra cosa que no fuera ella, ni cuando estaba enamorado de Lily le pasaba eso.
Y hablando de eso, hace tan solo dos días se dio cuenta que lo que pensaba que era amor solo era una tonta obsesión hacia la pelirroja, pero claro, aún no se lo había contado a nadie; no tenía con quién hablarlo, tenía a sus amigos pero no creía que fueran a entenderlo como el quería que lo hicieran.

Cambiando de tema, podía escuchar como los jóvenes alumnos de primer año hablaban de alguien en específico, Dahlia y del como estaba furiosa por algo, la mayoría pensaba que tal vez por una broma o que tal vez le había salido mal alguna poción que estaba asiendo, después de todo hasta los más pequeños del gran colegio conocían de las abilidades de la chica con las pociones y del como destacaba entre todos los alumnos, incluso los más avanzados.

No recordaba que Sirius le hubiera dicho algo de alguna broma hacia la chica, aún que como había estado los últimos días no creía que le fuera a contar nada, después de todo ya no hablaban como solían hacerlo, ni siquiera en el desayuno, cuando están más escandalosos y charlatanes.

James se levantó de su cómoda cama y salió de la habitación en busca de Dahlia, tenía que disculparse sinceramente y evitar no quedar petrificado en el intento.

Dahlia caminaba a paso apresurado por los pasillos de Hogwarts, sentía como todos la estaban viendo y eso no le gustaba, aún que podría suponer que la miraban por su mal humor, algo muy común pero que ese día resaltaba más de lo normal.

Apenas giro en la esquina del pasillo que ya estaba vacía, la gran mayoría de alumnos en estos momentos debían estar en Hogsmeade.
En el instante en el que doblo la esquina su brazo fue tirado con fuerza y fue encerrada en uno de los tantos salones que estaban abandonados.

Cayó al frío y sucio suelo con fuerza y al instante escucho una maldición por lo bajo, reconocería esa voz donde fuera, era el imbecil de Potter.

—¡¿Que demonios quieres Potter?!– Grito mientras se  levantaba velozmente y apuntaba su varita hacia donde creía que venía la voz, pero al ver bien, no encontró a nadie, en su campo de visión no podría ver a nadie, por lo que bajo su varita levemente confundida.
—¿Lo habre imaginado?–Dijo al aire con un pequeño suspiro al final.

—Oye, Snape–Una voz se escuchó detrás de la chica, volteo rápidamente por el miedo y le dio un puñetazo al que estaba detrás de ella.
Se escuchó un quejido de dolor y alguien cayendo al suelo.

La posionista miro atentamente a la persona tirada frente a ella, el idiota de James.
—¿Potter?– Dijo en un ligero susurro, frunció levemente el ceño y le dio una patada al de rulos.
—¿Por qué mierda me encerraste aquí contigo?–La chica estaba claramente enojada y el chico aún no hablaba, parecía que le había dolido la patada.

—¡Espera!, no me pegues otra patada, déjame explicarte—Dijo el chico con rapidez, casi sin entenderse lo que decía.

La pelinegra levanta levemente la ceja en espera de la explicación—Habla rápido imbécil–

El moreno se levantó con algo de dificultad, le habían dado una fuerte patada y le dolia como el demonio.
—Te traje aquí para disculparme por todo lo que te hice, las bromas, bueno no eran tan bromas y ahora lo se, la mayoría de las veces salías lastimada, eh pensado demasiado en esto y quiero recapacitar por eso me disculpó–Dice el chico, algo nervioso y espectante por la respuesta de la chica.

La pelinegra lo miro sorprendida, sin saber que decir o hacer —Y-yo– dice la pelinegra intentando decir algo.















Por fin lo termino, pensé que nunca lo haría.
Una disculpa por la demora.

𝑆𝑛𝑎𝑝𝑒 𝐼𝑠 𝐴 𝑇𝑟𝑎𝑛𝑠𝑏𝑜𝑦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora