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Desorden

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Unos latidos es lo primero que escucho al comenzar a despertar. Son tan tranquilos que el sonido me parece simplemente magnífico. Complementando perfecto con la respiración tranquila de él que parece estar en el quinto sueño, mientras yo estoy sobre él con media cara contra su pecho.

¿Qué carajo…?

Cierro de nuevo los ojos, acurrucándome más al cuerpo de Damon, que me pega más a él y no me molesta. No es como el día pasado, esta vez solo quiero seguir aquí, aunque bueno, no puedo estar todo el puto día tirada en una cama.

Sin embargo, parece ser solo un instante de conciencia porque me quedo dormida de nuevo quien sabe cuánto tiempo hasta que siento el cuerpo de Damon moverse lentamente, como si evitara que despertara, aunque abro un ojo demostrándole que no sirvió de mucho su sigilo.

—¿Qué hora es? —es lo primero que pregunto y me mira en silencio para revisar la hora en su celular que está en la mesita de noche.

—Son las… ¿8am? —lo miro frunciendo el ceño—. Me estarán jodiendo —dice con voz arrastrada.

—Me duele la puta cabeza —me quejo contra la almohada.

—Te crees que a mí no —se echa a mi lado de nuevo, suspirando—. Mierda. No hemos dormido absolutamente nada.

—Solo cuatro horas.

—¿A qué hora nos dormimos? —me pregunta.

—No lo sé —hago memoria y me rio—. Solo recuerdo que íbamos a follar y te desmayaste de lo ebrio que estabas.

—No recuerdo eso. Uhm, como sea —su brazo pasa por encima de mi cintura, atrayéndome a él—. A dormir.

Su afecto tan natural se me hace muy extraño y muy fuera de lo que estoy acostumbrada. ¿Ahora que va a suceder? Porque amigos no seguiremos siendo.

Trato de seguirlo haciéndome bolita mientras me abraza, paso por alto mi dolor de cabeza, pensando es esto y de la nada quiero soltarme y alejarme, pero me gusta tanto estar así que choco en mi mente enojándome.

Odio está contradicción. Me gusta, Damon me gusta, me gusta su toque, su presencia, su calor, su forma de ser, no obstante, en este momento estoy confundida ¿Es normal? Solo quisiera un poco de espacio para pensarlo.

Siento que es muy repentino. Muy rápido. Hace poco estábamos en su departamento peleando y hoy así…

Una punzada en mi cabeza corta el hilo de mis pensamientos y respiro buscando relajarme, sin embargo, el aire me comienza a incomodar.

Quiero irme.

—¿Sigues despierta? —asiento—. ¿Y si quieres dormir?

A veces me preocupa que parece leer mis pensamientos.

—Mmm… pues no —me separa de él y me mira.

—¿Qué pasa?

—Nada —miento—. Solo me duele mucho la cabeza. ¿Sabes si hay pastillas? —mira a otro lado moviendo la cabeza y niega.

—Déjame buscar.

—No tranquilo —me incorporo—. Voy a ver si consigo alguien con vida afuera —medio sonríe con mi comentario.

—Igual voy a buscar porque también necesito.

Le hago señas de que está bien, abriendo la puerta y saliendo del cuarto, encontrándome con Sandra y Erick en el pasillo. Ambos sentados en el suelo, uno frente al otro; él con un vaso y ella con una botella de Whisky prácticamente vacía.

Pisando los erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora