Capítulo 07.

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Han pasado menos de tres semanas desde el encuentro con los Seos en la casona Choi.

Changbin y San consiguieron sellar un acuerdo que promete ser formidable, y merece ser conmemorado con grandeza. Es por eso que Jisung se prepara con entusiasmo para la celebración que se llevará a cabo en los exuberantes jardines de la majestuosa residencia de los Seos.

Sin embargo, su entusiasmo se desvaneció repentinamente cuando sintió cómo su almuerzo amenazaba con regresar por su esófago, indicando que no le sería permitido disfrutar de la velada.

– Señorito Han... ¿se siente tan mal? ¿No preferiría quedarse en casa? – preguntó el chico pelirrubio que, desde su matrimonio, ha servido como su dama de compañía. – No puedo creer que haya enfermado en mi ausencia. ¡Le hice saber mi descontento por obligarme a tomar esas vacaciones!

– N-Necesitabas ver a tu familia... – respondió con dificultad.

– Pero usted es mi responsabilidad, señorito Jisung... Usted también es parte de mi familia – declaró con vergüenza, consciente de que decir algo así era absurdo. Él provenía de una familia pobre, y Jisung simplemente había tenido lástima de él y lo había acogido en su casa. – ¿Quiere que vaya por algún medicamento para su enfermedad?

– Y-Yo n-o... – otra arcada interrumpió su respuesta. – Yo no estoy enfermo, Félix – le informó con voz entrecortada. – Estoy embarazado.

Félix pasó de una mirada de preocupación a una de terror.

– ¿É-Él lo obligó? – había hablado muchas veces del tema con su señorito y era plenamente consciente de que no deseaba hijos, al menos no con el señor Choi.

Jisung sonrió.

– No.

– ¿Usted quiso? – preguntó realmente confundido por la situación.

– Es del capataz de la finca – soltó.

Convenientemente, se encontraba cerca de uno de los sofás de la habitación. De lo contrario, habría caído dramáticamente al suelo.

– Señorito... no puede ser cierto... ¡Si el señor San se entera, podría hacerle mucho daño!

– Es por eso por lo que no lo sabrá nunca. – sonrió, mostrando orgullo.

Félix estaba atónito, pero decidió apoyar y cuidar del señorito que le tendió una mano a él y a su familia cuando creyó que todo en su vida estaba perdido. Independientemente de la opinión que pudiera tener alguien más, para Félix, Jisung era un ángel que lo salvó en su peor momento.

– Félix. – llamó Jisung, retomando nuevamente la palabra.

– ¿S-Si?

– Tengo una misión especial para ti esta noche.


(...)


Para Minho, el sexo es solo eso, sexo. No hay necesidad de complicar las cosas con sentimientos o expectativas de algo más. Él prefiere vivir el momento y luego seguir adelante sin mirar atrás. Sin embargo, en el fondo sabe que su primer amor siempre ocupará un lugar especial en su corazón, a pesar de que ya no estén juntos. Esa historia fue diferente, única, y aunque haya tenido otras experiencias desde entonces, ninguna ha logrado igualarla en intensidad o significado.

Quizás un día Minho encuentre a alguien que lo haga cambiar de opinión, alguien que despierte en él emociones más profundas que el simple deseo físico. Hasta entonces, seguirá disfrutando de su libertad y de sus encuentros casuales, sin preocuparse por el mañana ni por lo que pueda venir después.

El Capataz [ Minsung ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora