Brick by boring brick

76 7 4
                                    


Buenas.

A desafiarme a publicar diario hasta acabar.

Disfruten.

.

.

.

— Gracias por traerme, señor Gotoh— Se despidió Gon, con las manos llenas de cosas además de la mochila que le colgaba de un hombro— Los veo mañana, amigos.

— Mientras no enseñes las fotos de nuestro día en la playa a Hisoka. Ten cuidado con eso.

— Killua, eso no...

— Gon, apresúrate— Pidió Kurapika, desde el interior del auto— Llevas muchas cosas, ten cuidado de no tropezarte.

Como si decirlo fuera una predicción, a Gon se le empezaron a caer sus tesoros.

— ¿Tenías que traerte tantas conchas de mar?

— A Mito-san le gustan, Killua. ¡Hasta luego!

El aire cargado de energía se apagó momentáneamente ante la salida del pelinegro. Con Gon fuera, el coche se sentía más espacioso de lo que era. Kurapika, el último pasajero, lucia más relajado.

— Que día.

— Gon se ha llevado toda una colección, podría vender collares de conchas con esa cantidad que se trajo. ¿Por qué no lo has hecho tú?

— No estoy interesado en esas cosas.

— Oh— Killua ojeo al rubio, esbozando una sonrisa maliciosa— ¿Te dieron algo mejor esos hombres que pedían tu número, linda rubia?

— No empieces, he pasado toda la tarde explicándome— Kurapika se masajeo las cienes, harto por la docena de hombres que lo abordaron confundiéndolo con una mujer, le sorprendía el descaro de las personas al hacerle tamañas proposiciones al aire libre.

— Es tu culpa por andar con camisa— Killua apunto la camisa de cuadros color amarillo, cuyos primeros botones estaban sueltos ante el calor que pesaba en el cuerpo del rubio, por más que el aire acondicionado estuviera encendido en el coche— Confundes a la gente y en vez de estar repitiendo que no eres una chica, deberías rechazarlos de entrada.

— ¿Te molesto eso? — Kurapika acomodo su sombrero de playa dentro de su bolsón— ¿Estas celoso?

— ¡Que! ¿Celoso yo? Ya quisieras, medio mundo estaba detrás de mí y si hablamos de atraer atenciones...

Una tercera voz emergió.

— ¿Llevo al joven Kuruta a su casa?

— No hace falta...

— Sí, vamos de camino— Mando Killua, golpeando el vidrio divisor en medio de la limosina. En realidad, Killua debería ir al copiloto de su mayordomo, Gotoh, que esta vez hacía de chofer, pero prefería quedarse al margen de lo que fuera a decirle luego de recogerlo de un albergue de plebeyos— Entre más pronto nos quitemos esta arena de encima, mejor.

— Si tú lo dices— El ojigris sabía que no podía oponerse a las decisiones de Killua cuando sus empleados estaban en el asunto.

A los minutos, el asfalto reemplazo los caminos de arena y el sol fue opacado por grandes edificios. Dentro del auto, era fácil dejarse llevar en la brisa limpia y fresca del aire acondicionado, además de los asientos acolchonados. Si la opulencia tuviera un aroma, Kurapika estaba seguro que olería a los autos formidables de los mayordomos de la familia Zoldyck.

Asombrosamente, Killua seguía sin sudar aun cuando jugo al máximo con Gon en el agua, su piel no estaba rojiza a pesar de las largas horas que se pasó divirtiéndose montando olas y creando castillos de arena. Su cabello blanco lucia desaliñado y próximo a secarse, mientras las ultimas gotas de agua salada caían por su columna al descubierto y sus hombros tiernos, los únicos con señales de quemaduras solares.

Still Into YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora