La mañana se despliega ante mí en tonos suaves y cálidos cuando abro los ojos en la habitación del hotel. La luz tenue filtra a través de las cortinas entreabiertas, y el suave murmullo del mar flota en el aire. Me estiro, sintiendo la comodidad del colchón, y me levanto con la promesa de un día soleado.
Me encuentro con el grupo en el luminoso comedor del hotel. Olivia y Jake ya están allí, charlando y riendo, pero mi atención no está con ellos. Mi mente vuelve una y otra vez a la noche anterior. No puedo quitarme de la cabeza lo preciosa que estaba la librera y en cómo me miró. Esa mirada... Aunque ella intente negarlo, sé que siente atracción por mí. Me divierto jugando con esa tensión, disfruto del desafío que supone conquistarla. Pero no es suficiente, ya no.
Max baja de su habitación acompañado de Dani, quien parece haber disfrutado tanto como el resto de la velada. Se despide con una sonrisa triunfante y una punzada de envidia me atraviesa. Max no se anda con tonterías, si le gusta alguien va a por ello. Jake me tira un trozo de tostada a la cara, llamando mi atención y sacándome de mis pensamientos. El resto ríe.
—Espero que estés más animado esta noche —me reprende el mismo.
Yo le respondo tirándole un trozo de piel de mandarina. Olivia nos detiene antes de que comencemos una guerra de comida en medio del comedor.
—No te preocupes, Jett, Aurora estará ahí para vernos —dice de pronto, el grupo ríe de nuevo mientras yo pongo los ojos en blanco.
—Está loca por mí, por supuesto que vendrá —digo inflando mi pecho con orgullo—. ¿Y quién sabe? Tal vez mañana sea ella quien baje esas escaleras —añado, señalando las mismas por las que ha bajado Dani hace un rato.
Olivia pone los ojos en blanco y se cruza de brazos, indignada por mi comentario. Max la imita, aunque no tan molesto. Jake, en cambio, resopla divertido.
—El que está loco eres tú, ¿es que no te das cuenta de que pasa de tu cara?
—Eso ya lo veremos —respondo divertido mientras me meto una uva en la boca.
Estamos inmersos en el bullicio del pueblo, donde los preparativos finales para las fiestas están en pleno apogeo. Aurora, Emma y Dani se afanan por dejar todo impecable, asegurándose de que cada detalle esté en su lugar.La feria, que ha transcurrido durante todo el día, exhibe los productos de los comercios locales, y el pueblo, ahora decorado, adquiere un aire festivo. El escenario, casi listo para recibirnos esta noche, aguarda con una promesa de diversión.
En algún momento nos ofrecimos para ayudar y terminamos todos agotados. Aurora ha pasado el día ocupada en su puesto, y apenas hemos intercambiado palabras. Sin embargo, nuestras miradas se han cruzado en más de una ocasión.
La tarde avanza y la feria cierra sus puertas. Cada comerciante recoge sus pertenencias para volver al día siguiente. Es entonces cuando siento la anticipación en el aire, el momento especial en que las fiestas comienzan.
Emma y Dani nos colocan, según ellos, en el mejor lugar para disfrutarlo. Lo que es, en primera fila, junto a los críos del pueblo. Aurora se une a nosotros en el último momento.
Con una disculpa, se coloca junto a nosotros, de alguna manera termina junto a mí. Justo a tiempo para el primer espectáculo: un festival de fuego.
Inicia su despliegue con la entrada de un dragón marino que exhala llamas mientras pequeños diablillos marinos danzan a su alrededor. Ataviados con trajes resplandecientes y cuernos juguetones, sostienen antorchas que arrojan chispas alrededor, creando un espectáculo fascinante. La brisa marina lleva consigo el olor característico del fuego, mientras los diablillos se contonean al ritmo de la música festiva, sus antorchas dibujando trazos de luz en la oscuridad.
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Rock me, baby
Romance¿Alguna vez has detestado tanto a alguien que, con sólo pensarlo, te da escalofríos? Eso es lo que siente Aurora, la dueña de la librería del pueblo, cuando conoce a Jett, el guitarrista de una banda de rock que viene a tocar en las fiestas. Sus mun...