Capítulo 2: Quidditch

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Harry y Draco se encontraban en la sala común después de haber cenado. Ambos chicos estaban sentados en una de las amplias mesas en la que tenían la suerte de no tener que compartir con ningún otro slytherin; todavía estaban en el inicio de curso, por lo que era raro que los alumnos desplegasen sus libros y se tratasen de poner al día. Sin embargo, Draco sabía que el interés de Harry por la lectura no se debía tanto al campo académico sino que el mundo mágico asumía grandes cosas de él y para la sorpresa de muchos, el chico al haber sido criado en el mundo muggle muchas veces le faltaban conocimientos que para muchos serían básicos. Además, Harry era bastante orgulloso, no daba su brazo a torcer y en pocas ocasiones pedía ayuda abiertamente. Para su suerte, Draco era igual o más orgulloso que su mejor amigo, así que sabía detectar cuando era necesario que interviniese.

Mientras que su amigo tenía un libro de texto abierto en la mesa, de vez en cuando levantaba la mirada para cruzarse con la de Draco; dando a entender que estaba esperando la explicación sobre la extraña interacción en clase de herbología. No había demasiada gente a su alrededor, por lo que si mantenían un tono bajo no sería fácil seguirles la conversación y, de todas formas, tampoco era ninguna clase de secreto.

- Tuve que trabajar con esa chica, Luna Lovegood. ¿No sé si alguna vez te has cruzado con ella...?

Harry asintió levemente. - Sí, creo que coincidí con ella en el tren en primer curso. Me pareció buena chica aunque muy peculiar incluso para lo que a magos y brujas se refiere, pero como solo la he visto una vez quizás me equivoco.

- No creo que estés tan equivocado... - Draco parpadeó un par de veces, pensativo en cómo explicarse correctamente. - Sueles tener bastante buen ojo para la gente. Y la conversación que tuve con ella en clase fue rara pero no creo que fuera con malas intenciones. - Harry dejó de lado su libro, así que Draco por su parte intentó centrarse un poco más en lo que tenía que contar. - Ella... Se quedó mirándome fijamente así que no pude evitar preguntarle que mosca le había picado. Me dijo textualmente que los ojos marrones no me quedaban bien, pero que no importaba mucho porque sería temporal y que finalmente obtendría mi color de ojos, un color que si me quedaría bien.

Otra vez notó como era examinado por una mirada ajena hasta que, Harry finalmente preguntó algo que era inevitable: - Es decir, tienes que tener un alma gemela por ahí fuera.

La expresión del rubio ligeramente se tornó confusa. - La cuestión es que... Me quejé diciendo que lo de las almas gemelas era una chorrada y le dije que yo no tenía una. ¿Su respuesta? "Sí, quizás tengas razón". - Draco golpeó la mesa como un acto instintivo, sin embargo llamó la atención alguna de las personas que se encontraban un poco más cerca, sentadas en los sillones. - ¿Qué se supone que significa eso? ¡No me gusta que me tomen el pelo!

- Draco, cálmate. Estás llamando la atención. - El susodicho simplemente hizo una mueca, apoyó su codo en la mesa y dejó reposar su cabeza en su mano en una visión bastante informal que no era demasiado común en él. Harry no tuvo que molestarse mucho en asumir que claramente ese tema siempre había parecido ser uno de los puntos débiles de Draco; le importaba, y mucho más de lo que él trataba de disimular de malas formas. - No sé mucho sobre almas gemelas; no es algo que ocurra en el mundo muggle pero... ¿Se ha escuchado alguna vez de alguien que tuviera más de una alma gemela esperándole?

- ¿¡Pero por qué clase de persona me tomas!? - Al volver a alterarse, volvió a recibir una miradita y se cruzó de brazos; respirando hondo para tratar de volver a calmarse. - No... Es decir, no lo sé. Sé lo mismo que a cualquiera que le preguntases de nuestro curso que venga de una familia mágica, no sé tantos detalles, solo los rumores y lo que es de conocimiento general, pero... Pero... No creo que Luna se refiriese a eso, ¿no?

Almas gemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora