One-shot: Soy tuyo

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Dedicada con todo mi corazón a cierta vigilante del amor, ¿No es cierto nanan_087? ^3^ 🌹

***

—¡Te atrape!

—¡Kyaaa! —La princesa Verónica acababa de encontrar a su hermana, la princesa Elizabeth, oculta detrás de un gran arbusto de frambuesas, en el jardín este del castillo. Estaban jugando a las escondidas, y aunque la más pequeña no había puesto ninguna queja en cuanto a la elección del juego, era obvio para todos que en el fondo no le agradaba. Una lágrima cristalina se escapó de sus ojos, y al ver esto, la mayor dio inmediatamente por terminado el juego.

—¡Gil! ¡Margaret! ¡Salgan de inmediato! —Los dos niños salieron de diferentes lugares del jardín, y en cuanto vieron la escena, suspiraron con fastidio.

—Verónica, volviste a asustar a Eli.

—¡Cierra la boca Gil! No es eso, simplemente que ya me cansé de jugar a las escondidas. —La pequeña albina sorbió la nariz varias veces con la cara completamente sonrojada.

—Lamento ser tan cobarde hermana, yo... yo...

—¿Está todo bien?

—¡Sir Meliodas! —Acercándose al grupo de niños, venía un joven rubio que había estado apoyado en la pared de piedra.

A los ojos de cualquier otro, simplemente era un caballero en su descanso, reposando en la sombra tras un día largo de trabajo. Pero a los ojos de la más pequeña de las princesas, él era el más atento y vigilante de todos sus guardianes. Y tenía razón. Su intensa mirada esmeralda no se había apartado de ella ni un segundo, no la había perdido de vista ni siquiera cuando se fue a esconder. Y ahora, como siempre, venía en su rescate cuando más miedo tenía. La bella peliplateada se ruborizó aún más al ver que la tomaba de la mano, y frotó su cara con energía para que él no pudiera notar que había estado a punto de llorar.

—No pasa nada, simplemente estamos decidiendo a qué jugar ahora. ¿Y bien, alguna idea? —Los niños mayores se quedaron pensando unos segundos, y al siguiente, el pelirosa gritó la respuesta emocionado.

—¡A los caballeros!

—¡No! —respondió Verónica—. Eso es aburrido. Además, tú serías el único caballero, Gil.

—Eso no es cierto, sir Meliodas puede jugar. ¿Verdad, señor?

—Claro, ¿por qué no? Estaría encantado de jugar si sus majestades me lo permiten. —El pecho de la ojiazul saltó de la emoción ante la idea, pero estos sentimientos se hicieron añicos cuando escuchó las siguientes palabras de su hermana.

—Bien, pues entonces Gil será caballero de Margaret, sir Meliodas será mi caballero, y Eli será la diosa que nos da su protección.

Ella tendría que haberse sentido honrada, por supuesto. Después de todo, le tocó el papel de diosa, el más importante en todas las historias de caballeros. Sin embargo, cuando escuchó que Meliodas pertenecería a Margaret en el juego, su corazón se pintó de azul y no pudo ocultar su tristeza a tiempo. Él lo notó incluso antes de que ella dijera nada.

—Sí, claro, muchas gracias hermana. —Una expresión misteriosa apareció en la cara del caballero, quien apretó más fuerte la mano de Elizabeth y le sonrió de forma tranquilizadora. Verónica debió notar la expresión de ambos, porque de inmediato se apresuró a hacer algunos cambios.

—¿Saben que? Esta vez la historia será diferente. Hoy no quiero que sea sobre la guerra santa.

—¿A no?

—Hoy, Gil y Margaret serán rey y reina, Meliodas será el caballero, y Eli será la princesa.

—Pero entonces, ¿qué vas a ser tú? —La linda pelimorada sonrió con astucia, y entonces se puso atrás de su hermanita con una pose intimidante.

—¡Yo seré el dragón! ¡Raaaaaar!

—¡Kyaaaaaaaaa! —La pequeña peliplateada salió disparada en dirección a las piernas de Meliodas, y se abrazó a él ocultando el rostro en su abdomen. Mientras, el pelirosa y la princesa mayor se dieron palmadas en la frente y suspiraron con fastidio.

—¿Y ahora qué? ¿Qué hice?

—Volviste a asustar a Eli.

Esa misma noche, Elizabeth no pudo dormir, pero no se debió a que su hermana la hubiera asustado, ni a que aún tuviera mucha energía, ni a que la luna era demasiado hermosa como para no salir a verla. La verdad es que no se podía sacar de la cabeza el amargo sentimiento de haber perdido a Meliodas, así fuera en un juego. Cuando se dio cuenta que definitivamente no podría descansar, se levantó de la cama, tomó su osito de peluche, y salió de su cuarto buscando algo que no sabía que era. Lo bueno es que ese algo la encontró primero a ella.

—¡Elizabeth! ¿Qué haces aquí princesa?

—Sir Meliodas, lo siento, es que... no puedo dormir. —Lo correcto hubiera sido que él le llamara la atención, la devolviera a su cuarto, y se asegurara de que se quedara ahí. En cambio, la tomó en sus brazos, se sentó con ella en el balcón, y le dedicó una mirada larga y dulce que la tranquilizó por completo.

—De acuerdo, dime qué pasa. —La pequeña estrujó aún más a su osito, trató de evadir sus sentimientos, y cuando no pudo contenerlos más, casi le gritó su pregunta al rubio.

—Meliodas, ¡¿verdad que tú eres mío?! —El caballero abrió los ojos como platos ante su interrogante, y cuando la pequeña vio que tardaba en responder, comenzó a balbucear la explicación que pudo—. Yo, bueno, es que... cuando Verónica dijo que serías su caballero, me sentí extraña y... esto, pues... —No pudo terminar su explicación, porque justo en ese momento su caballero rompió todos los protocolos, la atrajo hacia él, y la abrazó con fuerza contra su pecho.

—Sí, tuyo.

—¿Eh?

—Soy tuyo Elizabeth, por siempre y para siempre. —La princesa era demasiado joven para entender el alcance de esas palabras, pero escucharlas la hizo sentir tan feliz que le devolvió el abrazo y se aferró a él hasta quedarse dormida. No podía saber que, diez años después, volvería a escuchar esas palabras con Meliodas como su esposo. 


***

Kyaaaah! >u< Simplemente adorable. Ya estamos listos, ¿nos vamos al último one-shot de hoy? *u* Fufufu. Ya saben qué hacer ✨



One-shots Melizabeth para MeliloversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora