Oneshot: Alivio para la reina

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Dedicado con cariño a YukijiVilla 🌹 Tú también eres una reina, querida ^u^ Muchas gracias por siempre ser de las primeras, tus palabras siempre son azúcar y amor. 

***

—Tristán, amor mío, tranquilo. —La reina de Liones acunaba al pequeño príncipe en sus brazos, meciéndolo de un lado al otro con suavidad y cantándole arrullos, pero por más que lo intentaba, no lograba hacer dormir al bebé. Este agitaba sus manitas intentando liberarse del capullo de mantas, y aunque la peliplateada estaba muy segura de que no sufría ningún tipo de dolor, hacía sonidos como si estuviera a punto de estallar en llanto—. ¿Qué tienes, cariño? ¿Será hambre?

Ese parecía ser su último recurso por probar, así que la joven madre arrimó una silla, tomó asiento, y descubrió uno de sus pechos acercando el pezón al niño para ver si bebía. El pequeñín tanteo el seno, indeciso de si comer o no, y cuando al fin se lo llevó a la boca, la albina suspiró aliviada. La apretaba con suavidad mientras su cálida boquita chupaba, pero apenas había dado más de tres tragos cuando se separó de nuevo y cerró los ojos con fuerza, como si estuviera tratando de obligarse a sí mismo a dormir.

—Oh Tristán... —Apoyando su esfuerzo, la hermosa peliplateada se apresuró a devolver a su hijo a la cuna para luego contemplarlo embelesada. Había dado otro suspiro cuando alguien entró a la habitación.

—¿Elizabeth?

—Shhh... —Se apuró a decir—. Le ha costado mucho trabajo dormirse.

—Ya veo, lo siento —Avanzando de puntillas hasta llegar a donde estaba, su amado esposo se puso a espiar por encima de su hombro—. ¿Es un niño muy enérgico verdad?

—Sí que lo es. —Un tercer suspiro se escapó de sus labios, y como en esta ocasión sí fue escuchado por el rey, él se apresuró a consolarla.

—¿Qué tienes Eli? ¿Estás bien? —La reina soltó un quejido involuntario, y se dio la vuelta para encarar al rubio.

—No pasa nada, es que mi pecho...

—¿Qué tienen tus pechos? Yo los veo muy bien —Fue hasta ese momento cuando la dama se dio cuenta de que aún tenía el escote abierto—. Aunque no tendría problemas en hacerles una revisión más exhaustiva.

—No es eso, es que... yo solo...

—Shhh. —Repitió su marido, quien la tomó gentilmente de la mano para llevarla de regreso a su habitación y sentarse en la orilla de la cama con ella—. ¿Entonces qué pasa? —La reina no se molestó en volver a cubrirse y pensó que, después de todo, esa era la oportunidad perfecta para poner alivio a uno de sus malestares.

—Verás, es que me duelen.

—¿Te duelen?

—Sí. Como aún estoy amamantando, están demasiado grandes. Su peso me hace doler la espalda, y además, como hoy Tristán casi no comió nada, los siento hinchados y llenos de leche. Es incómodo, y...

—¿Eso es todo? —La chica de ojos azules asintió, y su marido le dedicó una sonrisa dulcísima y resplandeciente—. Bueno, pues no es problema. Si mi hijo no terminó su almuerzo, yo podría acabarlo por él.

—¿Cómo?

—Ven aquí. —Empujándola con amabilidad para ponerla de pie, la tomó de las caderas y la colocó frente a él, justo entre sus piernas. El rubio quedaba a la altura perfecta para poder admirar su cremosa turgencia, y después de obtener su aprobación con solo una mirada, acercó los labios lentamente.

—Ngh... fuuuu... —Sus caricias iniciaron con un suave beso en la punta del pezón, siguió con lengüetazos, luego sopló ligeramente sobre él, y finalmente remató masajeando su seno con la mano—. Meliodas, eso no es...

—Tranquila. Solo estoy estimulando para que salga más leche. En un momento te sentirás más ligera. —Su ágil lengua comenzó a darle un masaje en círculos sobre la aureola, y cuando parecía que el rosado botón no podía estar más duro, por fin se lo llevó entero a la boca. Ella tuvo que cubrirse los labios para evitar soltar un gemido mientras los ojos esmeraldas del más bajo se abrían con sorpresa.

Un cálido, dulce y delicioso chorro de leche cayó desde el pezón directo a su boca, y la sensación fue tan gloriosamente placentera que ambos cerraron los ojos para dejarse llevar y disfrutar del momento. Sus generosos senos debían tener bastante leche, porque esa exquisita experiencia siguió por varios minutos. Cuando quedó claro que no había más, el feliz ojiverde se pasó al otro pecho, repitiendo todo el ritual.

Esta vez lo hizo con un poco más de intensidad, masajeando mientras bebía para ver si así salía más del bendito líquido. Uno, dos, tres largos tragos, y por fin se separó lentamente de su piel. Sus ojos brillaban, somnolientos y brillantes, tenía las mejillas completamente sonrojadas, y un hilo de color blanco se deslizaba desde la comisura de sus labios hacia abajo. Cuando pudo volver a hablar, lo hizo en un tono ronco y sensual.

—¿Ya estás mejor Eli...? —Ella no lo dejó terminar. Se sentó sobre sus rodillas, con las piernas a ambos lados de sus caderas, y los brazos rodeando su cuello. La albina también se veía extasiada, con la expresión de estar borracha de felicidad. Perdiendo todo pudor, lamió la gota que se deslizaba por la barbilla de su marido y terminó por darle un apasionado beso. El sabor de la maternidad, el amor y la leche se fusionaron en uno solo, y para cuando se separaron, ambos tenían la respiración agitada y el corazón latiendo a mil—. Parece que sí. ¿Qué dices? ¿Quieres que tratemos de hacerle a Tristán una hermani...?

—¡Buaaaaa! —El sonido del llanto del bebé los trajo a ambos de vuelta al presente, y la reina ya se había levantado a atender al príncipe cuando su amor la detuvo.

—Tranquila Elizabeth, yo me encargo. Acuéstate, te alcanzaré pronto.

—¿Estás seguro?

—Sí. Puedes confiar en mí. —Con una sonrisa de gratitud, la peliplateada dejó ir a Meliodas y se relajó esperando lo mejor. Cuando el rey estuvo seguro de que ella no lo había seguido, tomó al niño en brazos, lo meció con ternura y comenzó a hablarle en un tono solemne—. Hijo mío, entiendo que hay muchas cosas que deben inquietarte ahora mismo, pero no tienes porqué. Sé que este mundo es enorme y extraño, pero no debes tener miedo de él. Mamá y papá estarán siempre a tu lado, así que no llores y descansa tranquilo —De alguna forma pareció que sus gentiles palabras le habían llegado al pequeño, pues este se quedó muy quieto y mirándolo con atención. Como aún parecía indeciso, el rubio remató con un argumento que sería de vital importancia en su futuro—. Además, tu madre la reina está muy cansada. Tu deber especial como príncipe es velar por su bienestar y el del reino, así que dale alivio y duerme por favor.

Apenas dijo esto, el bebé cerró los ojos con una sonrisa y se puso a roncar suavemente. El feliz padre lo siguió meciendo unos minutos más, sintiendo como el pecho se le llenaba de amor por su hijo, y después de dejarlo nuevamente en la cuna, regresó con la reina para darle otro tipo de alivio. 


***

¡Hola a todos! ^u^ Aquí Coco, quien espera les haya gustado mucho este breve y dulce momento, y quien también les desea tengan un maravilloso inicio de semana. Este es oficialmente el último shot de los que llevan dedicatoria y que habían aparecido en mi otro libro, así que prepárense, pues nuevos shots  y muchas historias aparecerán de aquí de ahora en adelante. Muchas gracias por haberme acompañado una semana más, les mando un beso, un abrazo y, si las diosas lo quieren, nos vemos la próxima semana para más. 



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⏰ Última actualización: Mar 18 ⏰

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