One-shot: La primera noche en casa

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Dedicada con amor a evesalinas24 🌹 Tu sola presencia me hace seguir adelante cariño, muchas gracias por ser mi compañera fiel en este camino de la escritura, el melizabeth y el amor ^u^

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—Ahhh... —La nueva reina de Liones gemía y se retorcía mientras los hábiles dedos de su marido tocaban su húmeda perla de placer, subiendo y bajando, deslizándose sobre aquel punto hipersensible que el rubio conocía tan bien—. Me... Meliodas...

—Vamos Elizabeth, déjate llevar. —Él tenía "esa mirada". La mirada que le dedicó durante toda su luna de miel, la que solo le mostraba a ella cuando estaban solos y podía ser quién en verdad era.

Comparada con la apariencia relajada que mostraba comúnmente, aquella expresión oculta siempre le recordaba a la princesa la auténtica naturaleza de sus sentimientos. Unos ojos verdes, profundos y arrebatadores. Una mirada que gritaba "eres mía" y "te amo" al mismo tiempo. Y su cuerpo, siempre deseoso de encontrarse con el suyo, listo para la violencia o la pasión. Después de todo, era un demonio. Y también, su único y eterno amor. La fricción en su zona íntima se hizo más intensa, los gemidos se volvieron jadeos, y sin embargo, parecía que había algo mal con su reacción, porque súbitamente él bajó la velocidad hasta quitar su mano definitivamente. Se llevó los dedos a la boca, los lamió en un gesto tremendamente erótico, y luego le sonrió con gentileza.

—Te estás conteniendo Eli. ¿Por qué? —La había descubierto. Ella se ruborizó sintiendo algo entre la timidez y la vergüenza, pero como era su esposo de quien se trataba, al final decidió ser completamente honesta.

—Lo siento mucho, es que... es la primera noche.

—Lamento mucho contradecirte, pero esta no es la primera vez que te hago algo así. Desde que rompimos la maldición, deben haber pasado unas...

—¡No! No me refiero a eso.

—¿Entonces? —Indecisa entre seguir con el tema o simplemente caer rendida en los brazos de su amado, la peliplateada optó por el punto intermedio, abrazarlo y decirle lo que quería al oído.

—Es que... es la primera vez que hacemos el amor en casa. Aquí, en el castillo —El ojiverde entendió lo que quería decir de golpe, y no pudo evitar que una enorme sonrisa le atravesara la cara—. Es la primera vez desde que volvimos de nuestra luna de miel, y no sé si... bueno...

—No sabes si dejarte ir porque temes que alguien más te oiga —La cara de la princesa no podía estar más roja, o eso creía, porque entonces su ardiente esposo la abrazó aún con más fuerza y le dio un beso fugaz—. ¿Eso es lo que te preocupa?

—Todo es tan diferente. Allá, en medio del bosque o sobre las montañas, me parecía que podía gritar cuanto quisiera. Ahora, con mi familia a solo unos pasos...

—Pero Eli, ¡si estamos en la torre más alta!

—¿Pero y si algún sirviente pasa?

—No creo que sea la primera vez que oyeron algo así.

—Pero, ¿y si grito demasiado alto y los guardias malinterpretan la situación? —El ojiverde estaba a dos segundos de desternillarse de la risa, pero al final, decidió ser sensible a la situación de su mujer y darle una respuesta franca y simple.

—Elizabeth, tú misma lo dijiste. Estamos en casa, no hay nada que temer o de lo cual avergonzarse. Haremos lo mismo por muchas noches, por muchos años, toda la vida —La calidez de sus palabras fue derritiendo la incomodidad de la peliplateada, y al escuchar la frase con la que remató, toda resistencia que hubiera tenido se quebró como cristal—. Además, lamento decirte esto, pero no hay opción. Nada de lo que nadie diga me va a detener de hacerle el amor a mi mujer, sobre todo cuando es tan obvio que ella lo desea tan desesperadamente.

Elizabeth no se había dado cuenta, pero estaba sujetando a Meliodas de los hombros con demasiada fuerza, y se balanceaba hacia atrás y hacia adelante buscando posición. El feliz rubio volvió a unir sus labios con intensidad, aprovechando su gemido para meter suavemente la lengua y jugar con la suya que tenía sabor a frambuesa. Una de sus manos bajó a sus pechos para masajearlos suavemente, y para cuando subió nuevamente la intensidad, sus cuerpos ya estaban completamente calientes.

—Meliodas... —Su suave voz mezclada con gemido encendió algo en los corazones del ojiverde, quien se separó de golpe para deslizarse hacia abajo sobre la enorme cama y colocar los labios sobre la perla de su amada. En cuanto su lengua tocó aquel punto de piel rosada, la peliplateada perdió todo el control. Él la devoró sin piedad, subiendo sus manos para no dejar desatendidos sus pezones duros, y cuando la diosa alcanzó el límite de su resistencia, gritó de nuevo su nombre en una súplica— ¡Meliodas!

—¿Entonces estás lista? —Por toda respuesta, ella abrió sus piernas, y ambos se deleitaron al ver como absorbía cada centímetro de él dentro de su cuerpo. Completamente llena con su grosor y sintiendo el rugir de la sangre en los oídos, Elizabeth propulsó sus caderas hacia arriba instando a su amante a la violencia. Él no tardó en complacerla. Cada embestida era como una ola de placer chocando en sus cuerpos, y cuando parecía que la marea no podía ser más alta, ella soltó una frase inesperada entre jadeos.

—¿Por... por qué ahora tú... ahhh... tú te contienes? —Un destello de ojos verdes alumbró su oscuridad, y sin dejar de embestirla en ningún momento, su marido contestó.

—Es que... si doy rienda suelta a lo que siento, puede que esta cama no vuelva a ser la misma. —Por respuesta ella se abrazó a su cuello, comenzó a balancear las caderas más rápido, y lo besó con desesperación.

—No me importa. Solo tómame, ¡muéstrame quién eres! —Eso hizo que el resto del autocontrol de él también terminara por romperse.

—Lo que ordene, su majestad. —Y entonces el verdadero encuentro comenzó.

Sus ojos se volvieron de un intenso color negro, marcas oscuras se desplegaron por toda su piel, y cuando la pasión llegó al límite, un par de enormes alas negras se desplegaron en su espalda. Bajo su peso, el cuerpo de la diosa reaccionó igual. Dos pares de alas blancas se agitaron contra el colchón de plumas, sus ojos se volvieron como estrellas, y clavó sus uñas en la espalda del demonio que la embestía, aferrándose a él como si en eso le fuera la vida. Ninguno de los dos podía saberlo, pero justo en esa noche, la primera noche en casa, los nuevos reyes de Liones estaban concibiendo al futuro príncipe.


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El amor no muere jamás, fufufu 💕 UwU Hola a todos, aquí Coco, quien viene a desearles a todos un maravilloso inicio de semana, llegada de la primavera, y a saludarlos sin más, a todas las maravillosas personitas que hacen que escribir valga la pena. Les mando un besoy un abrazo, y si las diosas lo quieren, nos vemos pronto para más. 



One-shots Melizabeth para MeliloversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora