Capítulo 2

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Aquella noche no logro dormir nada. La habitación que compartía con su esposa se iba haciendo más y más pequeña a medida que iban pasando los minutos eternos de la noche. Tenía este sentimiento de querer salir corriendo, gritar, arrancarse los cabellos, de arrojar todo por la ventana. Su piel era un constante infierno de quemazón, de un extraño ardo que le hacía sentir enfermo de gravedad.

Atrapado en esa cama experimentaba la sensación que la muerte estaba muy cerca de él. Acechándolo en la esquina de su habitación. Por más que intentaba alejar todas emociones era imposible. A veces su mirada se iba en dirección al traje que ya hacía colgado en el gancho de su closet. Estaba la carta adentro. No tuvo el coraje de leerla en el instante en que su hermano se la entrego.

Tenía miedo.

Toda una vida alejando esos pensamientos, esos recuerdos. Haciendo que el nombre de Guillermo no surcara más por el horizonte de su cerebro. Y ahora la vida... tan maldita como siempre, le entregaba en sus manos una señal de vida de esa persona.

¿Qué se supone que diría?

¿Por qué ahora tiene que enfrentar esto?

Sus sentimientos eran un mar enorme, el cual no lograba controlar. Pasaba de la esperanza al enojo, de la melancolía a la felicidad. De la paz al nerviosismo. Todo por una persona, todo por algo que se supone que quedo atrás. En el pasado.

El rostro de su esposa plácidamente dormida era un recordatorio de su nueva vida. De que así era su realidad. Al final se había casado con una bella mujer que siempre lo amo, había construido una familia que todos quisieran. Él no le pedía nada más a la vida y entonces ¿Por qué?

Sin aguantar más se escapo de su cama. Habían regresado cansados de la premiación. Sus padres lo felicitaron por ganar una vez más el balón. Todo sucedió como una extraña rutina en la que Messi se sabía de memoria los pasos.

Agarro su celular para hacer un intento más de ponerse en contacto con su amigo Kun. Necesitaba hablar con alguien, sacar estas ideas que obviamente no podía hacer con su familia. Cuando estaba por salir de la habitación observo un segundo el traje. Se acerco para tomar la carta y salir sin hacer ruido.

—Vamos boludo... por favor, contesta. Contesta, te necesito— Messi iba bajando las escaleras para tener la llamada en la soledad de su casa. No quería que nadie lo escuchara.

De nueva cuenta y como ya había sucedido anteriormente, su amigo Kun no contesto a su llamado.

—Mierda— lanzo al aire cansado mientras miraba a su alrededor. Seguía con aquella sensación de que alguien lo miraba en la oscuridad de su hogar.

Tal vez estaba actuando por impulso, pero ya era demasiado tarde el regresar a su casa. Estaba llegando a donde se suponía que vivía Kun Agüero. Messi estaba a nada de explotar, las ganas de leer la carta estaban llegando al borde. Pero no quería hacerlo solo. No sabía que se iba a encontrar en ese sobre.

Estaciono el auto y bajo aun en pijama. Sí, daba el aspecto de estar ya loco, de no estar en su sano juicio. Si los paparazis estuvieran cerca se llevarían oro puro por la manera en como actuaba y se mostraba,

Fue hasta la puerta de la casa y llamo con mucha desesperación. Su mente estaba planeando como entrar por una ventana en caso de que no recibiera ninguna respuesta. Pero, mágicamente no fue necesario. La puerta por si sola se abrió.

—Capi... ¿Qué haces acá?

Lionel en ese momento juro que había pasado años desde que no escuchaba la voz de su amigo. Tan pronto lo tuvo delante se acerco para abrazarlo. Había resistido tanto, pero ya no podía más.

Tres mil maneras de ser yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora