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–Choso
"Vivir para encontrar lo que nos hace sentir vivos."
–
¿Segura qué no quieres la última papa frita? – preguntó el azabache.
–No, no. Gracias. – contestaste, tomando un sorbo de tu bebida.
Una pequeña brisa hizo que la bolsa de papas volara.
Choso apoyó sus brazos sobre el barandal.
–Me gusta ese collar, ¿Es nuevo? – preguntó.
–Gracias, me lo compré hace unas semanas, ¿Te gusta? – respondiste con una pequeña sonrisa.
–El dorado se te ve bien. – mencionó mientras sacaba algo de su bolsillo.
Desviaste la mirada al mar.
El océano..tan grande e inmenso, indomable.
–Dicen que mañana hay marea alta, no tengo muchas ganas de ir a la playa así. – dijiste, algo desanimada.
–Entonces no vayamos, podemos ir a otro lado. – replicó él.
Un pequeño silencio entre ustedes dejó que las olas del mar chocando entre sí se escucharan de fondo.
–Te tengo una sorpresa por tu cumpleaños. – dijo con una sonrisa dibujada en su cara. Él no solía sonreír demasiado.
–¿En serio? ¿Qué es? – preguntaste, entusiasmada.
Te entregó la pequeña cajita que llevaba en sus manos. Tenía una nota pegada.
“Para la mujer más hermosa del mundo :)"
Él no era de hacer ese tipo de detalles. Se esmeró para tu cumpleaños.
¿Qué podría ser?
Abriste la cajita con delicadeza, el regalo estaba envuelto en confeti y un par de pequeños dulces.
Era nada más y menos que un pañuelo rojo, cuidadosamente doblado para que entrara en la cajita.
Abriste tus ojos, no podías creerlo.
Tiraste la caja a un lado, viste el pañuelo con emoción, te lo ataste en la muñeca.
Miraste a Choso con ilusión.
–¡Choso! ¿¡Cómo lo supiste!? – te abalanzaste sobre él en un abrazo tan fuerte y lleno de emoción, envolviste su cuello con tus cálidos brazos.
Él pasó sus manos por tu cintura.
–Me habías contado que tenías uno similar de pequeña y que lo perdiste.. creí que significaría mucho para tí. – dijo en tu oído. Podías escuchar su respiración.
