Prólogo.

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Veintiún años antes de la actualidad.

Jimin salía de su salón. Tenía clase libre, dos horas para ser exactos. Caminaba con su mochila colgando de un solo hombro, sonriendo y saludando a quienes se cruzaran en su camino.

Paró en una máquina expendedora cuando vio uno de los dulces favoritos de su novio. Jimin siempre trataba de ser detallista con él, por lo que cada que corría con suerte compraba de esas hojuelas de chocolate para su novio. Iba justo a verlo a su salón, saludarlo con un beso y ahora, igual le daría ese detalle.

Jimin no podía dejar de sentirse feliz por su noviazgo con Jungkook. Era una relación de la que todos lo felicitaban, y él se sentía orgulloso. Jungkook siempre fue alguien que lo respetaba en todo momento, caballeroso y atento. Cariñoso de sobra. No había momento que no se demostraran su amor mutuamente.

Todos decían que el amor se notaba en sus ojos. En los de ambos. Ese mar azul lleno de emociones, y ese bosque gritando del oxígeno que Jungkook daba a su vida.

Veía a los demás compañeros de Jungkook salir del aula, encontrándose con el mejor amigo del castaño, Namjoon.

Un abrazo y un cumplido entre ellos bastó. Al parecer el morocho tenía prisa de su siguiente clase.

Jimin se burló de su urgencia, pues escuchó algo en el pasillo. Los libros de Namjoon tirados sobre el suelo y varios compañeros ayudándolo a levantarlos.

Una sonrisa que se borró en el instante que vio a su novio abrazando a una pelirroja. Escondida en sus brazos; él acariciándolos, ella escondida en su pecho.

Un brote de celos surgió desde lo más recóndito de su ser. No experimentaba emociones así, Jungkook nunca le daba motivos para ello. Sin embargo, esa vez fue la excepción.

No era de su agrado verlo con alguien más en sus brazos. Menos en el aula, solos. Donde perfectamente podrían esconderse. ¿Por qué no en el pasillo? Eso sería menos sospechoso.

La gota que derramó el vaso fue cuando la pelirroja dejó un beso en la mejilla del castaño, y él sonrió en su dirección acariciando su mejilla.

No creía lo que veía. Es decir, ¿por qué un beso en la mejilla y él le respondía así?

¿Jungkook, su perfecto Jungkook hacía eso siempre a escondidas?

Las náuseas inundaron su sistema, al igual que la descarga de emociones. Sus manos frías y la pérdida de fuerza en sus piernas.

—Que lindos se ven juntos —habló con gran parte de sus fuerzas reunidas—. Hacen bonita pareja.

Jungkook la soltó, abriendo su boca formando una perfecta "O". Intercambiando su mirada entre la pelirroja y Jimin. Sin saber por dónde empezar.

—Jimin... —musitó—. Rulitos, espera. No es lo que crees.

Jimin negó, arrojándole sus dulces, antes de cruzarse de brazos.

—Nada de rulitos. Ten, te compré eso, disfrútenlos entre los dos.

Salió del aula, Jungkook detrás de él. Pero por más que lo seguía e intentaba hablarle, Jimin caminaba sin querer escucharlo. Conteniendo las lágrimas, no estaba dispuesto a demostrarle lo que dolía lo que veía. Escuchaba a Jungkook llamándolo con desespero, eso le rompía el corazón, aún así triunfó para llegar al baño y encerrarse ahí mismo. Nunca miró atrás, y no pensaba hacerlo.

Nunca perdonaría una infidelidad, por más que quisiera a la persona. Siempre sería él y su bienestar mental primero.

—¿Por qué me hiciste esto? —gruñó con furia, golpeando con sus puños el lavamanos.

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Jimin ignoraba a Jungkook. No tenía ganas de hablar con él, ni siquiera de verlo. Incluso lo tenía silenciado en sus redes sociales.

Sus amigos lo apoyaban y entendían su decisión.

Jungkook siempre hizo grandes intentos para acercarse y hablar con él, sin embargo, nada funcionaba. Jimin era alguien difícil de tratar cuando se sentía traicionado. Sabía que todos sus intentos serían en vano.

Después de tres meses, dejó de intentarlo. Rindiéndose completamente.

Aceptando que su relación con Jimin había terminado.

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Adaptación autorizada. Historia original de @backtoabril, gracias por permitirme adaptarla. 💗

not you again, please  ᡴꪫ  kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora