II

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Los primeros rayos del sol se colaron por la ventana haciéndome saber que era hora de levantarme, tras mucho pensarlo por la noche decidí que quitaría los cuadros que tuviera en la casa, si quería recordar algo debía ser por mi propia cuenta y sin la presión de observar la vida que solía tener.

Cuando quité el último cuadro el timbre sonó, confundida abrí la puerta encontrándome con un ramo de rosas, en cuanto lo vi, lo abracé sin pensar por lo que logré escuchar un quejido adolorido, me separé con cuidado, el pobre debía estar sufriendo por los golpes de ayer.

—Son una rosas muy bellas, Dawson, gracias, adelante pasa, no sabía que vendrías— aseguré luego de tomar las rosas pensando en donde las colocaría ¿Tendría un jarrón especial o debería comprar uno? Me decidí a dejarlas en agua mientras tanto.

—Bueno, supuse que no recordarías como llegar a mi casa y no quería preocuparte más, ¿Tú estás bien?—preguntó entrando a la casa, dio un vistazo al lugar y logré percibir su confusión al no ver los recuadros ni las medallas que solían estar colgadas en la pared principal, sin embargo, no dijo nada al respecto.

—Estoy bien, no te preocupes por mí, dime ¿Duele?—pregunté señalando su frente que había sido vendada parcialmente, suspiró cruzándose de brazos.

—No, han sido unas puntadas pequeñas, lo demás son solo moretones.

—No comprendo como sucedió algo así, ese chico ¿Lo conoces? ¿Por qué razón te atacaría?

—No es un tema del que me gustaría hablar ahora—confesó ante mi pregunta, bajé la mirada avergonzada, claro, le habían dado una golpiza era evidente que no querría hablar de eso hasta sentirse mejor quizá.

—Disculpa, fue algo imprudente de mi parte— me disculpé caminando en dirección a la cocina.—¿Desayunaste?

—No te disculpes Ava, yo… de hecho he venido para salir contigo ¿Te apetece desayunar fuera? Conozco un lugar que te gustará.

—Si lo dices así entonces debe ser verdad.

Tomé el abrigo del perchero y salimos de la casa hacia su auto, abrió la puerta de copiloto para mí y luego tomó su lugar en el asiento del conductor.

El silencio reinó en el auto durante unos minutos, no me había dado cuenta de lo nerviosa que estaba de estar a su lado más cuando ninguno decía nada, fingí observar curiosa por la ventana como la nieve había cubierto gran parte de la carretera.

—¿Lograste recordar algo?—preguntó luego de un rato, negué con la cabeza.

—Aún no— confesé observándolo de reojo— Solo sé que cuando estoy contigo siento que hay una parte de mí que se siente cómoda, cuando estamos juntos te recuerdo y sé que eras alguien especial para mí, ¿Siempre ha sido así? Me refiero a nosotros.

—Ava, no estoy seguro de que es lo que puedo decirte y lo que debes recordar por tu cuenta, lo cierto es que hemos sido nosotros durante mucho tiempo, creo que es cuestión de tiempo que tus recuerdos vuelvan y sé que te asusta el no saber nada desde que despertaste, así que pensé que tal vez podríamos construir nuevos recuerdos para ti.

Sonreí ante sus palabras, Dawson era en verdad un gran chico, si había estado enamorada de él alguna vez en el pasado comenzaba a comprender el porqué.

Aparcamos en una bonita cafetería blanca adornada con una temática de florería, admiré el lugar por unos segundos, los cuadros colgados me eran familiares al igual que los postres que se dejaban ver por la vitrina ¿Quizás estuve aquí alguna vez?

—Vamos, los platillos de aquí son siempre los más deliciosos ¿Te gustaría elegir o prefieres que te aconsejé?—me preguntó buscando una mesa cerca de la ventana una vez ahí me ayudó a sentar y luego tomó su lugar.

Frozen memoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora