¿Deseas protegerme? #Cap. 8

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¿En verdad lo deseaba?

¿Que es un deseo?

¿De verdad sentía esa necesidad de querer cuidar de aquel hombre?

Nunca había sentido una necesidad de protegerlo o de amarlo.

Al menos no desde que volvió de Eden.
De solo recordar ese lugar un escalofrío le recorría toda la columna entera.

De solo pensar en lo que había pasado le daban ganas de vomitar, pero nunca lo hacía.

Siempre estaba ocupado atrás de Gabriel cuidandolo como oro puro, algo raro ya que nunca había tenido que hacer eso.

Nunca había tenido la tarea de cuidar de un arcángel, nunca había tenido que estar cerca de un arcángel, para nada, nunca tenía la oportunidad.

Hoy era un día especial, ese día Gabriel tenía que purificar el agua de el santo manantial de curaciones, o básicamente, el estanque de lágrimas benditas.

Ese lugar de lleno de agua era donde Gabriel pasaba su tiempo curando y cuidando de aquellos angeles heridos en batalla.

Aquellas pobres almas que sufrieron en el purgatorio.

Y también todos esos humanos que murieron de formas trágicas o traumitizantes.

Adam solo podía estar mirando como los protegía y curaba de todo mal, incluso de los males mentales que los atoraban en un hueco de puro dolor.

Pero el solo podía ver con añoranza y necesidad de entrar, pero no podía, sabía que por más que entrara y curara sus males su mente volvería a nublarse y volvería a ahogar su alma en las miserias de su día a día.

Tenía tantas cosas en la cabeza que sus piernas poco a poco empezaron a temblar y querían colapsar, llevaba horas parado y no había comido nada, llevaba días de insomnio ya que Gabriel lo necesitaba para ayudarle con papeleos y su poder de curación, al igual que sus medicinas y.. estudiar la anatomía humana.

Y de la nada, un sonido fuerte hizo al arcángel llevar su atención hacia su escudero, el cual se había desplomado en el suelo, su cuerpo temblaba levemente y el agarre en su espada era débil al igual que su propio cuerpo.

El arcángel respiro profundo y miro con tristeza a su acompañante fiel en el suelo.

Más de aquellas lagrimas benditas cayeron al agua, el arcángel mordió su labio y soltó a la mujer que estaba a su lado curando sus males, el arcángel se levantó, camino hasta donde estaba su gran acompañante y lo levanto poniendo sus manos en su rostro.

Estaba pálido, sus párpados apenas y se movían débilmente como los pétalos de una rosa al secarse.

Las lágrimas del ángel cayeron en el rostro de su escudero y solo respiro más profundo.

El guía ancestral, deidad de la curación, hijo de el Dios todo poderoso.

Un hijo y hermano de los angeles creados por Dios.

Sentía lástima por un humano tan insignificante que un día odio con todo su corazón.

¿Pero que había pasado ahora?

Ahora lo protegía más que a nada, lo cuidaba y velaba por el.

Estaba al pendiente de el y siempre buscaba su salud, aunque casi siempre fallaba ya que no entendía como funcionaba su cuerpo.

Ni siquiera el propio arcángel se creía tal suceso, cuidaba de un humano ajeno a su especie, lo trataba como si fuera tan importante como su Padre.

Pero no era así de importante.

Era insignificante.

Era patético.

Y asqueroso.

Pero el arcángel veia algo que nadie mas podia ver.

El aún veía aquella llama débil de el primer humano creado.

Aquel que fue piadoso y siguió al pie de la letra todo lo pedido por su gran padre, y hizo cosas que nunca pensó.

Incluso después de sufrir abusos por parte de una mujer en busca de poder, y el ese mismo arcángel y de uno de sus hermanos.

El arcángel podía ver lo dañado que estaba.

Fue el primero y el único que quiso buscar porque su alma estaba manchada.

Y siempre fue así.

Siempre vio un alma blanca comenzar a corromperse.

Aunque.

Mientras se sumergía con su escudero fiel en brazos podía notar que este mismo se acurrucaba en sus brazos.

Tal y como esa vez en aquel jardín lo hizo.

Cuando estaba en busca de el calor de alguien.

Aquella noche lluviosa donde el castigo celestial se hizo presente para 2 personas que el hombre había amado.

Uno más que al otro.

Pero los había amado sinceramente.

Algo que ninguno de los humanos descendientes de el mismo habían hecho.

Algo que nunca había visto.

Había amado de forma sincera hasta al más cruel.

Fue el primer humano que siguió al pie de la letra el evangelio de su padre.

" Perdona y serás perdonado "

Pero.. el arcángel sabía bien que el humano no había recibido el perdón que sana todo mal.

Porque su alma seguía herida.

Pero de alguna forma encontraría la forma de que esa alma pura y que supo seguir el santo evangelio, volviera a la vida.

Incluso si eso le costaba su propia existencia.

Ya que el sabía bien que el humano haría lo mismo.

Daría su existencia misma por salvarlo.

Ya lo probó 2 veces.

Muriendo 2 veces por el y por su amor hacía el.

Y esas dos veces lo devolvió a la vida haciendo que sufriera aún más.

Pero eso le hizo aprender muchas cosas.

Le hizo aprender que incluso si alguien le pedía que amara más a alguien que a él mismo.

Incluso si era su padre.

No debía juzgar.

Porque aquellos que le dijera que amara podrían ser lo que más quisiera en todo el universo.

No mas que su padre.

Pero si lo suficiente para saber que no cualquiera sería aquel inocente ser en sus brazos buscando un lugar reconfortante.

Buscando su calor.

No el de cualquier ángel más.

Buscaba el suyo.

Solo el suyo.

Aquel pequeño ser que sostenía en el agua curando cada uno de sus males buscaba y se aferraba a su calor y creaba un escudo perfecto para los dos.

Tal vez era invisible.
Y no los protegía.

Pero el escudo los mantenía unidos y juntos.

Y eso era todo lo que el arcángel necesitaba.

Renacimiento | Pensamientos de La Vida NuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora