↳ ੈ‧₊ ACTO 2

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Conforme pasaron las semanas, también lo hacía la vida de un estudiante como Ouma. Su dedicación al instrumento, por más superficial que fuese, rindió los suficientes frutos para dejarlos rendir el día de demostraciones individuales en el club.

Kokichi, nervioso hasta los huesos de enseñarle a Shuichi su progreso, se sentó frente al resto de la clase cuando llegó su turno. Era casi imposible respirar con la manera en la que decenas de ojos lo volteaban a ver con tanta anticipación.

―He estado esforzándome bastante para aprender... Espero que... Hmm...

El chico petite no fue capaz de terminar su oración gracias a lo acelerado que se puso su corazón. Estaba nervioso, ansiaba la aprobación ajena. Esta era su gran oportunidad para demostrarle a su profesor cuanto había avanzado y no podía desperdiciarla.

Así que, en vez de seguir hablando o abochornándose dentro de su cabeza, se colocó en posición y cerró los ojos, tomando una gran bocanada de aire.

No debía echarlo a perder ahora mismo... mejor dicho, no podía hacerlo.

Sin embargo, una vez comenzó a tocar, independientemente del buen inicio que tuvo su pieza musical, se dio cuenta de que incluso su mejor esfuerzo no era el suficiente.

Se equivocó en una nota y de ahí en adelante, comenzó a fallar más y más, haciéndole saber de su evidente derrota. Era ciertamente humillante, causando que sus mejillas se pintaran de color rojo.

Y cuando finalmente concluyó, el cuarto cayó en silencio.

Un silencio que no pudo hacer más que empeorar la turbulencia dentro de la cabecita del pelimorado... No podía haber sido tan malo, ¿cierto? ¡Se había esforzado bastante!

Y con la forma en la que todos le miraban, estaba comenzando a pensar que todo el esfuerzo realizado había sido en vano.

Ouma-kun, veo que has avanzado mucho, estoy orgulloso ―comentó con dulzura el profesor Saihara, sonriéndole al ver todo el esfuerzo que había puesto.

―Ouma-kun, veo que has avanzado mucho, estoy orgulloso ―comentó con dulzura el profesor Saihara, sonriéndole al ver todo el esfuerzo que había puesto

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―¿¡Huh!? ―el rostro del joven pelimorado se volvió rosado al instante. Suponía que, en ese caso, no había sido tan terrible como lo había pensado en un principio y ese hecho ciertamente le generaba una sensación placentera en el abdomen.

De ahí en adelante, su capricho con el docente solo creció aún más. Era un constante pensamiento en la cabeza del pelimorado pensar en cada aspecto de lo que lo hacía alguien tan único, tan fantástico.

Su rostro era tan gentil, su personalidad era agradable. No había algo que pudiera negar la atracción que sentía, lo tanto que pensaba en el a lo largo de la semana. Genuinamente, esta... infatuación, este enamoramiento era algo que lo motivaba a volverse mejor, a aprender más para poder enorgullecerlo de alguna manera.

Y, a pesar de que vivía sin descanso dentro de su cabeza, no era algo que le incomodara. Lo había impulsado a conversar de vez en cuando con él a pesar de la calidez en sus mejillas y el zumbido en sus oídos.

Así es como Kokichi había tenido la oportunidad de hablar sobre su banda metal favorita con el profesor durante uno de los recesos tras una pequeña coincidencia de intereses, y aquel evento solo logró alterar aún más su corazón.

Claro, la conversación había sido ligeramente incómoda debido a lo mucho que le temblaba la voz, pero no había salido nada mal.

La idea de que el Sr. Saihara hablase con él fuera del horario del club era... era fantástico. Tan fantástico, que fue lo único que estuvo en su cabeza desde el momento en el que sucedió, hasta el momento en el que se recostó en su cama para intentar dormir.

E incluso ahí, el jovencito no podía parar de pensar en el más grande objeto de su adoración.

¿Qué es lo que estaría haciendo el Sr. Saihara fuera de la escuela? ¿De cuáles otros pasatiempos disfrutaban? ¿Tendría una pareja para pasar el rato con él?

Aquel último pensamiento era quizá el que más le preocupaba, le entristecía el alma. Le causaba una debilitante sensación en el estómago que no le dejaba simplemente dormir.

¿Acaso no era raro estar celoso de una persona con la que no tiene más que un lazo de profesor y estudiante?

Pero, después de todo, Ouma sabía que lo que sentía era solo una infatuación común para los jóvenes de su edad... era solo eso, ¿Cierto? No podía haber otra explicación, ya que, dadas sus circunstancias, era consciente de que nada podría resultar de aquel enamoramiento a largo plazo. No era nada serio... como tener una relación o nada de aquella índole... seguramente.

Aun así, sabía que intentar algo con su profesor sería lindo a pesar de ser un amor imposible. Un alumno y su maestro... era una fantasía que le aceleraba el corazón, pero también causaba cierta pesadez en su pecho. Algo así jamás sucedería.

Dando vueltas en su cama, bajo la fresca noche de primavera, siguió pensando en lo que estaría haciendo el docente a aquellas horas de la noche. Podría estar dormido, o quizá tocando uno de sus muchos instrumentos musicales para ayudarle a dormir, tal vez estaría planeando el resto de su horario del mes...

Fuese lo que fuese, le traía confort saber que su mera presencia, el solo acto de hablar con él le llenaba de cariño el corazón, sin importarle lo improbable que sea lo que hay entre ambos

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Fuese lo que fuese, le traía confort saber que su mera presencia, el solo acto de hablar con él le llenaba de cariño el corazón, sin importarle lo improbable que sea lo que hay entre ambos.

↳ 🪈₊˚. ··· My Favorite Teacher »-Saiouma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora