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Mayte respiró hondo. Había algo que no podía entender y en cuanto se sentó en su lugar habitual del sofá, la terapeuta apenas necesitó preguntarle cómo estaban y ella levantó la mano. "Tengo algo que decir."

“Yo también”, se encogió de hombros Fernanda, y Mayte la miró desconcertada. "Pero tú puedes ir primero", asintió Fernanda.

“Chicas, es mejor que den un paso atrás y empecemos a analizar con tranquilidad qué está pasando con ustedes dos”.

Mayte se volvió hacia Fernanda. "¿Por qué tienes algo que decir ahora y no me lo dijiste anoche?"

"Porque lo pensé esta noche y imaginé que sería mejor discutirlo aquí", sonrió Fernanda. Ella se acercó y le apretó la mano. "May, no te estaba ocultando nada".

“Mayte, tú también iniciaste nuestra sesión declarando que tenías algo que decir”, señaló Luisella. Se levantó de su silla, se acomodó los rizos rubios y se dirigió a un rincón de la habitación, donde tomó una botella de agua de un pequeño refrigerador antiguo y se la entregó a Mayte. "Cuéntame qué está pasando".

Mayte obedientemente tomó un sorbo de agua y respiró hondo, luego le sonrió levemente a Fernanda: "Lo siento, no fue mi intención atacarte así".

Fernanda tomó su mano y la besó. "No hay problema."

Mayte se volvió hacia la terapeuta. "Anoche tuvimos una cita como sugeriste", explicó.

"Oh perfecto. ¿Como le fue?"

"Asombroso."

“Muy bien”, respondieron Mayte y Fernanda al mismo tiempo.

La terapeuta sonrió. “Bueno, es bueno verlas a las dos en la misma página sobre esto. Y es aún mejor saber que disfrutaron su tiempo a solas. -Mayte continúa. ¿Qué pasó?"

"Ella fue muy amable, me trajo flores y un libro... fue el clásico cortejo en la primera cita, excepto que tenemos una hija juntas, una casa y una cuenta bancaria conjunta".

Luisella se limitó a sonreír.

"Al final de la velada, nos besamos".

La sonrisa de Luisella se hizo más amplia. "Esta es una excelente noticia, que se sintieran tan cómodas al cruzar ese puente, especialmente tú, Mayte".

Mayte simplemente se encogió de hombros. “Sí, pero… estoy feliz por la cita y estoy feliz por el beso y yo… me encuentro deseando más a Fernanda. Y esto me da un susto de muerte y yo… a veces dentro de mí me duele”.

Fernanda hizo un claro movimiento de acercarse a Mayte, pero una mirada severa de Luisella la detuvo.

“¿Puedes intentar decirnos por qué?”

"La extraño", confesó Mayte. “Ese es el dolor que siento. Y, sin embargo, el siguiente paso lógico me asusta y…” levantó la cara y miró a la terapeuta. "¿Cómo sé que no volverá a engañarme?"

"¡May!" —exclamó Fernanda.

"Lo siento", suspiró Mayte y escondió su rostro entre sus manos. "Así es como me siento".

Cielo (Mayfer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora