Chapter 1

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Un mes antes...

Sus pasos resonaban por aquel pasillo lleno de puertas y luces blancas, no era la primera vez que visitiba el lugar sin embargo siempre le traía la misma sensación, una con la que no se sentía a gusto pero que debía controlar para poder cumplir con su trabajo. Aflojó el paso y trató de respirar tranquilamente antes de tocar la madera que lo separaba del hombre que era su superior, tres segundos después una voz rasposa y no muy agradable a su oido le ordenó entrar. Lo hizo despacio y tranquilo al menos en apariencia, cerró tras de si para finalmente enfrentarse al señor mayor que lo observaba con rostro serio, como siempre.

—Buenas tardes, acá estoy. —Habló con un tono moderado, aunque el tipo no le cayera nada bien y no le gustara su forma de dirigirse a sus subordinados, le debía respeto, era su superior.

—Ya veo, justo a tiempo. — No pasó por alto el sinismo en su voz, otro rasgo característico del personaje que le devolvía a mirada con suficiencia. Hunter contó hasta diez dentro de su cabeza, necesitaba paciencia, mucha paciencia, era solo un trámite, no más que eso.

—¿Para qué me necesita esta vez? —Sonó menos relajado de lo que quizo, sabía que debía comportarse pero simplemente no podía, eran años de soportar a un jefe que ladraba en lugar de hablar pero que por motivos que aún no comprendía, seguía siendo el director de la Estación General de San Diego.

—No te necesito, estás aquí porque pidieron tu colaboración para un caso...complicado.

—¿Qué caso? —No le gustó la mirada que le dió su jefe, no le gustaba para nada la forma despectiva en que le habló pero sobre todo, no le daba buena espina que usara la palabra colaboración, eso siempre implicaba que tendría que trabajar con alguien más o en su defecto, para alguien más.

—Eso vas a verlo en su momento, por ahora confórmate con hacerte la idea de que vas a tener que moverte, así que vete a casa ya, prepara maletas para un largo viaje y espera a que te llegue un correo con toda la información que necesitas para esto. No quiero preguntas, no quiero cuestionamientos, no quiero que intentes negarte, créeme, si de mi dependiera, enviaría a otro pero te pidieron a ti y...no puedo negarme cuando la orden viene de arriba.

El cerebro de Hunter trabajaba como una máquina, era demasiada información de un solo golpe. Cuando las órdenes "venían de arriba" poco o nada podía hacerse para evitar el rumbo marcado, era practicamente imposible librarse del trabajo que vendría y por lo general ninguna de las misiones que se otorgaban eran cortas o fáciles. Miró duramente a su superior por algunos segundos, la bilis se aglomeraba en su garganta de tan solo poner sus ojos azules sobre aquel rostro viejo y arrugado que tantos años llevaba viendo, había escuchado perfectamente lo que le había dicho y estaba cien por ciento seguro de que al hombre no le gustaría que hablara después de haber dicho semejante palabrería sin embargo no podía quedarse callado, necesitaba algo de información antes de largarse de aquella oficina. No se creía capaz de sentarse en su casa a esperar un jodido email con las instrucciones, debía saber ahora a que se estaba enfrentando.

—Debo asumir que todo está listo para que me sume a esta...tarea ya que no me ha dado la posibilidad de debatir, así que le voy a pedir cordialmente que me de un adelanto, necesito saber a que me expongo. —El silencio se instaló durante algunos segundos, el desagrado era mutuo, ambos lo sabían como también sabían que Hunter tenía razón.

—Dije que te va a llegar un correo con todo lo que necesitas saber, no tengo tiempo para seguir lidiando con tu falta de entendimiento. Retírate, Hunter y no vuelvas a poner un pie en esta oficina a menos que yo te lo ordene. —Hizo una pausa dramática, el ambierte estaba lo suficientemente tenso como para cortarlo con un cuchillo y aunque las dos personas presentes sabían a ciencia cierta que el menor tenía razones y derecho para ser informado adecuadamente, el superior simplemente se vanagloriaba de su poder para hacerlo enfadar, para menospreciarlo, para humillarlo. — No quiero que hagas quedar mal a la Estación, así que procura ser profesional y no andar metiendo la polla donde no debes.

El ojiazul tuvo que hacer un llamado a todas las fuerzas universales para le impidieran saltar sobre ese hombre y molerlo a golpes, odiaba tremendamente esa actitud déspota y sobrada pero sobre todo, odiaba a Daniels, nunca le había convencido como director y aunque no tuviera pruebas de nada en su contra, algo dentro de él le decía que no era trigo limpio, que escondía más de lo que dejaba ver. Le sostuvo la mirada por algún tiempo más, el justo para calmarse a si mismo antes de dar una respuesta que atrajera problemas, era sabido que no se toleraban pero tampoco estaba dispuesto a crear una situación más incómoda, no cuando su reputación y prestigio intachables estaban en medio.

—Su trabajo es supervisar el mío y en eso soy implacable, así que no tiene por que indagar en donde meto mi órgano reproductor, eso es privado y mi vida privada no le incumbe. Si no tiene nada más que decir, me marcho.

Dijo lo último con rabia sin embargo no alzó la voz, no iba a rebajarse a la altura minúscula de la indecencia de un señor que tenía más canas que educación, así que se retiró sin dar tiempo a escuchar réplicas, ya bastante tenía con la mierda de conversación anterior, no necesitaba más. Devolvió sus pasos por donde mismo había venido, pasaría por su propia oficina antes de irse a casa a esperar el jodido correo electrónico con las indicaciones. Debía asegurarse de que sus pertenencias dentro de ese lugar quedaran resguardadas, eso y recolectar cierta información que mantenía en carpetas ocultas dentro de su computadora, así que cerró con seguro la puerta antes de encender el ordenador y copiar a un disco externo todo aquello que no quería perder para finalmente apagarlo todo, guardar los documentos y salir de allí cerrando con una llave que solo tenía él.

—Hola Hunter, hace días que no tengo el placer de verte por acá. —Laira, la rubia encargada de repartir la correspondencia y que una lejana vez le abrió las piernas para pasar una noche caliente, se acercó con su mirada y andar gatunos. Era una mujer guapa, muy guapa, de esas que roban miradas y hacen a los hombres tener pensamientos sucios, lo sabía porque él mismo lo vivió. La miró sin mucho interés, no estaba de humor para lidiar con sus intentos de repetir, no era su estilo, no le importaba volver a revolcarse dos veces con la misma mujer.

—Y lamento decirte que no vas a verme en buen tiempo, así que te aconsejo que busques otro al que arrimarte, ya te he dicho antes que no me gusta repetir.

La rubia no pudo disimular el desagrado que le causó la agria respuesta, si bien Hunter nunca más le había dado pie a tener otro revolcón, ella seguía insistiendo, tratando de seducirlo hasta volver a tenerlo adentro. Era un hombre formidable, apuesto y muy alto, con hombros anchos y brazos bien proporcionados, un abdomen jodidamente marcado y un paquete reproductor de un gran calibre. Ella había quedado encantada con el sexo de aquella noche, con los orgasmos repetidos que le hizo tener, era lógico que buscara más, no todos los días una podía tener en su cama a semejante amante sin embargo, meses después de aquel lujurioso encuentro, no había obtenido nada, ni un mínimo de atención y si bien no ha podido lograr envolverlo nuevamente con su belleza y sus armas de seducción, era la primera vez que Hunter la trataba de una forma tan cortante.

—Eres un idiota, no tienes ni idea de la cantidad de hombres que morirían por follar conmigo. —Arremetió con rabia, en tono bajo y ácido sin embargo el de cabello oscuro volvió al ataque.

—Si supieran lo mala que eres haciendo mamadas, estoy seguro de que se morirían pero de la pena.

—Un día vas a caer a los pies de alguien y cuando eso pase, vas a darte cuenta de lo jodido que es. Te crees superior e inalcanzable, crees que nadie está a tu altura pero estoy segura de que vas a enamorarte y esa persona te tendrá comiendo de su mano. Se que no lo ves ahora porque no te interesa y estás demasiado orgulloso de que se arrastren detrás de ti pero vas a caer, Hunter y vas a sufrir como un hijo de puta porque te van a partir el corazón.

Tuvo que quedarse callado, no supo si por evitar una escena en pleno pasillo o por el hecho de que no esperaba semejante verborrea, lo que si tenía claro es que jamás se enamoraría de ninguna mujer, nunca ninguna tendría poder sobre él, la rubia tendría que tragarse sus palabras porque Adler Hunter no creía en el amor.

Testigo del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora