Las probabilidades de precipitación en el estado de Maine eran realmente bajas, a pesar de que durante todo el año el tiempo se mantenía nublado, ventoso y bastante frío, la lluvia no era directamente una amenaza cotidiana pero al parecer, el destino era un poco sádico y la mañana había amanecido más húmeda de lo esperado. Hunter maldijo su suerte, no era un hombre que disfrutara de estar encerrado y le enojaba que sus planes se vieran afectados por algo externo, en este caso la lluvia torrencial que caía sobre la ciudad de Portland y que le impedía salir a recorrer el lugar, quería hacer su propia investigación sobre los hechos y al parecer, hoy no sería posible.No había tenido la mejor noche de su vida, la última vez que miró antes de dormirse el reloj marcaba las cuatro de la madrugada y eso, sumado a que a penas eran las siete creaba la mezcla perfecta para disfrutar de un humor de los mil demonios. Después de ducharse con agua caliente salió de la habitación con destino a la cocina, necesitaba un café con urgencia o le daba la impresión de que sufriría un derrame cerebral. Sus pasos ya lentos debido al cansancio se tornaron aún más silenciosos cuando sintió un ruido, enseguida se puso alerta y su lado de agente salió a la luz, listo para atacar a cualquier amenaza que estuviera presente en el apartamento.
Su instinto asesino murió cuando sus ojos azules dieron con la causa de su alerta, ahí, de espaldas y vestido a penas con un calzoncillo de patas largas y una camiseta sin mangas, se encontraba su "protegido". El chico no se había percatado de que lo miraba desde el silencio y Hunter aprovechó aquella ventaja para observarlo, para analizarlo, se dijo. Quizás podría descubrir algunos rasgos que lo ayudaran a descifrar su personalidad, que le dieran alguna pista de como podía actuar ante cierta y determinada situación sin embargo su análisis se vió frustrado cuando el joven volteó la cabeza en su dirección súbitamente.
—Hice café, no le puse azúcar porque no me gusta, así que si quieres, le puedes poner tú. Hay tostadas en el horno y la mesa está servida con todo lo que encontré para desayunar. Estaré en mi habitación, solo te pido que dejes limpio lo que ensucies.
La frialdad que empleó para hablarle lo tomó totalmente por sorpresa, tanto que no pudo decir absolutamente nada y quedó como un idiota parado en medio del comedor, solo, cuando el chico pasó por su lado y desapareció en dirección a los dormitorios. La vena de su sien latía con irritación, definitivamente esto no era lo que tenía pensado que pasaría hoy, no estaba en sus planes ser tratado de forma tan cortante y eso le enojaba. Charlie o Asher, como realmente se llamaba, estaba provocando más sensaciones de las que estaba dispuesto a tolerar, tenía que hacer algo para cortar de una vez con aquella situación porque no estaba ni medianamente dispuesto a vivir seis meses de martirio.
Pensó ir tras él para dejarle claro quien era el que estaba al mando, para refrescarle la memoria sobre la suma de motivos por los que ambos tenían que estar en esta situación y quien era el culpable sin embargo no lo hizo, era demasiado temprano y había tenido una pésima noche de sueño como para amargarse más la mañana. Necesitaba café antes que cualquier otra cosa, ya dejaría la conversación con el idiota para más adelante. Puso su atención en la cafetera y caminó para servirse una taza, sin azúcar como le gustaba, irónicamente compartía ese gusto con Charlie.
Sobre la mesa había una amplia variedad de alimentos, mermeladas, mantequilla, jamones de diferentes marcas y consistencias. También había leche, jugo de naranja, algunas frutas surtidas y algo de lo que precía ser sémola, se preguntó internamente si el chico había preparado todo aquello por si mismo como había insinuado o si existía algún tipo de servicio privado que se encargara de preparar las comidas. Este último pensamiento le incomodó, no estaba dispuesto a tener gente entrando y saliendo del apartamento sin su consentimiento, ya lo sumaría a la lista de cosas sobre las que quería hablarle a Charlie.
Tomó un par de tostadas del horno y las preparó con algo de mermelada de frambuesa, al primer bocado tuvo que admitir que estaba delicioso, su paladar y su estómago le agradecieron enseguida, llevaba muchas horas sin comer algo sabroso. Optó por cortar un poco de jamón Black Forest, uno de sus favoritos y se sirvió un vaso de jugo de naranja, se notaba que era natural aunque no encontró restos de la fruta exprimida por ningún lugar de la cocina. Sus ojos divagaron por el apartamento, estaba ordenado y limpio, demasiado y aunque pudo notarlo cuando llegó la tarde anterior, realmente no se había tomado el tiempo suficiente como para detallarlo.
De repente el desayuno se atoró en su garganta, desde la noche previa estuvo sintiéndose incómodo, su mente trabajaba a una velocidad cósmica siempre. Toda su vida ha dedicado cada una de sus neuronas a encontrar detalles donde nadie más lo hace, quince años completos trabajando como agente, han hecho que sea prácticamente parte de su naturaleza y es por ello que cada segundo que pasaba desde que se vio envuelto en este caso, la situación se convertía en una molestia. A Hunter no le gustaban los cabos sueltos y Charlie le resultaba jodidamente deshilachado. La conversación que escuchó anoche había encendido la llama de la curiosidad y la desconfianza aunque a decir verdad, su naturaleza de por si era cerrada y no creía en nadie con regularidad.
Si juntaba ciertos puntos podía llegar a una conclusión precipitada pero no tan descabellada, quizás el heredero de la Farmacéutica Jansenn tuviera ciertos problemas con alguien, tal vez una ex novia o alguna amante celosa que estuviera tratando de obtener más de lo que el chico estaba dispuesto a dar y para hacerla callar armó todo este enredo del robo que salió mal. Era casi absurdo si lo pensaba bien, no tenía sentido, casi parecía una estupidez lo que su cerebro acababa de idear pero entonces...¿Quién era la persona con la que había hablado la noche anterior? ¿Qué tal si esa tal ex loca quiso vengarse de él por no obtener lo que quería y causó el incendio? Quizás sabía que Asher estaría esa noche en el Centro de Arte e intentó acabar con él. Mierda, Hunter estaba divagando.
Resopló, el café se había enfriado y el jugo ya no le parecía tan delicioso, su mañana estaba siendo una auténtica mierda y todo por la culpa del jodido Charlie. ¿Qué había sido aquel discurso más temprano? ¿Quién se pensaba que era para hablarle con semejante frialdad? ¿Acaso estaba intentando burlarse de él? No le gustaba, no le gustaba para nada su actitud y lo hacía divagar. No era más que un hijito de papá con demasiada basura debajo de la alfombra y una apariencia de muñeco de porcelana pero que estaba seguro, dejaría de lado en algún momento para mostrar su verdadera cara y cuando lo hiciera, Hunter estaría ahí para atraparlo, para desenvolver todo este enredo que no hacía más que molestarlo y hacerle perder el tiempo.
Miró hacia el exterior a través del cristal empapado, la montaña nevada que tanto le gustó observar la tarde anterior a penas se distinguía debido a la copiosa lluvia. Al parecer ni siquiera eso estaba de su parte, ni la preciosa vista que creyó lo ayudaría a desconectarse del mundo cuando lo necesitara. Hunter se sentía frustrado, estaba cansado, tal vez sería buen idea regresar a la cama para tratar de dormir algunas horas más, posiblemente si lo hacía, al despertar estaría de mejor humor y podría intentar tener algunas palabras con Asher, no para suavizar la situación o para disculparse, ya había decidido hundir al chico en su propia mierda y no se detendría hasta lograrlo pero algo era cierto, a los amigos había que tenerlos cerca y a los enemigos, más.
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Testigo del mal
RomantizmUn agente implacable y dedicado a su trabajo se ve atado a la inevitable convivencia con un joven protegido por el gobierno. Años de experiencia le indican que este caso no es tan simple como se lo presentaron, siente que hay algo escondido, una ver...