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Al mirar los ojos de su jefe todo lo que había creído como correcto se fue a la basura, se acerco lentamente a los labios del otro y cuando estuvieron a punto de tocarse un destello de decencia pasó por su cerebro y se alejó.

Trató de levantarse del escritorio en el que anteriormente estaba sentado pero, no lo logro ya que Minho lo tomó de la cintura y lo acomodó mejor en el.

— No puedes dejarme así — Habló en CEO en un susurro cerca de los labios de Felix — Que me provoques de esta manera no es sano, te juro que si no te beso ahora mismo y te hago mío encima de este escritorio voy a  enloquecer, desde que nos besamos no he podido dejar de pensar — Mencionó suave, sin presionar al más bajo.

El castaño lo pensó por unos segundos y aunque consideró la idea de irse y no volver a dejar que aquella situación sucediera de nuevo, era mucho más tentador quedarse y que Minho cumpliera todas las fantasías que había estado teniendo los últimos días.

— Si me quedo ¿De verdad va a tomarme en este escritorio? — Preguntó fingiendo cierta inocencia. Ambos seguían igual de cerca a punto de besarse.

— Te lo juro — Ninguno de los dos dijo absolutamente nada más. Juntaron sus labios en un desesperado beso que deseaban con ansias.

Felix desató la corbata del CEO y Minho comenzó a quitar el saco del más bajo, el beso continuaba y de vez en cuando tomaban un poco de aire.

Las cosas estaban calentándose de más, Felix ya sin saco, con la corbata a medio quitar y los labios rojos, su jefe, por su parte estaba todo despeinado, sin corbata y el cinturón abierto al igual que unos cuantos botones de su camisa también.

De pronto el pelinegro tiro con una de sus manos todo lo que había encima del escritorio, para después recostar a Felix en el.

Siguieron de aquella manera, el castaño recostado en aquella madera, con la camisa abierta y el más alto dejando marcas por todo su cuello y pecho. Ambos estaban emocionados y bastante excitados por la situación, llego el momento, Minho tenía su pene completamente erecto entre sus manos y Felix lo miraba deseoso, sin embargo, decidió tomar la iniciativa y se levantó de aquel lugar.

Tomo la mano de su jefe y lo dirigió hasta la gran silla negra en la que solía sentarse a trabajar, lo empujó un poco y lo sentó en ella. Él se alejó unos pasos mientras tenía aquellos ojos curiosos sobre su cuerpo, bajo sus pantalones junto con su ropa interior y después cuando Minho no lo soporto más se acercó arrastrando la silla y jaló de la mano de su empleado.

Felix se acomodó a horcajadas sobre el otro y tomó aquella gran erección para ponerla dentro de su cavidad, Minho en algún momento puso un preservativo, pero el castaño estaba tan metido en el placer que no se dio cuenta.

El ritmo de las estocadas era de acuerdo al gusto del más bajo hasta que Minho se desesperó de aquella tortura ya que la lentitud era algo que el otro estaba haciendo para volverlo loco.

Lo tomó de la cintura y se levantó pegándose a una de las paredes de aquel lugar, se besaban, se acariciaban, se entregaban.

Poco después ambos llegaron al clímax del momento y Minho se sentó de vuelta en la silla.

Una vez sus respiraciones se calmaron se dieron cuenta de lo que había sucedido, ahora todo sería más extraño y complicado de lo que ya había sido después del beso.

Minho siempre había llevado una vida tranquila, sus abuelos fundaron la empresa que dirige actualmente y desde que tiene memoria su padre trabajo ahí para después heredarla él, su madre siempre se encargaba de todo lo demás y los fines de semana l...

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Minho siempre había llevado una vida tranquila, sus abuelos fundaron la empresa que dirige actualmente y desde que tiene memoria su padre trabajo ahí para después heredarla él, su madre siempre se encargaba de todo lo demás y los fines de semana la pasaba con sus dos progenitores, sus abuelos y a veces sus tíos.

Su infancia fue increíble y amo cada segundo de ser niño, fue completamente feliz a diferencia de Felix, que siempre buscó huir de los niños que lo molestaban en la escuela, lo golpeaban, se burlaban de él y como siempre fue alguien "débil" nunca logró defenderse así que siempre fue bastante alejado al mundo del que los demás disfrutaban.

La adolescencia fue la peor etapa, el castaño utilizaba brackets, lentes y sin mencionar que tenía un grave caso de acné además de ser muy bajito comparado con los demás mientras que el pelinegro era popular, guapo, sociable y muy querido por todos en su escuela.

Hasta que pasaron los años y ahora Lee Felix era un ser hermoso tanto físicamente como mentalmente, todo en él se sentía correcto y deseaba que todos aquellos que le hicieron daño y se los permitió, pudieran verlo ahora que era una persona completamente diferente, él había florecido y de la mejor manera.

A pesar de todo eso aprendió a ser feliz y ahora lo estaba logrando, tener su propio espacio lo entusiasmaba y ver en lo que se había convertido lo enorgullecía.

Era increíble como esos polos opuestos se acababan de atraer por una de las fuerzas más poderosas y apasionantes de las que existen, aunque también puede ser de las más dolorosas y dramáticas. 

El amor.

Porque a pesar de que ellos aún no reconocían ese sentimiento y se nieguen a sentirlo por el otro, las cosas ya estaban pasando y no había marcha atrás. Acababan de tener relaciones sexuales y los dos se volverán adictos al otro sin haberlo planeado. 

Felix se había quedado dormido encima de Minho, lo cargó para poder recostarlo en el sillón de su oficina, no sin antes haberlo vestido y limpiado, él se hizo lo mismo y cuando estaba a punto de recostarse junto con el castaño, su celular sonó. 

Rachael 

Rachael 

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Mi jefe, ¿Tú prometido? - MinlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora