Era de mañana y estaba Fujin a tu lado, no sabías si realmente estaba durmiendo así que no diste mucha importancia. Tomaste una ducha rápida para iniciar tu día.Tan pronto como regresaste, viste a Fujin relajado leyendo el libro que simulabas leer ayer.
Fujin: Raiden quiere hablar con nosotros.—dejó la lectura a un lado.
— Con nosotros, te refieres a.. ¿los dos?—acomodabas tu cabello.
Fujin: Sí.—te observó.
— Fecha y hora.—guardabas una sonrisa bromista.
Fujin: Ahora mismo.—se levantó.
— ¿Por qué la seriedad? ¿Es algo malo?—hablaste volteándolo a ver.
Fujin: No estoy seguro, no sonó muy alegre por así decirlo.—mencionó levemente preocupado.
— Lord Raiden nunca está alegre.—soltaste un pequeño suspiro.
Fueron con Raiden para saber de que se trataba el por qué de tener que hablar.
— Lord Raiden, ¿pasa algo?—preguntaste con Fujin a tu lado.
Raiden: ¿Podrías salir unos momentos __?—te indicó por lo que asentiste y saliste.
Estabas nerviosa, podías oír algunas palabras sobre lo que decían.
Raiden: Fujin, no puedes seguir con esto.—ordenó firme.
Fujin: No estoy entendiendo.. Raiden.—respondió confuso.
Raiden: Pensé que funcionaría, pero deberías dejar de relacionarte con ella.—insistió.
Fujin: Está funcionando hermano, no veo la parte que no te agrade de esto.—frunció el ceño.
Raiden: Es por tu bien y el de ella, no puedes establecer lazos con una mortal.—exigió.
Fujin: ¿Qué es lo malo que ves?—cuestionó molesto.
Raiden: No sabemos bien sus orígenes, además, no puedes descuidar la tierra por una mujer.—se cruzó de brazos
Fujin: No estoy descuidando la tierra, no la voy a dejar.—apretó sus puños.—¿No me apoyabas, hermano?
Raiden: Lo hice, hasta que me di cuenta de que causarían problemas.—explicó fríamente.—Déjala ir.—se retiró.
Habías escuchado todo, no querías pensar en tener a Fujin lejos de nuevo y esta vez para siempre. No podías evitar esto tal vez, tampoco podías evitar derramar algunas lagrimas como máximo, así que solo trataste de aguantar viendo salir a Fujin.
— ¿Sucedió algo?—tenías la voz apagada.
Fujin: Solo.. misiones.—te sonrió ligeramente.
— Bueno, está bien.—contestaste seriamente.
No sabías que hacer en este momento, querías a tu amado contigo siempre, ¿dónde quedarían las cosas que pasaron y tuvieron?
Estabas desolada.
— Estaré sola un momento.—estabas a punto de irte.