PRÓLOGO

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  Imaginemos un futuro, no tan lejano, en unos veinte o treinta años, tampoco tan caótico como se especula actualmente, donde las cosas no salieron tan mal. La vida en algunas zonas volvió a ser sencilla. Se logró preservar la fauna y la flora, solo en las capitales, grandes bloques de hormigón. Era notable el gran y significativo avance tecnológico.

  Esta historia está situada en Argentina, lejos del gran Buenos Aires, más al sur en la Patagonia, provincia de Río Negro, donde se escondían varios pueblitos pintorescos. Uno en específico tenía la característica de solo estar conformado por mujeres, aunque eran peculiares. Todas poseían algún don sobrenatural y facilidad con la magia y espiritualidad, básicamente un poblado de brujas.

  Hasta que un día, un hecho sorprendió al país, incluso llegó a ser noticia nacional el nacimiento de un varón. Aunque no era la primera vez que sucedía, hacia 20 años había nacido otro hombre que se había marchado muchos años antes.

  El bebé fue bautizado como Jimin, que creció como cualquier niño normal sin presentar anomalías. Todas las niñas descubrían su don en la preadolescencia, pero se podían percibir algunos síntomas en la niñez. Sin embargo, Jimin nunca obtuvo ninguna gracia, aunque esto no sorprendió a nadie.

  La sociedad en el poblado era normal, no era como un cuento de hadas, todas las brujas tenían trabajos normales. La escuela tampoco era espectacular, lo que uno se imaginaría como Hogwarts en realidad era una escuela común y corriente como todas. Igualmente, Jimin se sentía excluido, era lógico, el único varón, el único sin don; aunque no lo discriminaban, sentía que no cuadraba. Desde pequeño conservaba la esperanza de que su dote se manifestara, aunque hiciera como que no le importara. Pensaba que su don se desarrollaría más tarde, como biológicamente los chicos se desarrollan más tarde que las chicas. Al final nunca pasó nada, Jimin creció como un joven normal, más retraído que el resto, pero igualmente bueno.

  Las brujas no tenían una reproducción normal, cada cinco años un grupo de canastas con bebés dentro llegaban a la costa, literalmente salían del lago y nadie sabía de dónde venían, todo muy fantástico para la sociedad en la que vivían. Jimin sabía que él no venía de ahí, siempre lo supo, por eso no le sorprendió cuando su madre a los quince años le confesó que había sido concebido gracias a su unión con un humano. En su momento la conversación quedó en el olvido, pero lógicamente el adolescente sentía curiosidad por su ascendencia. ¿Quién era su padre? ¿Qué pasó entre sus progenitores?

  Ya en los principios de su adultez, con dieciocho años, decide emprender el viaje de su vida que resolvería las dudas de su origen.


© CRINGEM4N

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