ΟΟ1࿓

17 3 0
                                    


- ¿No te parece un montón Buenos Aires? - dijo su madre afligida.
Le alegraba que su hijo busque la independencia, pero como cualquier madre rechazaba la idea de que su bebe ya era un adulto. Jimin siguió armando las valijas e ignoro a su progenitora.

-No es lo mismo que acá, me preocupa que no le sigas el ritmo.

-No te preocupes ma, es por mi bien, ya no tengo nada que hacer acá.

Comprendía los comentarios de su madre, él también tenía miedo, pero sentía que si se quedaba ahí iba a deprimirse demasiado, sinceramente no se imaginaba lejos de sus bosques y montañas, pero debía irse.

A la tarde de día siguiente iría a la terminal para tomarse el colectivo que lo llevaría a su destino, así que después de almorzar con su madre decidió dar una última caminata por el pueblo.

Camino por las calles encontrándose con un montón de alumnas saliendo de su antigua escuela, un sistema de nostalgia lo invadió, tampoco que era tan solitario en la escuela, recordaba con cariño todos esos momentos tontos con sus compañeras que habían tenido lugar hace tan solo un verano. Siguió su caminata hasta salir del pueblo para internarse en la planicie boscosa, todavía no hacia frio, el clima era muy agradable.

Llego hasta un árbol que daba hacia un paisaje muy hermoso, típica imagen de un lago cristalino con una montaña en el fondo, allí se sentó y saco su libreta de dibujos, solía dibujar, pero había perdido la destreza, generalmente dibujaba animalitos típicos de la zona, aunque en ese momento intento plasmar la imagen que tenía en frente, hago énfasis en intento porque luego de unos minutos sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas. Jimin amaba mucho, amaba a su madre, a todas las mujeres que lo criaron, al pueblo y paisajes que lo vieron crecer, aunque tenía demasiadas ganas de irse se encontraba en ese momento antes del adiós, quería quedarse, aunque eso fuese un sentimiento momentáneo.

Finalmente, llego el día, el colectivo partiría a las cinco de la tarde y llegaría a Buenos Aires al anochecer de día siguiente. Le daba miedo llegar tan tarde, las capitales solían ser muy inseguras.

Abrazo a las dos mujeres que fueron como sus segundas madres y a su madre, esta, que estaba muy callada, rompió en llanto al sentir el tacto.

- ¡Mucha merde! - dijo mientras se secaba las lagrimas

Era una escena típica de película, dramática e incluso un poco graciosa, si el de la despedida no hubiese sido él, estaba seguro de que le habría dado mucha vergüenza ajena.

Se subió al colectivo, luego de unos minutos este comenzó a andar, para su suerte le toco el asiento de la ventana, pudo observar como el crepúsculo convertía a las montañas en tonos amarillos y anaranjados.

Afortunadamente logro dormir casi todo el viaje, se despertó en una parada para ir al baño y comer algo. Finalmente llego a Buenos Aires a las 08:00 de la noche y tardo una hora más de viaje en taxi para llegar a donde se estaría hospedando, era la casona de un viejo amigo de su madre que conoció en su alocada juventud.


La zona le pareció aterradora, la oscuridad y los ladridos de los perros le pusieron la piel de gallina. Le pago al taxista y bajo del vehículo, quedándose solo con sus valijas en la siniestra calle, se acercó a la casa para confirmar que era la correcta, al ver que lo era se dispuso a tocar timbre, pero en este estaba escrito con liquipaper "no anda".

Estuvo afuera quince minutos, cada tanto golpeaba la puerta sin obtener respuesta, para ese punto su mente empezó a maquinar, ¿Y si lo habían engañado? El no conocía al tipo y ya se estaba imaginando escenarios de el mismo vagando por las calles pidiendo limosna o muerto en una zanja. Los ladridos imparables ya lo estaban empezando a desesperar, tenía ganas de llorar, lo que lo hacía sentir un idiota.
Luego de una larga espera el portón negro de metal se abrió, Jimin entro esperando encontrarse con alguien, pero no había nadie, se suponía que era un garaje sin techo, aunque no había ningún auto, temía haberse metido en una casa cualquiera, cuando hizo el amague para salir el portón se cerró solo haciendo un estruendo, lo que casi provoca que se le salga el corazón.

Volvió a su posición original y en una de las paredes de ladrillo sin revocar visualizo un cartel que decía "cuidado con el gato", justo arriba de este donde terminaba la pared, se encontraba un gato cálico mirándolo fijamente con sus ojos verdes brillantes, le generaba mucha incomodidad, Jimin le tenía miedo inexplicable a los gatos, no sabia porque, su pueblo estaba lleno de estas criaturas.

El gato bajo del paredón y empezó que caminar alrededor de Jimin, que estaba muy pálido. El felino paro en seco luego de dar una vuelta, prosiguió a largar un maullido maquiavélico y a toar una posición de ataque.

Jimin estaba incrédulo, le podían haber pasado un millón de cosas, pero nunca pensó que seria atacado por un gato.
Justo antes de que el animal pudiera atacarlo llego su salvación.

-¡Fuera bicho!- exclamo un señor panzón que había salido de la oscuridad, haciendo que la bestia huyera despavorida.

El miedo finalmente abandono su cuerpo encontrando seguridad en aquel hombre.

-¿Vos sos Jimin, no? Pasa nene.

El señor tenia un rostro redondo y los ojos achinados, su expresión era simpática.

-¿Cómo esta tu vieja? Hace años que no la veo.

-Esta muy bien, dice que esta eternamente agradecida con que me deje quedarme acá.

-No hay problema, yo le debo mucho a tu mama.

Cenaron juntos, mientras mantenían una charla muy animada, aunque era Oscar, el dueño de la casa, el que más hablaba.

Al parecer vivía con su sobrino, quien no se encontraba en la casa en ese momento, pero que tenían la misma edad, esperaba poder llevarse bien con el muchacho.

Oscar lo llevo a su habitación para que pudiera acomodarse, temía no poder dormir, pero afortunadamente logro conciliar el sueño de forma instantánea.

© CRINGEM4N


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CÁLICO ★ kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora