VIII - La fuerza

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Oh, febrero, el mes más festivo del año, con sus primeras semanas llenas de chispeante energía de carnaval culminando en pasividad y devoción con el inicio de la cuaresma, en una de sus renombradas capitales, Río de Janeiro, la fiesta daría inicio días antes, con la música zumbando en el aire y sirviéndose caipiriñas en las calles para entrar en ambiente, hombres y mujeres sambando mientras se preparan los gigantescos automóviles decorados para el desfile de la fiesta más grande del mundo, por su contraparte angloparlante, la variante estadounidense se prepara para celebrar en un solo día, dedicándose a lo largo de los meses en organizar las coreografías de las bailarinas, confeccionando los vestuarios recubiertos por gemas y, con corta antelación, preparando las diversas comidas que se ofrecerían en las aceras de las calles, el Mardi Gras ubica a Nueva Orleans en el mapa como ninguna otra cosa lo haría.

Los trabajadores recibieron el privilegio del feriado como un obsequio, permitiéndoles gozar de la felicidad que duraría todo el día, claro, aquello exceptuaría a ciertos empleos que debían mantenerse activos para prosperar como los negocios de comida y las noticias escritas, es por ello que Alastor gastó cada minuto de su mañana en mantenerse reportando los eventos de la ciudad, por supuesto el foco de atención fue el Mardi Gras, que cada año pasa desapercibido como elefante en una  habitación, es decir, no pasa desapercibido, la festividad mantuvo a los civiles alegres y entretenidos, así como a sus compañeros de trabajo farfullando y rezongando por desear estar ahí en vez de encerrarse a trabajar, sin embargo él, manzana verde entre rojas, prefería estar en su cabina reportando avisos viejos, del día anterior, y frescos en vez de estar divirtiéndose con bebida y brillo y colores, ¿Quién quiere ver grandes carrozas modelar en toda la ciudad y ver a las jóvenes decoradas mover sus piernas sin parar? Él no, sin duda que ya tiene su cielo en aquél edificio y en sus controles y su micrófono,  y en alguna parte del inframundo, es solo que aún no se había dignado a aparecer.

No obtuvo un descanso de aquella celebración en ningún momento desde su despertar, incluso en su momento de receso musical, él no encontró receso de las canciones movidas y un swing acelerado, tal vez se había agotado ¡y eso que él ama el swing! Giró en su silla un par de veces esperando por el fin del cuarto de hora musical, el ruido de las rueditas se fundió con la música y lo encontró poco menos a desagradable, desde las grandes ventanas de la cabina pudo admirar las multitudes de personas en las calles por sobre las saturadas aceras, todas vestidas de colores y con serpentinas colgadas por cada lugar en que se pudieran posar, era así todos los años, tal vez hablaría de más si dijera que esperaba tener algo de entretención aquella fecha, alguna entretención corta y de rubios cabellos, algo con lo qué divertirse, a su manera plúmbica, la manzana verde sigue siendo manzana después de todo.

Como todas las veces el señor Vox, padre, ingresó a la habitación, solo y sin compañía, su usual esquema de colores de rojo, negro y blanco, habían sido reemplazados por dorados y celestes brillantes por purpurina, contagiado de la energía de carnaval, incluso colgaba de su sombrero alguna que otra decoración de papel brillante, demostrando que había estado fuera de la estación durante las últimas horas.

- "Oh, Alastor, recuerde que su turno termina pronto." - Recordó con una voz simpática y alegre, su respiración se encontró algo perdida, había estado bailando.

- "Señor, usted sabe que preferiría  quedarme en la estación a trabajar."

- " Qué va! Debes de disfrutar del carnaval, anímate, aún eres joven." - Lo animó tal cual el año anterior, para el bigotón, él había sido joven durante 7 años ya. - "Además, aprovechemos para que Víctor practique, ese muchacho debe aprender de responsabilidades, que se le seque de garganta por trabajar en vez de andar gritando las 24 horas de el carnaval." -

Algo contradictorio, pues el había estado todo lo que llevaba de la mañana en el carnaval, celebrando la fiesta y danzando y bebiendo licores ligeros aquí y allá, pero quien era para contradecirlo, una tarde libre no le vendría mal y podría aprovechar para realizar de sus fechorías con toda la distracción del carnaval, sin duda haría de la fiesta algo productivo.

Barajas [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora