INFANCIA

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Desde pequeño soñaba con ir a la luna, con contemplar las estrellas de cerca, con subirme a un cometa y recorrer el planeta, sueños que produce la inocencia de un niño, sueños de los que nunca fui testigo, en mi casa era prohibido soñar, era algo de tontos que fantaseaban con la realidad, al menos eso decía mi mamá.

A los 5 años de edad vi a mi padre huir de casa y a mi madre como en el alcohol se ahogaba, como era maltratada por un nuevo hombre que no la valoraba, los gritos de mi madre al ser golpeada solo desgarraban mi alma y con la impotencia de no poder hacer nada suplicaba a Dios que parara pero al parecer él no me escuchaba o quizás no le importaba. los problemas en casa no faltaban, discusiones constantes eran las razones de mis desvelos, el llanto era cómo lluvia que caía de el cielo, los golpes eran la manera de decir "te quiero."

Mi familia no era de mostrar amor, crecí con la ausencia del afecto, con la falta de cariño, eso hizo que mi corazón se volviera frío, mi alma se había desvanecido, cuidaba de mis hermanos sin que antes alguien cuidara de mí, aprendí a sobrevivir sin antes vivir, y así mi vida fue infeliz.

Cada día era un martirio, mi madre me mandaba a trabajar teniendo sólo 11 años de edad, me quitaba el dinero para alcohol poder comprar, la madurez me llegó a temprana edad, sabía distinguir lo bueno y lo malo y saber en qué camino andar, estuve rodeado de tanta maldad, de tanta violencia y drogas que hasta yo llegué a comprar para los demás, era un niño y nadie iba a sospechar, recorría largos caminos para poderla obtener aunque nunca la usé, decidí estudiar pues era bueno en eso, sabía que andando en la calle terminaría muerto o quizás preso, nunca tuve el apoyo de mi mamá, nunca se presentó a una reunión escolar, tenía buenas notas, pero no tenía a nadie que se las pudiera mostrar, mi sueño siempre fue ayudar a mis abuelos, eran los únicos en los que encontraba consuelo, acompañaba siempre a mi abuela cuando debía viajar, ya estaba viejita y las bolsas no podía cargar, yo era su ayudante, su seguridad, me motivaban a seguir adelante, decían que el éxito no vendría sin sacrificio, que si deseaba algo no debía darlo por perdido, que confiara siempre en mí y en mis instintos, que un día el mundo sería testigo de todo lo que había logrado.

Mantuve ese consejo dentro de mi mente y hasta el día de hoy lo tengo presente, aunque mis años aumentaron pues ya tenía 15 años los problemas nunca me dejaron, se conservaron en buen en estado e incluso empeoraron, fui testigo de peleas entre mi misma familia, en ellos habitaba la envidia y la codicia, se quitaban la vida por permanecer a diferentes pandillas, sabía que tarde o temprano yo caería en lo mismo, por más alejado que estuviera al final la maldad corrompe a cualquiera, debía escapar de ese lugar si quería resaltar y ser diferente a los demás, tuve que emigrar a otro país buscando una mejor vida para mis hermanos y abuelos, el camino fue de lo peor, vi tantas muertes a mi alrededor, a personas que eran maltratadas sin ningún perdón, quería regresar a casa pero ya estaba en un punto sin retorno, al llegar al nuevo mundo todo cambió, mi personalidad había cambiado, ya ni siquiera pensaba en mí mismo, extrañaba a todos los que dejé atrás, quise ayudarlos pero no podía trabajar y eso me llenó el alma de tristeza, eso me nubló la mente, me alejé completamente porque no quería que supieran que la estaba pasando mal, fingía una sonrisa y les mentía, les decía a mis abuelos que pronto volvería y por más que quería no podía regresar, sabía que el tiempo pasaría y que en cualquier momento la muerte me los arrevataria y que no estaría ahí para poderme despedir, y eso me dolía porque cada minuto que pasara, cada navidad que experimentara ellos estarían a kilómetros de distancia, eso me hizo odiar la navidad porque el tiempo pasa y no perdona, sobre todo no retorna.

Volví a ver a mi padre después de 10 años, siempre pensé en que pasaría si lo volviera a ver, tuve mucho que decirle pero la ira y el rencor me lo impedían de nada serviría reprocharle cosas, no cambiaría nada, él ya tenía una nueva familia y eran felices, mientras que la mía se hundía cada día.

Nunca me acostumbré al nuevo lugar ni siquiera a su idioma y es que no me importaba, recorrí un largo camino y me impedían hacer lo único por lo que había venido y eso me afectó, me escondí en un cuarto convirtiendolo en un refugió, alejándome del mundo exterior sin ver la luz del sol en la oscuridad consuelo encontré, ya ni siquiera quería ir a la escuela, temía conocer a gente nueva, una rutina emergió y la odié durante 3 años.

LAS CICATRICES SON ETERNAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora