El Jardín.

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No tengo un recuerdo exacto desde cuándo comenzó a suceder, solo que estaba muy presente en mi como el resto de las cosas.

Al parpadear observando al pasillo mi hermano se asomó regresándome la mirada, mi "hermano mayor".

Quizás fue mi sensación de soledad al estar siempre en casa la que quizás me llevó a comenzar a imaginarlo, él tenía unos llamativos ojos azules que se veían llenos de curiosidad y no tenía más de nueve años. Desde que tengo memoria lo he visto cerca de mí y mis padres solían asustarse al verme sentada en una esquina de mi habitación murmurando mientras conversábamos, al preguntarme con quién hablaba yo solo respondía "Hermano Mayor".

Nunca me habían hablado de él y no había forma de que pudiese conocerlo de otra manera.

—¿Qué estás dibujando? –La voz suave del rubio la sacó de sus pensamientos, ahora se encontraba de pie junto al escritorio de la habitación—.

—Es solo un bosque con algunos conejos.. –Ella respondió aún coloreando con su mirada en la hoja blanca, nunca sintió nada extraño hablando con su hermano—.

—Pues no lo parece –Hizo una mueca y luego alzó los hombros moviendo una mano frente a la menor para llamar su atención– Para dibujar la naturaleza, debes estar en la naturaleza, acompáñame.

Lo seguí caminando en silencio por toda la casa hasta el jardín, donde me señaló una de las pequeñas palas que usaba mamá para mantener hermosos sus rosales y con extrañeza la tomé antes de recibir la orden de cavar en un lugar exacto que él señalaba. No entendía por qué era necesario hacerlo, pero mi curiosidad era alimentada por eso y cavé, cavé encontrando lo habitual; rocas, raíces secas e incluso algunas lombrices hasta llegar a algo extraño. Entonces usé mis manos sintiendo una tela rígida que jalé con fuerza hasta lograr sacarlo, era una mochila.

Él sonrió.

Coloqué la mochila sobre el césped sin remover y la observé, se veía bastante maltratada pero solía ser roja y tenía la cremallera oxidada impidiéndome poder abrirla, pero se sentía algo pesada y sabía que habían cosas dentro.

—Bueno, nos ocuparnos de eso después –Él miró la mochila con tranquilidad, cuando estaba por decir algo más fue interrumpido por una segunda voz que provenía desde la casa—.

—Demokratische! –Fué nombrada por la mujer de piel carmesí que bajaba los escalones al patio, sus ojos fríos analizaron a la menor– ¿Por qué te vas sola?, me diste un susto.

—No estaba sola. –Pero al girar para señalar al otro niño este ya no estaba allí, ni la mochila… o el hueco que hizo en la tierra al cavar—.

Mi madre me tomó de la muñeca con su mano fría y me hizo caminar hasta mi habitación sin decir más.

Llamado Atemporal  ||Germany Countryhumans||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora