Mi Habitación.

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Nunca me gustó mi habitación, ni siquiera cuando era niña, había algo en ella que no me gustaba. Como una mala energía que me hacía sentir incómoda, mucho menos el cambiador del armario, era un proceso incómodo tener que entrar allí y solo podía cerrar los ojos dándome prisa.

La sensación de estar allí era sofocante, tanto que prefería salir de allí a pasos suaves en la madrugada y dormir en el sofá, regresando poco antes del amanecer para que mis padres no lo notarán.

—.....¿Tienes miedo de eso, verdad hermanita?.. –Habló el más bajo, simplemente dejándose ver sentado en la silla giratoria del escritorio, mirándola de reojo y luego nuevamente al armario– A veces, necesitas enfrentar tus miedos…

Entonces se levantó y caminó despacio, deteniéndose a un lado de las puertas y haciéndome una señal para que las abriera, yo creía en todo lo que me dijera así que lo hice, entré caminando lento en el espacio sombrío y entonces la puerta se cerró detrás de mí.

—¡Hermano!, ¡Hermano quiero salir! –Demokratische lloró nerviosa y se dejó caer sentada en el suelo para abrazar sus rodillas y esconder su rostro lloroso como si eso pudiera protegerla del miedo que sentía—.

La sensación de miedo se estaba apoderando de mí, todo estaba en silencio… pero no era un silencio bueno ni pacífico, sinó un silencio tenso que cala hasta los huesos como el aire gélido del invierno. Casi como si hubiese algo cerca observando. Pegué más mi espalda a la pared y traté de distraerme golpeándola suavemente con la punta de mis dedos en pausas rítmicas, había una sección que encontré, sonaba diferente al resto de la pared fría, como si estuviese hueco.

Sentí un repelús en la espalda hasta que la voz de mi padre desde la sala nombrándome como llamado para cenar, me hizo salir de la burbuja, tuve que reunir el coraje para levantarme a ciegas y empujar las puertas del armario. Mi hermano no estaba ahí, nadie estaba ahí, por lo que seguí hasta ver a mis padres ya sentados a la mesa.

—Vi que tienes un lienzo secando en el patio, las rozas que pintaste se ven bonitas –El hombre de voz ronca decidió hablar mientras aún cortaba la jugosa carne en su plato, no era el tipo de persona que hacía mucho contacto visual por la frialdad de su mirada—.

—...Gracias, mi hermano me dijo que me quedaría mejor si lo hacía mirando a las reales.. –Musitó la pequeña rubia con normalidad mientras se servía puré de papas en su propio plato, algo ausente dentro de su mente—.

Entonces la expresión de ambos cambió a una de notable incomodidad y disgusto.

—Ya no queremos que hables sobre eso, Demokraticheskiy. –URSS miró finalmente a su hija con seriedad, aunque uno de sus ojos estaba cubierto por un parche, era suficiente para intimidar a cualquier persona y la niña no fuese una excepción—.

Aquello fue suficiente para que me quedara callada hasta el final de la cena y volviese a mi habitación vacía.

No volví a hablar de ello.

Llamado Atemporal  ||Germany Countryhumans||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora