Capítulo 3-El principio del fin

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Adán no podía estar más feliz y preocupado al mismo tiempo, tal vez sea la primera vez en la historia que el ser humano enfrentaba dos emociones al mismo tiempo; El caso era que su relación con Eva no era la mejor, debido a lo que paso con Lilit, él no quería arriesgarse a dejar sola a su nueva esposa, por lo que la controlaba cuál objeto, y cuando ella lo cuestionaba él respondía con desdén no sabiendo el concepto de ser grosero, dando a entender que ella no decía más que tonterías; Acaso no era suya? ¿No debería de hacer lo que él dijera?

Ella lo aguantaba como podía, pero la situación la superaba, pero no quería hablar, ya que, al fin y al cabo, estaban ellos dos solos en el mundo, no quería que las cosas se pusieran incómodas.

Ambos se querían, pero ninguno rompía la barrera para hablar.

¿Quién aprovecharía esto? Tú y yo lo sabemos perfectamente.

(...)

Una serpiente se acercaba al árbol más importante del jardín.

El árbol prohibido del jardín del Edén.

¿Parece que Dios no aprende a proteger este lugar –Tomando su forma original- fue para mí, fácil llegar hasta este sitio nuevamente –Voltea hacia la silueta comiendo tranquilamente uno de los frutos del árbol- ¿Tengo razón?

Ella detiene su acción girando sus filosos ojos al que le da media espalda, mantiene el silencio y camina hacia él.

En efecto –dice tranquila, para después no escupir palabra alguna

Él le dedica una sonrisa transformándose en una serpiente en lo que ella se queda bajo el árbol, ambos con un objetivo en mente

Eva.

(...)

Se acababa de levantar la pareja, una mirando hacia un lado y el otro a ella, buscando palabras para empezar una conversación, no la mejor, pero una, al fin y al cabo.

"Buenos días, Eva"

Ella sonríe con melancolía, no lo mira a los ojos, pero le responde con un "Buenos días, Adán, ¿te sientes bien hoy?", pero la incomodidad no le impide ser cordial con su compañero en el mundo, porque, pues era verdad sobre que no le gustaba sentirse controlada, pero Adán no era un monstruo, después de todo eran la segunda pareja en la historia del mundo, ninguno tenía un rol de modelo de lo que es correcto o no en una relación.

Él no la comprendía y ella no decía nada.

Adán era ajeno al ambiente tenso que reinaba entre los dos, se levanta de su lado diciendo que iría a pescar el desayuno, mientras él se va ella no ha hablado, suspira y va a su lugar favorito del edén.

Es muy temprano para sentirse mal jaja- Dice mientras camina por el campo en sus limitados ratos de libertad, fuerza una sonrisa en su bello rostro tratando de olvidar todo, aunque sea por un momento- ¿Tengo la razón no margarita?

Adán es bueno para poner nombres, Eva también, Él nunca pensó en las plantas y sus alrededores, ella decía que una creación tan bella como las flores merecían un nombre.

Solía hablarles a las flores, siempre fueron buenas para escuchar.

Nunca considero escuchar una voz venir de ellas algún día.

"Tienes toda la razón querida"

Se exalta, pero no grita, mira en la dirección en la que el sonido vino a sus oídos, encontrando una fina serpiente blanca con la crema de leche, con pequeños ojos rojos, tan brillantes y tiernos en su novedad para Eva.

Ella no siente miedo, los primeros humanos jamás conocieron tal sentimiento hasta cierto día; jamás había escuchado un diálogo racional venir de un animal, ella atenta, se queda nuevamente en silencio.

¿No estas hartan de quedarte en silencio? -nuevamente dice la serpiente- estará bien hablar conmigo, soy solo una serpiente y no me iré -se desliza por el brazo de Eva acariciando suavemente su mejilla.

Ella no tenía ni una pizca de miedo encima, no vio problema en hablar con el pequeño, porque, no había maldad en este mundo y tal cosa como malas intenciones en otra persona no le entraba en la cabeza.

Y además solo era una serpiente.

Solo no me siento con ganas de sonreír, ¿estoy dañada? -dice la mujer melancólica- cuando Adán está cerca de mí, solo quiero correr lejos donde no pueda alcanzarme... -dice ella con la voz entrecortada, pensando en lo mala que era por decir todo eso de Adán.

Ay querida~

Dice la serpiente en un susurro en el oído de Eva

Nada de eso es culpa de una flor tan bella como tú –Dice la serpiente, con un tono casi burlón en su voz- él quiere controlarte... tenerte para sí mismo, como si se tratase de Dios en la tierra... 

-sus ojos rojos que antes recordaban a cerezas ahora brillaban como una llama de furia- yo...no creo que Adán sería capaz de algo como eso, él solo quiere protegerme –La criatura ríe- tan inocente como hermosa, ¿Dios sabe balancear no? -su forma de decirlo daba a entender que no quería ofender a la humana- protegerte de qué querida?, si ambos viven en el paraíso del Edén.

Si la hostilidad no está más que el podrido corazón de ese hombre que solo busca dominarte.

Porque no hay ningún mal en este jardín más que él.

No hay ningún peligro más que sus intenciones.

No hay otra treta a tu libertad más que sus acciones.

Y no hay otra solución a tus problemas, que no sea Yo.

Ella lo mira con duda- ¿A qué te refieres? -Eva era curiosa por naturaleza como buena humana que es, pero algo le decía que no todo en el discurso de la serpiente pálida encajaba, no tuvo mucho tiempo para pensar el mejor curso de acción porque la serpiente empezó a irse de su vista- sígueme –le dirige la palabra antes de desaparecer en los arbustos del perímetro del campo, ella en un impulso lo sigue, después de todo, ¿Qué podría hacerle aquella pequeña?

Así lo sigue alrededor del bosque, como si fuera un depredador siguiendo a su presa, aunque la presa era otra, Eva parecía dominada por una fuerza, tal que el agua ella se hacía camino hacia donde la dirigía la serpiente.

Ni temprano ni tarde ella llegó a un claro, como si hubiera cruzado por un alto umbral, olvida como llega a ese sitio, lo siguiente que ve es una figura de curvas a la cual se sube la serpiente.

Aquella que se escondía en la sombra de árbol la miraba como analizara su valor; es ahí cuando una de sus manos se rebela sosteniendo una fruta nunca viste, semejante a una manzana.

Era jugosa y grande, la luz de sol la hacía brillar cuál diamante, era fresca, recién caída del árbol frondoso que era su padre.

Eva sintió algo dentro de su cuerpo, como un fuego que despertaba en su corazón, sintió hambre en sus entrañas, jamás sintió el deseo de probar algo como lo había hecho cuando vio esa fruta.

La tentación le rodeo el cuello como soga suelta, antes de ser tensada y acabar con su existencia. 

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⏰ Última actualización: Feb 23 ⏰

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La historia del Primer Hombre//Hazbin Hotel-FanficciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora