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Me acerco con cautela a lo que parece que realmente es la secretaría. Espero no cagarla otra vez. 

Le hablo a la chica de la oficina, y creo que al darse cuenta de que no hablo japonés, me hace pasar directamente a otra sala, bueno, más que nada un despacho. Creo que el despacho del director. 

—¿Una estudiante de intercambio? Hacía tiempo que no se veía por aquí —me dice en mi propio idioma. 

Me emociono por oír hablar de nuevo en mi idioma, no ha pasado mucho tiempo desde que me fui de mi casa, pero ya echaba de menos oír palabras que entiendo. 

—¿Cómo te llamas? ¿Estás aquí matriculada? —me vuelve a preguntar. 

—Esa es mi duda, señor. No sé si me he equivocado de colegio. 

—¿A cual venías? Tienes pinta de ser estudiante de la sección de música. 

Se me abren los ojos como platos, ha acertado. 

—Sí, exactamente. Venía a un conservatorio. 

Nos quedamos ambos en silencio durante un tiempo. 

—Bueno, voy a tener que decirte que este no es el conservatorio Sotto voce. No damos música, es un instituto normal y corriente. 

Sin querer, pongo una cara terrible de decepción. 

—Pero te voy a hacer una oferta. Estudia aquí y en el conservatorio a la vez. Aquí puedes terminar bachiller, y ahí haces tus estudios musicales. 

—¿Y por qué haría eso? —le pregunto con curiosidad. 

—Porque aquí tienes al menos a Jude, que habla chino. Allí no tendrás a nadie. 

—No lo creo, señor. En la carta me aseguraban que tendría a un intérprete que me ayudaría. 

—Ya bueno, si en realidad lo que decía era mentira. No tienes ninguna razón de peso por la que quedarte. 

Lo miro enarcando una ceja. Viejo senil... 

—Bueno, pues si no es este el conservatorio, me iré a buscarlo. Muchas gracias por todo. 

Comienzo a darme la vuelta con la maleta, para salir del despacho. 

—¿Por qué no pruebas a quedarte aquí un tiempo, y si no te gusta te cambias? Puedes complementar la música con este instituto. Yo lo hablaré personalmente con el director del Sotto

Vuelvo a enarcar una ceja y pongo los ojos en blanco. Lo miro a los ojos, pero como lo veo muy seguro, suspiro, y asiento. Por hacer un poco de vida adolescente normal, no me pasará nada. 

—Sólo durante un tiempo. Y en cuanto deje de gustarme, me voy. No quiero darle buena imagen a un mal instituto. 

El director sonríe mucho y asiente con satisfacción. 

—Perfecto, perfecto —se da la vuelta, mirando por una gran ventana—. En ese sobre encontrarás todo lo que necesitas saber. 

Este viejo chocho no para de sorprenderme, ni que hubiese estado esperando mi llegada. Cojo el sobre y salgo lo más rápido que me permite la maleta. Ya afuera, abro el sobre y veo un papel donde pone mis asignaturas, las clases, el horario... La secretaria al verme se acerca y me entrega un uniforme bastante simple y cutre, y un chandal para gimnasia. Le doy las gracias y me voy, mientras sigo mirando el contenido del sobre. 

Saco otro papel más grueso y lo despliego. Dentro solo tiene escrito: 

«Si consigues cumplir todo lo que te ponga en estas notas, te aseguro que aprobarás todo el bachiller sin tener que estudiar nada. Así podrás dedicarte a la música. Así que el aceptar el trato está en tu mano, tú decides qué hacer. 

Tu primer trabajo será evitar el amor entre mi hija Nelly y Mark. Haz que Axel termine contigo. Tienes que tenerlo vigilado para el futuro. Ya te iré contando por qué. 

Tú no preguntes nada, sólo haz lo que te digo, y todos saldremos ganando». 

No sé si me he alegrado o me he enfadado con el director, pero salgo corriendo con la maleta y dando saltitos. Por una parte conseguir el título de bachiller sin hacer nada me alegra mucho, pero por otro, hacer de Cupido rompe-parejas no me motiva nada. 

De repente, me llevo por delante a un chico. Me caigo sobre él, y mi maleta de una sola rueda se cae por el suelo, y por suerte, no se abre. Me levanto rápidamente y me disculpo. Él dice algo en japonés, pero el tono que usa es de fastidio. Lo miro atentamente, y veo que coge un estuche de guitarra. 

Me pongo en la mitad de su camino, y vuelvo a disculparme. 

—¿Qué tú quieres? Ah, tú la del baño eres —me dice torpemente en mi idioma. Me sorprende que este chico también sepa algo de chino. 

—Lo siento mucho. Por lo de antes y lo de ahora. No sabía que tú también estabas en el baño. 

—Soy Chiaki. Ahora, adiós —y me aparta bruscamente con la mano. 

Puto borde ese Chiaki de las narices. 

—En ningún momento te he preguntado el nombre, idiota. 

Y sin pensármelo dos veces, lo sigo con la esperanza de que sepa dónde está el conservatorio. 

—¿Qué hacer siguiéndome tú? No quiero más fans. Tocar la guitarra simple es. Ya guapo que soy lo sé.Sin poder evitarlo, me pongo a reír por lo mal que construye frases en chino. De repente, me aparta mi maleta de un manotazo y me agarra muy fuertemente del brazo.Creo que no se ha tomado muy bien el que me haya reído de él.

Inazuma Eleven - ¿A dónde vas? Manzanas traigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora