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—Eyyy, quieto parado, Chiaki —le digo mientras lo aparto de un empujón—. Que si no, vuelvo a espiarte en el baño, como antes —le amenazo.

—No seguirme más —me advierte mientras me señala con un dedo—. Si no sufrirás como maleta tuya —y dicho esto se pone a pegarle patadas a mi querida maleta a la que le falta una rueda. 

Vaya por dios, creo que hacer amistades en mi idioma no es lo mío. Menos mal que la maleta es dura, así que el chico de la guitarra se cansa rápidamente de darle patadas y se larga dignamente mientras se enjuaga con la mano unas gotas de sudor de la frente.

—Mi querida maleta, lo siento mucho —digo mientras me acerco a ella. No está dañada. Bueno, puede que tenga algunos rayones, pero nada más. Sigue intacta.

Después de levantar la maleta del suelo, (pesa mucho, más de 23 kg. Tuve que pagar por los kilos de más en el aeropuerto), me dirijo a la clase en la que estoy. El director me ha dicho que es la 2-C. Intento no preguntar a ningún profesor por el camino, ya que no he tenido una buena experiencia con la anterior que me ha mandado al baño de los chicos.

Al fin encuentro la clase y toco la puerta. Ya han comenzado hace rato. El profesor mira por la ventana y me ve. Me hace un gesto invitándome a entrar y abro la puerta con cautela.

—Buenas, disculpe el retraso —me disculpo.

—Es usted la nueva alumna, ¿verdad? —me pregunta con una sonrisa.

—Sí, lo soy —asiento dirigiendo la mirada al suelo. Estoy muerta de vergüenza. Por suerte veo algunas cara conocida como la de Axel, así que suspiro aliviada.

—Preséntate, y luego siéntate junto a Axel.

Bien, Axel, al menos lo conozco.

—Mi nombre es Nang, soy una estudiante con beca de China. No hablo japonés, pero creo que podría mantener una conversación tranquilamente. Me encanta la música y tengo intención de apuntarme al club de fútbol —dicho esto me inclino hacia delante para saludar a la clase—. ¿Es suficiente con eso, profesor?

—Sí, perfecto. Puedes sentarte por ahí.

Narra Axel:

Estaba a punto de dormirme con la explicación de historia que estaba haciendo el profesor, cuando alguien llama a la puerta. Miro en esa dirección y me encuentro con la cara de Nang. Parece que vamos a estar en la misma clase. Es maja, muy graciosa. No entiendo nada de lo que dice.

—Adelante —dice el profesor junto a un gesto.

—Hola, perdón por el retraso —se disculpa mirando al suelo.

—No pasa nada. Todos los nuevos se pierden el primer día —añade con una sonrisa.

—Sí, bueno, lo sé —entonces alza la mirada y observa toda la clase, como analizándola. Entonces detiene su mirada en mí, y veo que sus ojos se iluminan brevemente. Debe de aliviarle saber que al menos hay alguien que conoce.

—Preséntate y después siéntate. Al lado de Axel hay sitio.

Bueno, mi soledad ha desaparecido. Ya no estaré sentado solo el resto del curso.

—Soy Nang, soy una estudiante de China. Espero que nos llevemos bien, aunque no maneje el idioma. Haré todo lo que esté en mis manos para poder aprender japonés —hace un saludo y dirige la mirada al profesor—. ¿Así esta bien, no?

—Sí, sí, siéntate por ahí.

Narra Nang:

Bueno, el peor trago ya ha pasado. Mientras me acerco al pupitre que está al lado de Axel, observo la reacción de los demás alumnos. La mayoría tiene cara de sorpresa y confusión. Supongo que no comprenderán cómo una estudiante que no sabe nada de japonés está aquí. La verdad es que yo tampoco lo sé. Es todo culpa del director del instituto.

—Hola, Axel —le saludo sonriente mientras me siento—. Qué bien que al menos estoy contigo.

—Sí, me preocupa un poco eso de que no hables japonés.

—Bah, no te preocupes. Estoy bien.

Tengo que volver a encontrar a ese estudiante idiota, ese tal Chiaki. Seguro que sabe dónde está el conservatorio. O si no, puedo preguntarle también a Jude. En cualquier caso, los dos saben más o menos mi idioma, así que será más fácil.

—¿Qué haces, Nang? —me pregunta de repente Axel mirando mi mano.

Miro yo también a mi mano y veo que tengo entre mis manos un palo ancho y largo de madera que uso para practicar la mano izquierda del chelo. Como la uso para estudiar siempre que voy de viaje y no tengo el chelo, ya es un hábito que me relaja.

—Ah, es un ejercicio de chelo. Practico los dedos de la mano izquierda para las cuerdas —le explico con una sonrisa—. Me tranquiliza mucho.

—Qué cosas tienen los músicos —comenta divertido.

Narra Axel:

Nang se sienta junto a mí y me saluda.

—Parece que has conseguido manejarte sola por aquí sin saber japonés —le comento con una leve sonrisa.

—Sí, no ha sido difícil, la verdad.

Miro al profesor que sigue explicando el mismo tema de historia. Y cuando vuelvo a mirar a Nang al de un minuto o dos, la veo haciendo algo raro con los dedos pulsando un palo de madera.

—¿Qué haces, Nang?

—Ah, un ejercicio de guitarra. Es muy divertido. Deberías probar —me responde sonriente—. Así ejercito los dedos.

—Qué curioso. Nunca lo habría dicho —le respondo y sigo atendiendo la clase.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2015 ⏰

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Inazuma Eleven - ¿A dónde vas? Manzanas traigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora