Niña perdida

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Con la isla de Nunca Jamás finalmente ante ellos, el grupo se adentraba en un territorio desconocido y peligroso. La densa jungla que cubría la isla escondía secretos y desafíos que ninguno de ellos podía prever. A medida que el Jolly Roger atracaba en una bahía oculta, la tensión era palpable; todos sabían que la verdadera prueba estaba a punto de comenzar.

Emma, Regina, Snow, Charming, Hook y Gold se preparaban para desembarcar, armados no solo con armas, sino también con la determinación de encontrar a Henry y llevarlo de vuelta a casa. Mientras se adentraban en la espesura de la selva, los sonidos de la isla cobraban vida: el canto de aves exóticas, el crujir de la vegetación bajo sus pies y, más inquietante aún, el eco de risas distantes que parecían burlarse de su intrusión.

A medida que avanzaban, la relación entre Emma, Snow y Charming tomaba un nuevo giro. La isla, con sus peligros constantes, forzaba a la familia a confrontar y fortalecer sus lazos. En un momento de descanso, Snow se acercó a Emma, su mirada reflejando una mezcla de preocupación y amor maternal.

"Emma," comenzó Snow, su voz suave pero firme, "sé que nuestra relación ha tenido sus altibajos, pero quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, sin importar lo que pase."

Charming asintió, uniéndose a la conversación. "Nosotros... nosotros somos tu familia, Emma. Y juntos, podemos enfrentar cualquier cosa, incluido Peter Pan."

Emma, visiblemente conmovida por las palabras de sus padres, asintió con gratitud. "Gracias," respondió, su voz cargada de emoción. "Eso significa mucho para mí, especialmente ahora."

Mientras tanto, Regina lidiaba con su propio torbellino de emociones. La proximidad forzada con Emma en la isla le hacía cuestionar los muros que había construido alrededor de su corazón. Aunque su principal preocupación era encontrar a Henry, no podía ignorar la creciente conexión que sentía hacia Emma, una revelación que la desconcertaba y aterraba a partes iguales.

La selva les presentaba desafíos constantes, desde ríos caudalosos hasta criaturas esquivas que observaban desde la sombra. Cada obstáculo superado les recordaba la importancia de confiar el uno en el otro, solidificando su unidad como grupo.

Sin embargo, el verdadero desafío llegó cuando se toparon con un claro en el corazón de la jungla, donde los esperaba una figura que ninguno esperaba encontrar: un joven de aspecto salvaje, pero con una inteligencia astuta en sus ojos. Era uno de los Niños Perdidos, y su presencia allí no era casualidad.

La aparición del Niño Perdido trajo consigo un giro inesperado en la dinámica del grupo, especialmente para Emma. Al enfrentarse a este joven que representaba tanto a los Niños Perdidos de Nunca Jamás como a las sombras de su propio pasado, Emma se encontró en una encrucijada emocional que no había anticipado.

"¿Quiénes son ustedes?" preguntó el joven con una mezcla de desafío y curiosidad, mirando directamente a Emma.

"Somos amigos," respondió Emma, intentando mantener la calma. "Estamos aquí por Henry."

El Niño Perdido evaluó al grupo con una mirada penetrante, pero su atención se detuvo en Emma, como si pudiera ver más allá de la superficie, como una mirada de reconocimiento. "Peter Pan no recibe visitas," declaró con firmeza, pero había una chispa de interés en sus ojos, especialmente dirigida hacia Emma.

La presencia de estos niños, salvajes y libres, pero también perdidos y sin guía, resonaba profundamente dentro de Emma. Ella, que había pasado su infancia en un torbellino de hogares de acogida y sentimientos de abandono, no podía evitar sentir una conexión perturbadora con ellos. La realidad de que, bajo circunstancias diferentes, podría haber sido uno de ellos, la golpeaba con una fuerza que no esperaba.

Regina, notando la vacilación de Emma, e intervino con autoridad. "Escúchame bien, joven. No dejaremos esta isla sin Henry. Así que tienes dos opciones: ayúdanos o apártate."

El Niño Perdido pareció considerar sus palabras y desapareció en la jungla, pero no sin antes dedicarle una mirada a Emma estaba llena de una comprensión no expresada. En ese momento, Emma se dio cuenta de que la batalla que enfrentaban no era solo contra Pan y sus trucos, sino también contra los ecos de sus propios pasados que Nunca Jamás parecía exponer.

Mientras el grupo se preparaba para pasar la noche en el corazón de la selva, Emma se alejó del fuego, buscando un momento de soledad. La confrontación con el Niño Perdido había removido recuerdos y dudas que había luchado por mantener a raya.

Snow, siempre atenta a las emociones de su hija, se acercó con cuidado. "Emma, ¿estás bien?" preguntó, su voz llena de preocupación materna.

Emma miró a su madre, las sombras de la noche bailando en su rostro. "Solo estoy pensando en los Niños Perdidos... y en cómo no son tan diferentes de mí," confesó, su voz apenas un susurro.

Snow tomó la mano de Emma, apretándola con cariño. "Pero tú encontraste tu camino, Emma. Y eso es lo que nos hace diferentes de Pan y sus seguidores. Siempre hay esperanza para aquellos que están dispuestos a buscarla."

Las palabras de Snow ofrecieron un consuelo, pero Emma sabía que la lucha interna que Nunca Jamás había despertado en ella no se resolvería fácilmente. La isla era un espejo de las luchas más profundas que cada uno enfrentaba, y para Emma, era una recordación de su lucha por pertenecer y la búsqueda constante de su identidad.

Mientras la oscuridad envolvía el campamento y la conversación entre Emma y Snow llegaba a su fin, Regina observaba desde la distancia. La revelación de Emma sobre su conexión con los Niños Perdidos y el reflejo de su propia infancia en ellos no solo resonaba con Regina por su actual preocupación maternal hacia Henry, sino que también despertaba en ella un remordimiento profundo y complicado.

Regina recordaba vívidamente el día en que lanzó el hechizo oscuro, un acto impulsado por la venganza y el dolor, sin comprender completamente las ondas expansivas que crearía a través del tiempo y las vidas. Ver a Emma, la Salvadora, luchando con su pasado y sus propias inseguridades como resultado indirecto de sus acciones, pesaba sobre Regina con una culpa abrumadora.

La reina, conocida por su fortaleza y su capacidad para ocultar sus emociones, se encontró luchando contra la marea de remordimientos que la invadía. Por un momento, se permitió reflexionar sobre el camino que había tomado, las decisiones que había tomado y cómo, de manera inesperada, habían entrelazado su destino con el de Emma de formas que nunca había anticipado.

Regina recordó el momento en que Emma había cruzado la línea de la ciudad de Storybrooke por primera vez, y apareció en su porche trayendo a Henry de vuelta. En ese momento, Regina vio a Emma solo como una amenaza, la antítesis de todo lo que había planeado. Sin embargo, ahora, viendo a Emma enfrentar sus propios fantasmas y luchas, Regina no pudo evitar sentirse responsable, en parte, por el dolor y la soledad que Emma había experimentado a lo largo de su vida.

La ironía de su situación no se le escapó a Regina. En su búsqueda de venganza contra Snow White y Charming, había creado inadvertidamente un nuevo ciclo de dolor y separación, no solo para ellos sino también para su propio hijo, y para Emma, la hija biológica de sus enemigos.

Mientras la noche avanzaba y el fuego comenzaba a menguar, Regina se acercó a Emma, quien ahora miraba las brasas pensativamente. "Emma," comenzó Regina, su voz más suave de lo habitual, "sé que no siempre hemos estado del mismo lado, pero quiero que sepas que lamento... lamento las dificultades que has enfrentado."

Emma levantó la mirada, sorprendida por la admisión de Regina. Por un momento, las dos mujeres compartieron un entendimiento silencioso, una aceptación tácita de sus pasados complicados y la forma en que estaban inextricablemente vinculadas.

"Gracias, Regina," respondió Emma finalmente, con un asentimiento. "Pero ahora, lo más importante es Henry. Tenemos que encontrarlo."

Regina asintió, de acuerdo con Emma. "Sí, Henry es lo que más importa." La determinación en su voz era clara, pero en su corazón, la promesa de hacer las paces con el pasado y tal vez, con el tiempo, con Emma, permanecía como una llama tenue, iluminada por la revelación de esa noche.

A medida que el grupo se preparaba para descansar, cada uno sumido en sus propios pensamientos, la isla de Nunca Jamás los rodeaba con sus secretos y sombras. Pero dentro del campamento, un nuevo entendimiento y una frágil esperanza comenzaban a tomar forma, alimentados por las complejidades de su viaje compartido y la búsqueda inquebrantable de Henry.

Travesía a lo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora