Vigilias en la Noche

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Bajo el manto protector de la noche en Nunca Jamás, el grupo decidió establecer un sistema de vigilancia para resguardarse de los peligros impredecibles de la isla. La luna, casi llena, colgaba alta en el cielo, proyectando sombras danzantes a través del claro donde habían decidido acampar. Debido a los innumerables peligros que ofrecía Nunca Jamás decidieron hacer turnos de vigilancia para pasar la noche.

La primera guardia recayó en Emma y Regina, una circunstancia que ninguna de las dos había anticipado, pero que aceptaron sin objeciones. Mientras el resto del grupo se sumía en un merecido descanso, ambas mujeres se encontraron solas, enfrentando la inmensidad de la noche y la incertidumbre de lo que acechaba en la oscuridad.

Sentadas a cada lado de la fogata moribunda, silencio de la noche era palpable, roto solo por el crujir ocasional de la madera y el distante llamado de alguna criatura nocturna. La tensión de la guardia conjunta pronto dio paso a un aire de reflexión, y fue Regina quien rompió el silencio.

"Esta isla... saca lo peor y lo mejor de nosotros, ¿no crees?" comenzó, su mirada perdida en las llamas.

Emma asintió, contemplando la verdad en las palabras de Regina. "Nunca Jamás tiene una forma de confrontarnos con nuestros propios fantasmas," respondió, su voz baja.

El silencio entre ellas volvió a instalarse, roto solo por el ocasional crepitar de las brasas de la leña en la fogata. Emma, sintiendo el peso de la responsabilidad y la incertidumbre del viaje, vio en este momento una oportunidad para fortalecerse.

"Regina," comenzó Emma, llamando la atención de la ex Reina Malvada con una mezcla de determinación y humildad, " Creo que, con todo lo que enfrentaremos, necesitaré mejorar mis habilidades de magia. ¿Estarías dispuesta a enseñarme?"

Regina, sorprendida por la petición pero reconociendo la lógica detrás de ella, asintió igualmente no muy convencida. "Está bien, Swan. Pero te advierto, no soy una maestra paciente. Rumplestiltskin no me enseñó con suavidad, y es la única forma que conozco."

Así comenzó la lección bajo la luz de la luna. Regina, firme y exigente, guiaba a Emma a través de los fundamentos de la magia, corrigiéndola con severidad cada vez que cometía un error. La frustración de Emma crecía, no solo por la dificultad de dominar los hechizos, sino también por el método implacable de Regina.

La tensión entre ellas escalaba hasta que Emma, superada por la exasperación, soltó: "¿Siempre tienes que ser tan dura? ¿No puedes intentar ser un poco más comprensiva?"

Regina, deteniéndose en seco, miró a Emma con una intensidad inesperada. "La comprensión no me convirtió en lo que soy," replicó con dureza, pero luego, su expresión se suavizó ligeramente. "Rumplestiltskin me enseñó que la magia requiere no solo habilidad, sino también disciplina. No conocí la suavidad en mi entrenamiento, y temo que no sé cómo transmitirlo de otra manera."

Este raro momento de vulnerabilidad de Regina abrió la puerta a una conversación más profunda. Emma, con la voz entrecortada por la emoción, comenzó a relatar su experiencia creciendo en el sistema de hogares de acogida. "Nunca tuve un lugar que realmente pudiera llamar hogar," admitió, sus ojos reflejando la tristeza de los recuerdos. "Siempre estaba de un lado a otro , siempre siendo la huérfana chica nueva, nunca perteneciendo realmente a ningún lado." Su voz se quebró al recordar cómo, en su cumpleaños número once, había esperado en vano que sus padres biológicos la encontraran. "Pero nadie vino," concluyó, con un suspiro que parecía llevar el peso de años de soledad.

Regina escuchaba en silencio, su habitual compostura endurecida suavizándose ante las palabras de Emma. Inspirada por la sinceridad de Emma, Regina comenzó a desentrañar su propio pasado, revelando la complejidad de su relación con su madre, Cora, y cómo su sed de poder y control había modelado la vida de Regina desde una edad temprana. "Mi madre... ella tenía visiones grandiosas para mí, pero nunca se preocupó por lo que yo quería," compartió Regina, su voz teñida de amargura. "Fue ella quien me arregló mi matrimonio con el Rey Leopold tras la muerte de Daniel, encerrándome en una vida que nunca elegí."

La conversación derivó hacia su tutela bajo Rumplestiltskin. Regina habló de cómo, en su desesperación por escapar del control de su madre, reclamar su libertad y buscar venganza, había buscado el poder de la magia. "Rumplestiltskin me prometió libertad y venganza a través del poder," dijo Regina, sus ojos oscureciéndose al recordar. "Pero no me di cuenta de que cada hechizo, cada acto de magia, venía con un precio. Uno que he estado pagando desde entonces."

Mientras la conversación se desvanecía y el cansancio comenzaba a asentarse, Emma y Regina se dieron cuenta de que, a pesar de las vastas diferencias en sus caminos, compartían un núcleo común de resistencia y la capacidad de reinventarse a sí mismas frente a la adversidad.

A medida que Emma y Regina se retiraban a sus respectivos lugares para descansar, el campamento volvía a sumirse en un silencio tranquilo, interrumpido solo por los sonidos lejanos de la vida nocturna de Nunca Jamás. La conversación que habían compartido, llena de revelaciones y reconocimientos mutuos, dejaba un aire de reflexión palpable entre ellas.

Emma, acostada mirando las estrellas que se filtraban a través del dosel de los árboles, no podía dejar de pensar en las similitudes entre su historia y la de Regina. A pesar de haber estado en lados opuestos durante tanto tiempo, había una base común de lucha y superación que las unía de una manera que nunca había considerado posible. La empatía que sentía por Regina crecía, al igual que una comprensión más profunda de las acciones de la otra.

Regina, por su parte, se encontraba inusualmente inquieta. La vulnerabilidad que había mostrado esa noche no era algo a lo que estuviera acostumbrada, y menos aún frente a Emma. Sin embargo, había encontrado cierto alivio en compartir su historia, en ser vista no solo como la ex Reina Malvada, sino como una persona con profundas heridas y arrepentimientos. La posibilidad de una comprensión mutua, e incluso de una amistad con Emma, comenzaba a no parecerle tan desagradable.

Mientras tanto, Snow y Charming, ahora en su turno de guardia, observaban la calma del campamento con una sensación de orgullo paternal. La forma en que Emma y Regina habían comenzado a abrirse y a apoyarse mutuamente era un desarrollo que no habían esperado ver, sabían que la unión y la comprensión serían clave para superar los desafíos que Nunca Jamás les presentara y recuperar a su nieto, pero aun tenían presente su pasado con Regina.

La noche avanzaba y, con ella, el ultimo  cambio de guardia. Hook y Gold tomaron el relevo, dejando en evidencia que la tensión entre ellos era palpable, un recordatorio de las antiguas rencillas que aún ardían bajo la superficie de su frágil alianza.

Hook, con su característico garfio reluciendo bajo la luz tenue de los primeros rayos del amanecer, lanzaba miradas cargadas de desdén hacia Gold. La pérdida de su mano, un recuerdo constante de su enemistad con Gold, avivaba las llamas del rencor que había jurado nunca olvidar.

"Vigila tus espaldas, Cocodrilo," masculló Hook con un tono venenoso, utilizando el apodo despectivo que había asignado a Gold en referencia a su piel como oscuro. "En Nunca Jamás, nunca se sabe qué peligros acechan, y no todos los enemigos son tan evidentes."

Gold, siempre enigmático, respondía con una sonrisa sarcastica, su bastón en mano, como si estuviera listo para cualquier confrontación que pudiera surgir. "Mi querido capitán, te aseguro que tengo más en qué pensar que en nuestras antiguas disputas. Pero te agradezco el recordatorio."

La tensión entre ambos era una fuente de preocupación para el resto del grupo, conscientes de que cualquier conflicto interno podría poner en riesgo su misión principal: encontrar y rescatar a Henry. 


Travesía a lo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora