Día 5 - sacrificio

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Exorcizar.

Y absorber.

Exorcizar.

Y absorber.

¿Para qué?

¿Por qué hacía esto?

¿Por qué los monos merecían a alguien que se tragara las maldiciones que ellos mismos creaban?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

¿Por qué tenía que ser él?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

¿Por qué no podía morir?

Eso sería más fácil, morir y liberar todas las maldiciones que había comido tantos años, con suerte, mataría a los monos, al menos, unos cuantos de ellos.

—¡Suguru! —unos brazos lo rodearon con fuerza mientras ambos caían al piso.

—¿Siempre me tienes que recibir así? —preguntó con una sonrisa creciendo en sus labios. Era difícil sonreír con gente como Shoko o Mei, pero nunca fue difícil sonreírle de corazón a Satoru.

—¿De qué otra manera voy a recibir a mi novio? —respondió mientras rodaba los ojos y se levantaba del piso, ayudando a Suguru de paso.

—Solo estuve fuera un mes.

Satoru jadeo, indignado y con dramatismo.

—¿Sólo un mes, dices? —dijo mientras le estiraba las mejillas y lo hacía negar con la cabeza— ya es lo suficientemente difícil cuando yo salgo de misiones al extranjero como para que te manden a ti también.

Satoru lo miró un momento y suspiró, dejando las mejillas de Suguru en paz.

—¿Estás bien? —le susurró mientras entrelaza sus manos— te ves más delgado y con más ojeras.

—Es solo el desfase horario —aseguro con suavidad— no debes preocuparte.

—Suguru —trató de llamar, pero el contrario ya había tomado las maletas y caminaba hacia el auto, evitando a toda costa chocar con los monos a su alrededor.

—¿Los niños están bien? —preguntó para desviar el tema una vez en el auto.

Satoru lo miró con preocupación mientras se quedaba callado, Suguru estaba mal, solo bastaba un vistazo para confirmarlo, pero si él no le decía nada, por más que preguntará, no lo iba a poder ayudar.

—Sí, ellos están bien —contestó mientras comenzaba a conducir— querían venir, aunque están en la escuela, los hubiera sacado, claro, pero quería estar un rato contigo, así que les dije que no se podía.

Suguru le sonrió con suavidad mientras recargaba su cabeza en su palma y luego lo miró unos segundos, su sonrisa creciendo un poco.

—¿Y para qué querías estar a solas conmigo?

Satoru le regresó la sonrisa, deteniéndose en un semáforo que había cambiado a rojo.

Tomó la cara de Suguru entre sus manos y comenzó a besarlo, siendo recibido y correspondido al instante con la misma intensidad.

—Solo para pasar un rato de calidad con mi novio y padre de mis hijos —respondió mientras terminaba el beso cuando el semáforo volvió a cambiar.

Suguru soltó una pequeña y débil risa, las gemelas Hasaba y los Fushiguro no eran los hijos biológicos de ninguno, pero a ambos les gustaba decirle al contrario que lo eran, como si fueran una familia de verdad, a pesar de todas las circunstancias que los rodeaban.

Angstruary (SatoSugu) 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora