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"TOMA UN POCO MÁS." La dulce anciana introdujo la cesta de uvas hacia Sora, quien no pudo evitar sonreír.
Era temprano en la mañana y después de despertarse aturdida, Sunghoon sugirió que fueran al pequeño pueblo que no estaba lejos de donde se alojaban. Originalmente, Sunghoon iba a ser el único que iría, pero después de pensar en la posibilidad de que los seis chicos y Dohee encontraran a Sora mientras él no estaba allí, decidió que sería mejor si la chica Choi fuera con él.
"Gracias." Sora se rió entre dientes mientras la mujer colocaba más fruta en la canasta.
"Esto es bueno para la piel." Explicó, colocando un cartón de uvas en el transportador. "Estos extenderán su vida útil en diez años." Ella sonrió y le entregó una mezcla de bayas.
"Realmente significa mucho." Declaró Sora antes de que Sunghoon pagara por ellos.
Luego, los dos pasaron al siguiente puesto, donde vendían productos horneados como hogazas de pan, muffins y panecillos.
Una vez que ambos terminaron de comprar, regresaron a la cabaña.
"Aw, es tan lindo." Sora sonrió ampliamente mientras señalaba al Jindo coreano que estaba encadenado a la pared por su cuello. Estaba recostado pacíficamente, disfrutando del sol de otoño y de vez en cuando levantaba la cabeza para observar a otras personas.
Sunghoon asintió levemente mientras observaba cómo Sora se acercaba.
"Ten cuidado." Habló de advertencia y antes de darse cuenta, Sora estaba agachada frente a él, alisándolo.
Sunghoon observó en silencio la escena mientras sostenía la canasta; esperando volver a la cabaña.
De repente, se escuchó un ladrido y Sunghoon apartó la mirada de Sora y miró al perro que ahora estaba parado sobre sus patas y le gruñía ferozmente.
Sora miró a Sunghoon con los ojos muy abiertos y confusión en su rostro.
El chico Park se encogió de hombros, antes de que se escucharan gritos enojados, ahuyentándolos a ambos.
