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483.

Ese era el número de la habitación de hotel de Bill, y por supuesto formaría parte de todos los recuerdos que guardaría por el resto de mi vida.

Pensé en eso por un momento y luego me concentré en Bill.

Mis dedos se enredaban en su cabello, desordenándolo mientras me aplastaba contra la pared y molía su cadera con la mía.

¿Siempre fue así de fácil? Ofrecer un trago, una charla corta y luego ir de lleno a lo que iba. Acostarse con un extraño y al día siguiente con otro y así sucesivamente...

Si fuera cualquier otro chico en la tierra, me sentiría terriblemente mal conmigo misma por permitirlo, pero era Bill, el hombre de mis sueños y fantasías, una persona imposible que de pronto era posible y estaba sucediendo en este preciso momento.

Viéndolo desde ese punto de vista, ya no se sentía como algo malo. Técnicamente yo lo amaba platonicamente, ese también era un tipo de amor, así que no era solo un intercambio superficial, al menos no de mi parte.

—Eres bastante tímida... —susurró en mi oído y luego mordió el lóbulo —creo que eso me gusta.

¿Eso le gustaba? Yo creí que se decepcionaría; a la gente no le suelen gustar los tímidos. Quiero decir, es un mundo de extrovertidos.

Me besó más fuerte. Agarró mis piernas por los muslos para que quedaran enganchadas en su cadera. Su erección me estaba golpeando justo en el lugar indicado a pesar de que toda nuestra ropa seguía estando en su lugar.

Lo escuché jadear y eso hizo que casi me derritiera. Su respiración superficial era lo más irresistible del mundo.

Era mío ahora, al menos por este momento. Incluso si no podía volver a verlo nunca más, fue mío en algún momento y eso era suficiente. Era mucho más de lo que cualquier persona promedio podía obtener en toda una vida.

Me aferré a sus hombros mientras correspondía al apasionado beso.

Se sentía tan bien, se sentía caliente, arriesgado y casi como una experiencia extracorporal, pero a la vez... tan íntimo.

En algún momento me sentí tan emocional que solo quería decirle todo lo que lo admiraba y amaba, toda la felicidad que obtuve escuchando su música, cómo descubrir su existencia y la de su banda me sacó del pozo en el que estuve metida, que su imagen apareció en el momento correcto y eso me hacía estar agradecida con él a pesar de que ni siquiera nos conocíamos en persona.

Sentí tanto que terminé diciéndolo. Se resbaló de mi boca sin poder evitarlo.

—Te amo... —estaba tan mareada por el momento que no fui capaz de parar mis palabras.

Bill no dijo nada; siguió besándome, empujandome con su cuerpo contra la pared mientras mis piernas se aferraban con más fuerza a su cintura.

Supongo que debía oír confesiones de este tipo todo el tiempo. Un "te amo" seguramente era la frase que más escuchaba.

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⏰ Última actualización: Aug 16 ⏰

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GROUPIE | Tom y Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora