||CAPÍTULO 16||

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Al salir de la habitación paso el último omega que faltaba por revisar. Hoseok era señal de miradas para todos, algunos lo miraban con odio y envidia por los recientes privilegios que se le veía portar, ninguno de nosotros tenía su cuerpo cubierto de otra cosa que no fuera una simple toalla; sin embargo, él vestía ropa adecuada y no cualquier ropa, ropa vistosa y cara, nadie se atrevía a preguntarle el porqué de su cambio aun así se podía notar el desprecio u descontento de la mayoría tan así que el omega se encontraba arrinconado en una pared. Fui hasta él brindándole una sonrisa de complicidad que él me devolvió. 

El regocijo no nos duró mucho cuando sentimos el repiqueteo de los tacones de aguja de color rojo que portaba la malvada bruja del oeste, "la jefa" como le decía la omega lacaya. Dae seguro se había ido con la cola entre las patas en búsqueda de su superior, lo que nos faltaba tener que soportar de nuevo a esa insufrible mujer. 

— ¿Dae me puedes decir de nuevo por qué estas rameras no andan preparándose como ordene para la gran noche?

No sé muy bien a qué se refiere esa bruja con la gran noche, pero sí vi muy bien como a la sirvienta de quinta se le dibujó una sonrisa de satisfacción en el rostro.

— Mi señora al parecer uno de los omegas entorpeció el trabajo de nuestra estimada alfa Kwan y ha transcurrido más tiempo del debido — sus filosos ojos se posaron en mi compañero a la par su ponzoñosa lengua no dejaba de meter cizaña.

— Con que así es — chasqueo la lengua — ¿Acaso es ese omega descarado de allá? 

Hoseok intenta mantener la compostura, pero aun así lo siento temblar. El espaviento no dura mucho, la mate de Hoseok abre la puerta y por su cara la situación no pintará bien para las viles mujeres.

— ¡Alfa Kwan cuanto tiempo, que gusto volverte a ver! — su descaro sobresaltada hasta por sus poros y ella no se esfuerza en disimularlo.

— Beta Min, lamento no decir lo mismo, su presencia siempre me repugna.

A la señora casi se le queda la cara torcida del disgusto que se tuvo que tragar y aún más cuando le resaltaron su humilde rango inferior al de la alfa. 

— Bueno mi trabajo ya concluyó, aunque no será la última vez que nos tengamos que ver para mi desgracia y por eso le pido que hablemos en privado en su despacho. 

— Fue un honor su visita, y por supuesto podemos hablar por horas en mi despacho o hacer otro tipo de cosas como usted guste. Estoy a su completa y absoluta disposición...

Por encima de la ropa se le notaba lo arrastrada que era y sus intentos de ofrecida la hacían ver peor. A pesar de su edad, la mujer aún piensa que puede escalar de estatus como una alimaña ponzoñosa. Aunque su descaro hizo escolarizar a Hoseok, la bruja del oeste se le ofrecía a su alfa como filete en bandeja de plata.

— No creo que nuestra charla sea de su agrado — la alfa de cabellos dorados le brindó a su omega una última mirada a modo de promesa, provocando un leve e imperceptible sonrojo en él. 

La doctora Kwan se fue con la señora Min hasta que sus siluetas se perdieron por el pasillo. Sin embargo, dejaron a la lamebotas de Dae, esa omega cada vez que se hallaba sola con nosotros el ego y el cargo se le subían a la cabeza, es simplemente detestable. 

— ¡No se queden allí estacionados y mucho menos con esas caras largas!, hoy será una gran noche, hoy será su debut en el Edén

Edén, vaya nombre para este infierno. Con debut y gran noche supongo que será nuestra presentación a la alta sociedad como simples rameras de bragas sueltas. El lugar estará testado de gente, qué digo gente, de lobos cochinos, depravados y perversos, buscando saciar a sus bestias interiores, solo espero que lo que me dio Kwan funcione. 

Por órdenes de la altanera omega sirvienta nos encaminamos nuevamente a nuestros dormitorios si le podíamos llamar así. En silencio escuchando la sarta de estupideces que salían de su boca, ella no tenía para cuando parar cuando de dislates se trataba.

— Cuando vean a la jefa Min no se olviden de sonreír y dar las gracias, mando a comprar ropa nueva, especialmente para cada uno de ustedes, recuerden que hay que ser agradecidos con la mano que te da de comer.

Aquella ropa aún no había vislumbrado mis ojos y ya me podía imaginar como era. ¿Qué otra cosa se podía esperar?, al fin de cuentas solo sería la vestimenta adecuada para nuestro nuevo oficio, oficio impuesto a punta de escopeta. 

Cuando entramos a la habitación en cada una de nuestras camas se encontraban unas prendas de tamaño pequeño y peso liviano. Al tomarla en mis manos solo pude maldecir y callar entre dientes. Unas bragas con liguero y medias de encaje, acompañado de un corsé ajustable en la parte de atrás, mi nuevo uniforme de trabajo, al menos podría esconder el frasco en él. A Hoseok, en cambio, solo le habían dado unos pantalones de tela látex, que desde luego serían incómodos de usar. 

— Si quieren más ropa, deberán ganársela por mérito propio, regalo de algún cliente o cortesía de nuestra jefa.

Dae se retiró con la escusa de buscar nuestras raciones de comida y para darnos un poco de privacidad para cambiarnos. Las hembras tenían vestuarios similares al mío y los hombres al de mi compañero. Escondí los frascos debajo de mi colchón momentáneamente y sin pudor alguno me deshice de mi toalla para empezar a vestirme, pude ver algunas caras de burlas cuando Hoseok tuvo que desprenderse de su cómoda ropa para ponerse una vestimenta tan bochornosa. Estamos rodeados de serpientes venenosas, lo más triste es que pertenecemos al mismo eslabón y aun así a ellos les da placer pisotear al prójimo.

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— Dígame usted alfa Kwan. 

La rubia tomó asiento en el despacho de aquel burdel de poca monta. Las insinuaciones de parte de la Beta no habían cesado y no era primera vez que esta se le insinuaba, habían coincido, en otras ocasiones, una beta solterona como ella aún aspiraba a pegar un braguetazo e impulsar su escalón social, pero sus intentos desesperados solo la hacían ver deprimente. 

— Solo quería avisarle que próximamente adquiriré a unos de sus esclavos...

— ¿Con qué es eso?, la alfa correcta de la corte real quiere hacer realidad sus más mórbidas fantasías y no con un solo esclavo, sino con varios, vaya escándalo.

— Los esclavos que quiera yo comprar no le han de importar y mucho menos el para qué, y si hablamos de escándalo que mejor que el suyo. Una beta sin renombre, vieja amante de un marqués, que se metió en un matrimonio destruyéndolo por completo, que tuvo una hija bastarda fruto de un adulterio y que aun así se quedó tan mísera y recluida en un burdel de mala muerte, sin la atención ni el reconocimiento de nada ni de nadie. 

La alfa le había dado justo donde le dolía a la beta. En esa herida aún latente de la cual brotaba sangre a por montones. Únicamente tenía que obtener el permiso del rey y libraría a su omega de ese infierno que lo deparaba.

Continuará...

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𝐄𝐒𝐂𝐋𝐀𝐕𝐀|ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀꜱᴇᴶᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora