||CAPÍTULO 0.6||

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No lo medito mucho, y de cierta forma actué sin raciocinio, sin pensar en futuras consecuencias. Frente a mí se encontraba la imponente figura del archiduque que me llevaba más de seis cabezas a mi parecer, que me escrutaba con esos ojos vacíos tan oscuros como el abismo, su apariencia era fiel a la de un arcángel cincelado por los dioses, con sus cabellos dorados, piel bronceada, y musculatura propia de un alfa.

- ¡¿Qué le hiciste a Hanna?!, ¡¿A dónde la llevaste?!

Sin duda alguna me pasé tres pueblos al enfrentar y gritarle a un miembro de la realeza cuando lo que debería estar haciendo es morderme la lengua y bajar la cabeza en sumisión, esquivando su mirada, pero no me importa igual, seré cruelmente condenada.

- ¿Hanna...? - modula el nombre de mi amiga con su característica voz gruesa y profunda.

Me espanto cuando veo de sus labios tirar una siniestra sonrisa. Mi mente no para de formular las posibles atrocidades que debe o debió haber sufrido mi amiga en manos de este ser despreciable. Es un alfa al fin y al cabo, todos tienen el corazón negro podrido en maldad y él no es la excepción.

- ¡¿Qué te atreviste a hacerle maldito, desgraciado?! - mi cuerpo actúa en automático y solo soy consciente de la fuerte bofetada que le he marcado en su rostro impoluto al sentir mi palma arder.

Su cabeza no se ha desplazado ni tan siquiera un milímetro y midiendo la fuerza con la que lo abofetee es para que aunque sea su rostro estuviera ladeado o como mínimo con la marca roja de mis dedos en él. Un golpe mío no le afecto ni lo afectaría, en cambio, yo siento que mi brazo ya paso a mejor vida. ¡A maldita hora a la Diosa Luna se le ocurrió hacerme una omega, y débil por si el mal no fuera ya peor!

- ¿Por ahora?, nada, pero no te puedo asegurar que más tarde no lo haga - el maldito cínico se toca su mejilla golpeada y no disimula su sonrisa - Pegas bien para ser una asquerosa omega, supongo que eso te servirá para el lugar a donde iras.

- ¡¿Qué?!, ¿De qué hablas?, ¿A dónde...?

- ¡Guardias! - su llamado atrae a la banda de gorilas que no toman miramientos o delicadeza a la hora de arrastrarme fuera del lugar.

- ¡Eh!, ¡¿A dónde diantres me llevan?!

Hago mi mayor esfuerzo por resistirme, pero sus fuertes brazos me jalan sin mucho esfuerzo.

Mis pies descalzos se afincan en la tierra empedrada y esto no hace otra cosa más que dejar magulladuras en toda la planta y una que otra uña rota.

- A un lugar en donde deben estar las perras como tú.

Eso es lo último que escucho de parte del archiduque antes de desvanecerme y caer en esa tierra que he pisado por 5 largos y tortuosos años. Nunca pensé que esa sería la última vez en pisar ese infierno que más tarde añoraría.

│Hanna│

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│5 horas antes│
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Mi conciencia no deja de martirizarme y me recuerda una a una las metidas de pata que he cometido en cuestiones de medio día, lo peor de todo y que me remuerde hasta lo más profundo de mi ser es que he arrastrado a Min Ji, junto conmigo, la he condenado a un fatídico destino. La desdicha siempre nos ha perseguido desde que fuimos denigradas a la casta más baja y condenadas a una esclavitud sin sentido, pero realmente no sé qué hicimos mal ante los ojos de ellos, solo sé que el momento en el que se fue todo a la mierda, el momento en el que hubiéramos rogado por cualquier castigo o cualquier extenuante hornada de trabajo estaba sucediendo justo ahora delante de mis ojos cuando aquel enigmático alfa de ojos oscuros tan atrayentes como la noche fijó su mirada en mí.

Sus orbes se tornan de un dorado intenso que me hace, entran en letargo en el que abandono mi propia consciencia y me quedo como una expectante más de este fatídico desenlace. Lo veo bajar de su caballo y aproximarse a mí, la masa de carne latente en mi caja torácica empieza a palpitar a la rapidez que va un pura sangre en una carrera de caballos.

Su exquisito olor a pino me golpea haciendo que mi nariz se constipe ante tan intenso aroma, no es común poder percibir los olores en un lugar donde abunda la podredumbre y la suciedad, la mayoría de nosotros no cuenta olor debido a la ausencia de sus lobos y los guardias usan bloqueadores de olor para evitar incidentes, esta se podría decir que es la primera vez que puede sentir el aroma un licántropo.

Me encuentro tan ensimismada detallando uno a uno los detalles de su impoluto rostro que me sobresalto cuando surge como una especie de fuego dentro de mí, un sin fin de sensaciones arrolladoras nacen de mi interior, algo rasguña en mi pecho con ganas de salir y por prima vez escucho aquella parte de mí que se me fue arrebatada.

- ¡Mate! - por un breve instante me emociono e ingenuamente pienso que este será el fin de mi pesadilla, pero no, nada es tan simple como lo pintan en los cuentos de hadas.

En vez de amor veo un odio creciente en su mirada y mis afirmaciones se confirman cuando lo veo hablar con el general Lee para luego una vez más destruir mi frágil corazón en mil pedazos

- ¡La prisionera 201 sacadla de allí! - las lágrimas brotan de mis ojos viendo la cruda realidad.

¡Pero por la Diosa Luna!, ¡¿Qué carajos esperabas Hanna?!

Una persona como él, de alta cuna, con títulos mobiliarios, con un atractivo arrollador, con cientos de lobas a su disposición ni en sueños, aceptaría como pareja a una simple esclava y para colmo de la más baja clase. Era una omega esclava y poner los pies sobre la tierra era lo mejor que podría hacer, pero nunca espere que fuera él mismo quien me condenará y se quisiera deshacer de mí como una vil lacra.

- ¡¿Por qué se la llevan?!, ¡No ha hecho nada malo?! - Min Ji me defendía a capa y espada, y sin querer la arrastre conmigo a mi penitencia - ¡Yo recibiré su castigo!, ¡Déjenla a ella!

¿Este sería el fin?, nos habíamos resignado a vivir como esclavos, no nos quejábamos y solo intentábamos sobrevivir, ¿Por qué teníamos que terminar así, sin tan siquiera poder alzar nuestra voz en contra?

- ¡Por favor, soltadme!, no he hecho nada malo! - sabía que eran en vano mis palabras, pero no paraba de preguntarme que había hecho mal para recibir tan cruel destino.

Min Ji y yo hicimos de acopio nuestras fuerzas tratando de resistirnos; sin embargo, cuando él me tomó bruscamente de los brazos traté de dejar en segundo plano las sensaciones que provocaban sus manos en mi piel, me apartó de mi mejor amiga de la cual las últimas palabras que puede oír fueron.

-¡No te la lleves maldito, cobarde!

Y no, el archiduque no era un cobarde, era un vil monstruo que no tardo en quitarse su máscara y dar a conocer sus verdaderos colores. Mi vida como esclava no significaba nada para nadie, pero ahora se encontraba en las crueles manos del ser que debería de amarme. Mi mate, mi perdición.

Continuará...

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𝐄𝐒𝐂𝐋𝐀𝐕𝐀|ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀꜱᴇᴶᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora