Capítulo 7: No más

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Satoru observó desde la distancia el abrazo entre Akira y Suguru.

Una sensación desagradable se apoderó de él mientras veía cómo se aferraban el uno al otro, como si compartieran un vínculo especial que lo excluía. Sus ojos se llenaron de lágrimas no derramadas, una mezcla de dolor y confusión ardiendo en su pecho.

Pero no tenía derecho ¿o sí?

Trató de apartar la mirada, pero la imagen persistió en su mente, atormentándolo con preguntas sin respuesta. ¿Por qué Akira estaba tan cercana a Suguru? ¿Qué significaba ese abrazo para ella? ¿Y para el? Acaso ahora si gustaba de ella, El miedo y la inseguridad se apoderaron de él, nublando su juicio y oscureciendo su corazón.

Decidió enfrentarlos, necesitaba respuestas. Se acercó a ellos con paso decidido, su expresión enmascarando la tormenta de emociones que se agitaba dentro de él.

"¿Qué están haciendo ustedes dos?" preguntó Satoru, su voz más fría de lo que pretendía.

Se separaron rápidamente, sorprendidos por la repentina intrusión de Satoru en su momento privado.

Akira miró a Satoru con preocupación, mientras que Suguru mantuvo su habitual expresión serena, aunque Satoru pudo ver una chispa de incomodidad en sus ojos.

"Satoru, no es lo que parece", comenzó Akira, pero fue interrumpida por la mirada penetrante de Satoru.

"No necesito explicaciones", dijo Satoru, su voz temblorosa con emociones que apenas podía contener. "Pensé que éramos pareja, Akira. Pero parece que has encontrado consuelo en los brazos de otro".

Las palabras de Satoru colmaron el aire, creando una tensión palpable entre los tres. Akira sintió el peso de la acusación en su pecho, su corazón latiendo con angustia por el dolor que había causado involuntariamente a Satoru.

"Satoru, por favor, escúchame", suplicó Akira, levantándose, extendiendo la mano hacia él en un intento de calmar sus preocupaciones. "Lo que tienes que entender es..."

Entonces recordó que...

Antes de que Satoru se diera la vuelta para irse, Akira lo detuvo con una voz temblorosa pero firme. "Satoru, recuerda que fuiste tú quien dejo de hablar conmigo hace un par de meses", dijo, su voz cargada de dolor, pero con una determinación que no había mostrado antes.

Satoru se detuvo en seco, sorprendido por el recordatorio de Akira. Una mezcla de sorpresa y pesar cruzó por sus ojos antes de que se volviera hacia ella, sus labios temblando mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas.

"No lo recuerdo así, Akira", murmuró finalmente, su voz apenas un susurro. "Pero eso no importa ahora. Lo que importa es que... no puedo soportar verte tan cerca de otro hombre, aunque este sea, mi mejor amigo".

Ella bajó la mirada, sintiendo el peso de las palabras de Satoru sobre ella. Sabía que no había mucho más que pudiera decir para consolarlo en ese momento, y el corazón roto en su pecho le pesaba como una losa.

Con un suspiro pesado, y dejándose caer de nuevo, en donde antes estaba sentada, dejó que Satoru se alejara, sintiendo cómo una parte de ella se desgarraba con cada paso que daba.

Akira miró con tristeza hacia donde se había ido, sintiendo cómo su corazón se rompía ante la idea de perder a Satoru para siempre.



Después de que Satoru se alejara, Akira se quedó paralizada por un momento, luchando contra las lágrimas que amenazaban con desbordarse.

Suguru se acercó a ella con una expresión de profundo pesar, su corazón apretado por la culpa de haber causado tanto dolor sin quererlo.

"Akira, lo siento mucho", murmuró Suguru, su voz cargada de arrepentimiento. "No quería que esto sucediera. No quería lastimarte".

Las lágrimas finalmente comenzaron a caer por las mejillas de Akira mientras luchaba por controlar sus emociones abrumadoras. "No es tu culpa, Suguru", sollozó. "Ninguno de los dos quiso esto. Solo... solo somos amigos, ¿verdad?".

Pero Suguru no contestó. Cuando se dispuso a hablar, Akira se limpió las lágrimas con la manga de su uniforme, tratando de recuperar la compostura.

"Deberíamos... dejarlo estar", dijo con un tono de resignación. "Satoru fue grosero y no tenía derecho a reclamarme nada. Fue él quien no me permitió consolarlo". Añadió, sin dejar responder al pelinegro.

Suguru asintió con tristeza, comprendiendo la profundidad del dolor de Akira. "Sí, solo amigos. Pero sabes, Akira, te necesito para estar cuerdo. Eres mi apoyo, mi roca en momentos difíciles".

Akira se sintió conmovida por las palabras de Suguru, reconociendo la importancia de su amistad en su vida. "Gracias, Suguru. También te necesito. Eres un amigo invaluable para mí", respondió con gratitud.

Creo que no me entendió, pensó Geto, pero no pensaba corregirla, no pensaba aturdirla más.

Juntos, decidieron dejar atrás el encuentro con Satoru, reconociendo que no valía la pena seguir discutiendo con alguien que había sido tan injusto. En cambio, se apoyaron mutuamente, prometiendo estar ahí el uno para el otro en los momentos difíciles.







...







Los meses pasaron y la dinámica en la academia de Jujutsu cambiaba constantemente.

Satoru Gojo se encontraba cada vez más ocupado con misiones en solitario, mientras que Shoko Leiri veía cómo sus asignaciones disminuían gradualmente. Su habilidad era tan valiosa que la academia prefería no arriesgarla en misiones peligrosas.

Por otro lado, a Akira le asignaron una misión muy extensa en América del Sur. Una pequeña y débil sede latinoamericana solicitó el apoyo de Jujutsu, considerándolo un favor especial. Akira fue designada para liderar la misión por ser de primer grado, acompañada por algunos estudiantes de cuarto año de preparatoria.

Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, Akira encontraba difícil comunicarse con Suguru Geto y Shoko Leiri. Sus horarios simplemente no cuadraban, y la distancia geográfica complicaba aún más las cosas. Aunque Akira deseaba tener a sus amigos a su lado en esta misión importante, sabía que tendría que enfrentar los desafíos que se avecinaban con la ayuda de los compañeros que tenía a su disposición.

Entonces, no habia forma de que akira supiera...

del otro lado del mundo, Suguru Geto finalmente cedió a su conciencia y tomó una decisión que cambiaría su destino para siempre.

En un acto de redención, rescató a dos pequeñas niñas hechiceras de un pueblo de no hechiceros, a quienes despectivamente llamaba "Monos". Sin embargo, para sorpresa de todos, Geto no solo salvó a las niñas, sino que también masacró a todo el pueblo.

Satoru Gojo, al enterarse de la devastadora noticia, se sintió abrumado por la culpa.

No podía creer que su amigo, alguien a quien conocía y en quien confiaba, hubiera cometido tal atrocidad.

Se lamentaba por no haber visto el dolor y la oscuridad que se gestaban en el corazón de Geto, quien ahora se había convertido en un hechicero malvado, alejado del camino de la justicia y la bondad, sobretodo por que gracias a él es que mantuvo su cordura y su camino.

Amor Maldito | Jujutsu Kaisen° Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora