Sigue doliendo como el primer día ver tus historias de Instagram, con miedo de abrirlas y encontrarme lo que me imagino que va a salir.
Al principio del después, todavía me buscabas, te interesabas, te preocupabas.
Hoy te llegan informaciones sobre lo mal que lo estoy pasando y se ha quedado en eso.
Pero luego, cuando interesa, vuelvo a ser la mejor amiga. Y eso, querido, no es ser amiga, y mucho menos, mejor amiga. Porque los amigos siempre están para cuando se necesitan, como yo he estado siempre para ti, que pena que yo no pueda decir lo mismo de ti.
Duele que yo siga pensando que fue o que habría sido. Que todavía piense en ti cuando me pasa algo bueno, deseando de escribirte y contartelo.
Me queman los dedos cuando me pasa algo malo, buscando tu apoyo y consolación.
Me destroza el no poder compartir logros, sueños, esos de los que siempre hablábamos y qué dijimos que algún día lograríamos.
Tú estás cerca, a mí me queda un poco, aunque realmente no sé si alguna vez llegaré a ellos.
