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-- ¿Conoces al señor Choi?
La mirada curiosa de su hermano mayor aterrizó en ella, le había comentado algo inesperado.
-- Claro, es mi amigo -- respondió con cierta inocencia.
Su hermano arqueó una ceja sin creerse ni una palabra de lo que dijo. Ella no tiene amigos de su edad ¿Por qué un señor completamente mayor de edad sería su amigo?
Además, conoce al señor Choi a la perfección y sabe que no es la mejor compañía para su hermanita.
-- ¿De qué lo conoces? -- preguntó algo inquieto, tiene miedo de que su hermana sea un futuro rehén en su contra.
-- Él me salvó -- explicó con simpleza.
Estaba algo distraída viendo los libros de lectura que tiene en la estantería su hermano.
Todo esto le estaba dejando un mal sabor en la boca al mayor, parece que algo conectó en su cabeza entendiendo el porqué su hermana ahora salía más a menudo de su casa.
-- Pues tendrás que dejar de verle.
La niña sintió un fuerte escalofrío pasar por su espalda, con una mirada triste miró a su hermano.
-- ¿Por qué? -- murmuró algo triste -- Es el único que quiere ser mi amigo.
-- Porque esto me da mala espina, te prohíbo que te encuentres con el señor Choi -- se cruzó de brazos con el ceño fruncido -- Hazte amiga de los niños, no de los adultos.
La menor sintió sus mejillas inclinarse del enfado, con el ceño fruncido dió un golpe al suelo con su pié haciendo un berrinche.
-- ¡No! ¡Tu no lo entiendes!
Y con toda la tristeza del mundo salió corriendo de la habitación de su hermano.
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Con agilidad esquivaba las personas que caminaban por las calles, visualizó el local donde se suponía que estaría el rubio esperándola.
Había tardado más de lo esperado en cambiarse de cuerpo, tardó en dormirse como unos treinta minutos causado que el rubio se impaciente y no deje de llamarla metiéndole prisa.
No le importaría tanto llegar tarde pero Goo le amenazó con que ella pagaría la cuenta si no tardara más de lo que ya hace.
No pudo evitar maldecir al rubio al jugar con ella de esa forma.
Disminuye la velocidad de sus pasos, con cuidado abre la puerta adentrándose en la pequeña cafetería. Encontró con facilidad al muchacho ya que era fácil de distinguir entre la multitud, además, él no dejaba de hacer escándalo para llamar la atención de la fémina.
