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28 de octubre, luna llena prevista.
Aquel día donde el otoño azotaba el ambiente y el invierno se sentía más cerca, el Reino había preparado para su caballería una misión de vigilancia.

Era común que durante la luna llena se dieran casos de cosas extrañas, esas que se clasifican en lo sobrenatural. Era un lugar con cargas energéticas, sumado a que había decenas de leyendas que incluían magia y temas similares; casi nunca se habían dado avistamientos genuinos, ya que generalmente se trataban de bromas o mal entendidos. Quizá un par de luces sin explicación o anomalías en las cosechas y en el comportamiento de los animales, pero nada qué hubiera significado un problema.

Sin embargo, el rey prefería no quedarse conforme, y seguir enviando su tropa de vigilancia cuando se preveía luna llena.

Esta vez, Chan sería acompañado por diez compañeros y su mejor caballo, uno blanco y muy peludo de nombre Reginaldo. Se haría una ruta que cubriría las zonas de cosecha, la parte más oscura del pueblo, el centro de éste y la zona del bosque más cercana al Reino, pero sin entrar en él como tal. Todo estaba calculado, iniciando el recorrido al atardecer, y culminando a la media noche, cuando la luna llegara a su punto más alto.

Quizá no era un horario totalmente adecuado para la vigilia, pero nadie cuestionaba al rey.

Así que Bang se preparó, alistó a Reginaldo, y dio las indicaciones pertinentes a la tropa. Al iniciar el atardecer, partieron. Y aquel 28 de octubre, Chan cometió su primer error conocido: Desviar su ruta.

Sus compañeros ya habían sido repartidos en las zonas a vigilar, y solo uno de ellos seguía los pasos de Bang, quien había ido al bosque. Su compañero, Hwang Hyunjin, iba tras él en su caballo marrón moteado, tratando de no hacerle mucha plática a su líder, pues sabía que este no le respondería casi a nada.

Todo parecía estar en orden, se esperaba que fuera una vigilia común sin contratiempos, y así lo fue hasta casi las diez de la noche. En ese momento, ambos jinetes pasaban por la parte conocida del bosque, dando sus rondas y prestando atención a cualquier detalle que pareciera mínimamente extraño; creyeron que no habría nada que reportar, hasta que algo llamó la atención de Chan.

—¿Lo vio, Hwang? —habló de pronto el castaño, manteniendo su típico tono serio.

—¿El qué señor? —respondió de inmediato Hyunjin, acercándose unos pasos más al caballo contrario.

El líder señaló al bosque, a un punto más profundo de lo que se conocía por el Reino, y por supuesto, más oscuro que la zona cercana al palacio.

—Eso, mire —no demostraba ninguna emoción, ni siquiera de sorpresa. Era como si una máquina hablara—¿No es una luz?

—¡Ah, ya la vi!, sí lo es, parece una luz similar a un faro... Pero pequeño —Hwang si denotaba su asombro, y señaló el mismo lugar mientras daba su aporte.

—Si... Quizá sea de las mismas luces que han encontrado antes —dijo Bang, a punto de seguir su camino—. Vamos, sigamos el recorrido.

—Sí, está bien señor —Hyunjin quería investigar más, pero por supuesto, se detuvo a obedecer a su líder.

Un poco cabizbajo por dejar el misterio ahí, Hwang hizo que su caballo avanzara de nuevo siguiendo el sendero que estaba ya pre indicado en sus rutas; no miró a Chan en ese momento, pues creyó fielmente que él estaría detrás y que pronto cambiaría de posición para estar frente al camino otra vez.

Sin embargo, el castaño se quedó quieto por un instante más.

Estaba sintiendo algo que no era usual en él y que, por un segundo, lo descolocó: se sentía curioso y atraído por esa extraña luz blanca y sintió un fuerte impulso de seguirla. Pero, ¿cómo era posible tal cosa?, si el líder Bang jamás sentía nada.

Eso fue lo que lo hizo detenerse a analizar su situación, pues ya no podía recordar la última vez que tuvo alguna emoción o sentimiento real, y por lo tanto, le costaba trabajo manejarlo.
Pudo darse la vuelta e irse detrás de Hwang sin hacer nada más, o quizá hacer un pequeño reporte del acontecimiento, y hasta ahí dejarlo. Pero no, eso no fue lo que hizo.

—Vamos, Reginaldo, veamos que es —dio un par de palmadas a su caballo, y lo hizo avanzar hacia su nueva ruta.

Decidió que no estaría tan mal simplemente seguir la luz, tal vez podría averiguar de dónde venía o que era. Y bueno, si era completamente sincero, lo estaba haciendo por esa extraña sensación en su pecho, esas cosas que estaban invadiendo su persona y que no sabía cómo controlar. Esas "debilidades" que estaban brotando sin una razón aparente, y que tan sólo deseaba frenar.

Pensó que, al descubrir el origen de la luz, estas emociones se apagarían de nuevo. Ese fue su segundo error, creerlo.

 Ese fue su segundo error, creerlo

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Moonchild ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora