Capítulo 13

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— ¡Mira, papá! ¡Es banco! — Niki tenía la carita prácticamente pegada a uno de los grandes ventanales del frente de la casa.

— Sí, bebé, la nieve es blanca — Hyunjin revolvió sus cabellos mientras observaba lo mismo que su hijo pero desde una distancia mucho más alta.

La realidad era que el invierno había llegado a la granja y junto con él el trabajo se había multiplicado. Ambos adultos estaban inmersos en adaptar los diferentes ambientes para que las consecuencias fueran las menores posibles. Era una de las primeras estaciones de ese tipo en la que sus hijos estaban conscientes de su alrededor, por lo que la emoción por lo que para ellos podría considerarse desconocido era indudable.

— ¿Salimos a jugar? — lo observó con enormes ojos de cachorrito persuasivo.

— Lo siento, bebé, pero no creo que a mamá le agrade la idea de que salgamos en medio de una tormenta de nieve.

— ¿Tomate de nieve? — el alfita frunció su ceñito sin entender del todo.

Hyunjin carcajeó ante la pregunta, le hacia demasiada gracia la etapa de confusa formulación de palabras del más pequeño, y es que Niki justamente se encontraba en ese momento de la infancia en donde le gustaba curiosear por todos lados y básicamente absorber como una esponja toda clase de conocimiento y palabras de su alrededor.

— Tormenta, mi amor — aclaró.

El niño terminó de entender cuando observó los grandes árboles fuera sacudirse con furia mientras el viento silbaba al correr. Grandes copos blancos se desprendían del firmamento para terminar amontonándose sobre el fino césped. A Niki le gustaría probarlos con su lengua solo para tener idea de a qué saben.

Felix entró abruptamente con la punta de la nariz colorada y los cabellos llenos de la acuosa sustancia. Se quitó el abrigo y zapatos mojados y prácticamente corrió en dirección a la chimenea que se encargaba de mantener una buena temperatura en la planta baja.

— ¡Amor! ¿por qué saliste con el clima así? — inquirió Hyunjin a la vez que se acercaba y estrechaba fuertemente al omega para intentar transmitirle un poco de su calor corporal.

— Uno de los caballos se había escapado del establo, lo vi cuando estaba preparando a Jeongin para su baño — tiritó entre sus brazos sintiendo poco a poco la grata sensación calurosa ingresar en su sistema.

— ¿Por qué mami pudo salir a jugar en el tomate de nieve y nosotros no? — Niki preguntó con sus manitas entrelazadas frente a su barriguita y con un tono que rozaba lo acusador.

— No estaba jugando, Niki, estaba ayudando al señor Coco a volver a su casita — Hyunjin le respondió sin dejar de prestar atención a los temblores del cuerpo contrario — ¿podrías por favor traer la manta de lana que cuelga del respaldo del sofá? mami necesita calor.

El alfita asintió antes de corretear hasta donde su padre le había indicado. A duras penas tironeó de la larga frazada y a rastras la llevó hasta donde los adultos se encontraban.

— ¡Yo cuido a mami!

— Eso es, buen cachorro — Hyunjin arropó bien a su omega y lo dejó sentadito junto a su hijo mayor en el mullido mueble a su derecha — iré por Jeongin a su cuarto.

Como lo había sospechado, Felix se había encargado de que su cachorro estuviera abrigado y dormidito en su nido antes de salir en auxilio del caballo. A veces le sorprendía lo rápido que era el rubio en cuanto a su actuar, nunca se le escapaba un detalle y siempre estaba dispuesto a ver por el otro. Antes habían llegado incluso a discutir por el corazón tan compasivo que tenía y es que sin duda alguna muchas veces lo había colocado en situaciones peligrosas, como aquella vez que le plantó cara a un alfa abusivo por estar jaloneando de otro omega en la fila del supermercado, pero rápidamente descubrió que nada podía hacer para que las cosas fueran diferentes. Amaba a su omega y siempre que estuviera en peligro él iría a socorrerlo.

— Ven con papá, bebito — tomó al menor entre sus brazos y lo meció un poco cuando lo sintió gimotear — creo que mami no llegó a bañarte y hueles un poco apestosito — hizo trompitas en su cuellito sacándole risotadas.

— ¡Mami no ta! — jadeó el pequeño con ojitos llorosos al divisar que efectivamente el hombre que le había dado la vida no estaba a su lado en la habitación.

— ¿Quieres ir con mamá? — inquirió a lo que recibió como respuesta muchas afirmaciones con la cabeza y repetidos hipidos — vayamos entonces. Yo también lo extraño.

Felix estiró sus brazos con pesar apenas los divisó y pronto un peso extra se sumó al que ya tenía en su regazo. Hyunjin los dejó enrollados a los tres en la manta mientras iba a la cocina por dos tazas de té y un vasito entrenador con chocolate caliente. Por supuesto que Jeongin prefería el propio alimento que su madre producía por sobre cualquier otra sustancia.

— Ten, mi amor, con cuidado porque está caliente — dejó la taza entre sus manos y un beso en su frente — y este de aquí es para mi bebé mayor.

— ¡Gracias, papi! — ronroneó ante el líquido caliente mientras volvía a recostar su cabeza en el cuello del rubio.

Hyunjin se hizo lugar en una de las esquinas dejando que su familia se acurrucara junta en el otro extremo pero pronto el puchero de su amor junto a las feromonas dulces lo invitó a acercarse. Rodeó al resto de los miembros en un fuerte abrazo y todos se mantuvieron allí viendo la nieve caer ahora a un ritmo mucho más relajado que hace tiempo atrás.

Tiempo después, Felix fue a darse una ducha caliente y a cambiarse de ropa mientras Hyunjin bañaba a Jeongin y Niki parloteaba a su lado sobre un juego que le gustaría jugar con ellos. Hyunjin no entendió muy bien de qué se trataba pero haría el mayor de sus esfuerzos por cumplirle el capricho a su pequeño alfita.

Envolvió en una taquita al pequeño cuando el agua se enfrió y ni siquiera tuvo que indicarle algo a Niki porque el niño ya los perseguía de cerca. Los abrigó a ambos con pijamas enterizos y los metió en su nido. Arropados y cubiertos del aroma de mamá y papá, no tardaron demasiado en dormirse. Cuando estuvo seguro de que sus hijos pasarían la noche de forma pacífica, se encaminó a su propio cuarto.

Una vez allí se despojó de su ropa hasta quedar simplemente en la interior. Al ser un alfa completamente desarrollado su calor corporal era elevado por lo que no necesitaba un pijama, además sabía lo mucho que a su omega le molestaba no poder sentir su piel en la noche.

Esperó a que Felix saliera del baño, y vaya que tardaba con todos esos productos para el cabello y el rostro, y apenas el omega le dio el visto bueno se introdujo en el nido. Lo abrazó con fuerza, fregó su frente en la glándula aromática y gruñó cuando no fue suficiente.

— Pudo haberte sucedido cualquier cosa allí fuera, omega — murmuró con el temor por fin haciendo acto de presencia desde lo acontecido en la tarde.

— Pero no pasó — Felix acarició entre sus cabellos mientras liberaba más de sus feromonas.

— No vuelvas a hacer algo así. Pusiste tu vida en riesgo, y yo realmente lo comprendo, pero prefiero perder a Coco antes que perderte a ti.

El omega siseó antes de elevar su rostro por la barbilla y besarlo con suavidad. Se tomaron todo el tiempo del mundo, dejando que sus lobos se reconocieran y amaran como lo hacían desde el primer momento.

— Prometo ser más precavido. Confía en mí, alfa.

— Confío, amor. Te amo.

— Te amo.

Y esa noche no durmieron demasiado, se amaron debajo de las sábanas del nido, en silencio porque sus cachorros dormían, pero sabiendo de sobra que el espanto había quedado en simplemente eso, un susto.

Y esa noche no durmieron demasiado, se amaron debajo de las sábanas del nido, en silencio porque sus cachorros dormían, pero sabiendo de sobra que el espanto había quedado en simplemente eso, un susto

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