Twenty-six centimeters

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—A-ah

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—A-ah... uf, mierda, Mina... —Chaeyoung suspira entrecortado, apretando la sábana bajo su cuerpo entre sus dedos. Mina la mira, atenta, hambrienta, deleitándose con la excitada expresión que poseía Chaeyoung en su rostro. Por su frente descendían gruesas gotas de sudor, sus ojos estaban entreabiertos, más oscuros de lo usual, sus labios se encontraban muy húmedos y con porciones rojizas por las mordidas que ella misma se proporcionaba. Estaba hecha un auténtico y hermoso desastre, y ella era la causante y eso le encantaba.

Acuna en el interior de su boca los testículos de Chaeyoung, succionando intensamente fuerte y haciéndole apretar la expresión de su rostro soltando una maldición al aire, bastante fuerte.

Los lamió un poco antes de arrastrar su lengua por la larga extensión del miembro hasta llegar a la punta y mimarla con devoción, dándole pequeños besos calientes y un par de succiones que hicieron levantar a Chaeyoung las caderas del colchón.

—Trágatela toda. —Demanda la pelinegra, llevando sus manos al cabello de Mina. Ésta sonríe levemente e ingresa solo una pequeña parte en el interior de su boca, haciendo sisear a la mayor. —Sé que puedes meterla más profundo, vamos.

Mina gime alrededor del grueso falo en su cavidad bucal, aumentando la profundidad con la que lo succiona. Los sonidos húmedos hacen que, para Chaeyoung, todo sea casi demasiado. Mina sumerge el gran miembro hinchado del mayor en su boca, hasta donde más puede, y, con las dos manos abarca lo que no alcanza a entrar, masajeando con esmero y buscando hacer acabar a la mayor en su boca lo más pronto posible.

Se moría por sentir el orgasmo de la coreana en su boca, viajando por su garganta e inundando sus papilas gustativas con el amargo sabor de su esencia. Quería sentir esa caliente semilla derramándose a lo largo de su lengua y quería que fuese abundante.

La sensación de ahogo y mareo al no poder respirar correctamente por las furiosas y nada complacientes embestidas de Chaeyoung a su garganta la hacían sentir como si fuese una puta, pues sólo se excitaba mucho más.

Intentó llevar una de sus manos a su centro, buscando un poco de alivio, sin embargo, al notar aquel detalle, la mayor gruñó, mirando a Mina con los ojos líquidos en lascivia y muy enojados.

—Si quieres correrte, hazme correr primero. —Le advierte, con la voz ronca como el infierno. Mina gimió en desaprobación, pero aquello la hizo querer hacerla terminar mucho más rápido, así que, tomando aire profundamente, logró meter un poco más de la mitad en su boca, sintiendo arcadas. La saliva se acumulaba en abundancia en sus manos, las cuales masturbaban a Chaeyoung efusivamente.

Siguió chupando más fuerte y empalando su boca en la gran dureza de la mayor hasta que ésta movió abusivamente las caderas, dejándose caer del todo en la cama. Mina pensó, entonces, que se correría, pero Chaeyoung se sentó de repente y la empujó de los hombros, apartándola por completo de su erección.

Mina la miró confundida. Chaeyoung se limitó a besarle en los labios con necesidad. Una vez logró juntar suficiente fuerza de voluntad para apartarse de la boca de la japonesa, Chaeyoung la obligó a ponerse de espaldas.

Falofilia ; michaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora