Lo que nunca pasó: Todo o nada

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Un día me acerqué, me senté frente a él en el suelo cubierto de un verde infinito, hice que cerrará sus ojos y con mí mano sobre ellos le dije:


— A veces debes dejar de pensar...— bajé mi mano a su pecho— y sentir más.


Hice una pausa mientras detallaba sus facciones, las cejas gruesas, el cabello negro y corto, su nariz redonda, sus labios grueso, los dos piercings, las pestañas largas, el ceño fruncido... tengo tan bien memorizada sus facciones que podría dibujarlo (si supiera dibujar, claro).

— ¿Qué sientes por mí?— pregunté finalmente, me ponía muy nerviosa esa pregunta, porque temía que lo que sea que dijera no correspondiera lo que yo sentía.


— Lo siento todo...

— ¿Qué es todo? Perdón me pongo filosófica, pero eso no es una respuesta clara, todo bien puede ser lo que nos rodea, el cielo, las estrellas y dónde no hay nada.

No quería permitir que mi cabeza diera vueltas ni otro minuto pensando en que hay una verdad entre línea, ya me ha ocultado mil cosas. Es como esos contratos en los que no lees la letra pequeña, ahí están los pequeños términos y condiciones, pero no logras verlos si no los amplias, y en serio quiero que él aprenda a expresarse con más amplitud y facilidad, que pueda tener la confianza de decirme las cosas con más claridad y sin tanto miedo.

— Significa... que siento todo...— logro notar en sus ojos una lucha interna que puede que yo me esté imaginando, guarda silencio y después dice bajito— y tengo tanto miedo de sentir tanto pero que no funcione, porque también quise que funcionara, pero no puedo. Aunque lo siento todo, no puedo darte nada.

Frases al azarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora