Después de tantos tragos que trajo consigo la noche, de parte de manos conocidas, ella seguía estando sedienta. Su boca estaba seca y suplicaba después de cada beso borroso que por fin saciara la sed de una vez, entonces ella empezaba a moverse en medio de mucha gente, cerró sus ojos de repente para seguir la música.
Bailaba y se tocaba el cabello. Bailaba y la palma de su mano bajaba por su cara, luego su cuello. bailaba y los dedos le rozaban el escote lentamente. Bailaba y ya sus manos rozaban el fin de su falda que no cubría lo suficiente sus muslos. Bailaba, sedienta de su toque, bailaba sola porque nadie más parecía saber como saciarla.
O eso creía...
De repente unos dedos largos se aferraban a la cintura que estaba desnuda, y una boca le susurraba cosas al oído que nunca antes había escuchado, cada frase agitaba un poco más su respiración, se relamía los labios a la espera de lo que se acercaba inevitablemente. Le enfrentó casi obligada por esas grandes manos y cuando sus labios se encontraron con los de él fue algo diferente, pues esos labios tenían sabor a sangría, de seguro ella podría jurar que el liquido rojo le brotaba de los labios y la embriagaba un poco más de lo que estaba.
Aun así, esas manos frías que contrastaban el calor que emanaba de su cuerpo parecían mantener sus pies en el suelo y le devolvían un poco la sobriedad que había perdido por ese beso. Ella se notaba inquieta ante el toque frío, sus manos eran frías, y curiosamente eso le gustaba, era como un baile entre frio y calor, tan diferentes pero al juntarlos en una danza se complementaban. Ella quería saber que más había, esta vez no quedaría sedienta, se sintió como si estuviera frente al océano, y todo dispuesto para calmar esa sed que le molestaba varios días.
Entonces las luces de colores desaparecieron, como lo hicieron cada prenda entrando al apartamento, el corazón de ella latía cada vez más rápido y sus manos impacientes -tanto como ella- se paseaban por el cabello de él, intentaban alcanzar sus hombros, sus labios bailaban con los de él sin despegarse, y entre besos se escuchaba con dificultad sus respiraciones. Ya con la puerta cerrada se encontraban expuestos el uno al otro, ella se separo un momento con la boca entreabierta, a la espera de más, dio unos pasos atrás mientras él la seguía tomándola del cuello, acercó sus labios al oído de ella contándole todo lo que le podía ofrecer.
Le susurraba al oído cada bebida que le daría para calmar la sed que notó que tenia, cuando la veía bailando mientras se tocaba bajo la pobre luz del lugar, le ofreció algo suave para empezar, para limpiar el paladar besos por aquí y por allá, luego algo quizás más fuerte, como un ron seco, que para ella sería manejable aun así, luego quizás podría probar algo nuevo que le quemaría la garganta pero calmaría su sed, la de ambos.
Cualquier bebida, en cualquier presentación, no importaba que tan fuerte fuera -aunque entre más fuerte más calmaba la sed-, ella sabía que quedaría satisfecha como nunca lo había estado, mientras fuera con él entre sus piernas y ella entre sus manos.

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Frases al azar
RandomEncuentras frases que llegan sin previo aviso a mi mente. No soy profesional, este apartado lo hago para desahogarme solamente.