3. CONSTRUYENDO.

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El pasar de los días, cada vez se iba alejando más la monotonía. En casa, las cosas parecían asentarse rápido. Mamá, quien usualmente es más difícil de complacer que el resto, por el momento se había conformado con el cómo iban las cosas.

Mi padre había comprado todo un terreno con algo de anticipación para tener todo listo a nuestra llegada, la cual había sido completamente amena y sin complicaciones.

El lugar era grande, me atrevo a decir, mas grande que nuestra antigua casa. Sin embargo, a diferencia de lo ruidosa y llena de smog que era la ciudad, aquí se respiraba pura paz. El olor en el aire parecía ser siempre el mismo, como de madera recién cortada y lluvia mojada. La neblina a lo lejos podía verse clara, justo donde atravesaban las verdes montañas y el cielo parecía de ser un color celeste tan claro que jamás había visto.

En cuanto anochecía, mas o menos a eso de las seis de la tarde, aquel claro color se transformaba increíblemente en una combinación de rosado y purpura que al final terminaba en un lúgubre azul rey que cubría el lugar entero en una estrellada oscuridad.

Eso, era una de mis cosas favoritas de ahí. Aunque nunca me atreví a confesarlo en voz alta.

Usualmente, es difícil encontrar estrellas en el cielo nocturno de Seúl. Unas que brillen tanto y te hagan sentir que puedes tocarlas con solo estirar un dedo.

Que se sientan alcanzables, como para mi, en ese entonces, se sentían los sueños.

La casa estaba cimentada sobre lo que antes podría haber sido una finca, y a Yeji parecía encantarle. Mamá estaba ''bien'', y papá no pasaba el suficiente tiempo en casa como para juzgarle. Yo vivía bien, creo, no era como si pudiera hacer algo al respecto, pero me adapte rápido, y, de todos modos, pasaba la mitad del día en el instituto y la otra mitad tratando de sacarme a Sunoo de la cabeza.

Me gustaría indagar un poco en la peculiaridad de mi persona en ese entonces.

Todos dicen que, al crecer, se define la personalidad. Si bien al final uno medio escoge quien ser, yo creo que a veces un poco de los genes ancestros en ese aspecto también se comparten. Lo digo de este modo porque, aunque Yeji y yo habíamos sido criados de la misma manera, ella no adoptó todo lo que mi yo de ahora odia de mi yo de ese entonces.

Park Mina nos había criado con una mentalidad fría, caprichosa y cerrada.

Acostumbrada desde niña a vivir llena de lujos y atenciones, nunca podría obtener un ''no'' a lo que ella deseara -incluso a un matrimonio- siempre queriendo lo mejor para ella y para los suyos. No por que fuéramos un aspecto así de importante en su vida, si no porque, al ser sus hijos, teníamos que ser otra de las cosas que siempre hablaran bien de ella.

Yo, además del gran parecido físico, compartía mas cosas con ella de las que ahora me avergonzaría admitir. Desde los aires de grandeza, hasta el querer siempre hacer todo a la manera que a mí me complaciera. El deseo de poder convertir todo lo que no encajara a mi manera y el siempre tener un si o si por respuesta.

Necio, terco, testarudo.

Orgulloso.

Si me soy honesto, aún ahora, creo que, aunque lo intente, no puedo deshacerme del todo de algo de aquello, y eso, aunque en primer lugar fue lo que me hizo perder a Sunoo, es lo que también me tiene ahora sentado aquí, a vuelta de rueda rogando el que entienda que no estoy siendo exactamente demasiado imprudente.

Aunque lo parezca, el ir en su búsqueda de hecho no es para mí como un trago de orgullo. A como yo lo veo, y que se que tal vez estoy mal -pero no podría importarme menos- es que le quiero ahí, en ese día tan especial para mí. Para ambos.

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⏰ Última actualización: Feb 25 ⏰

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