22.Mamá

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Un día la soledad me preguntó que te diría si se que puedes oírme. No supe que responderle, me llene de incertidumbre y mis ojos se me cubrieron de lágrimas.

Mis manos empezaron a temblar y a mi voz no le salían las palabras,el alma sentía un flagelo tan insondable que quizás solo era parecido al llanto de las aves gritando libertad.

Y es que desde que mis ojos no perciben el brillo de tu luz, este pequeño homo sapiens pensante es un remitente más entre noches profundas de melancolía.

48 SUSPIROS DEL ALMA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora