¡Salgamos de aquí!

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Una fuerte luz blanca se hizo presente en el parque de Otagakure; esta se intensificaba conforme pasaban los segundos, hasta que de repente, 3 figuras humanas se hicieron presentes, luego la luz desapareció de la nada dejando ver a Inojin y a Shikadai, aún besándose, mientras Habakotoba presenciaba la escena a un par de metros, con su libreta y lapicero en mano y una expresión de picardía.

Cuando finalmente se separaron, el má viejo se acercó con una expresión juguetona en su rostro. —Entonces, ¿qué tal estuvo el beso?— Preguntó con una voz burlona pero amigable.

Al escuchar esto, ambos chicos se sonrojaron al instante y miraron hacia el escritor, quien se encontraba pegado al árbol.

—¡S-señor Habakotoba! ¿¡Cuánto tiempo lleva ahí!?— Preguntó el rubio cenizo, rojo como un tomate.

—No no no, yo pregunté primero, si me responden, yo también lo haré.— El de cabello blanco cerró su libreta y abrazó a ambos chicos por los hombros, pegándolos a él, quedando el mayor en medio; Inojin de su lado derecho y Shikadai del izquierdo.

—Bien...¿supongo?— Dijo el azabache intentando ocultar su sonrojo y verse lo más desinteresadamente posible.

La expresión del Yamanaka cambió instantáneamente a una de indignación dramática. —¿Bien? ¿Eso es todo lo que tienes que decir? ¡No puedo creerlo! ¡No volveré a darte otro beso!— Exclamó, cruzando los brazos, quitando la mano del escritor de su hombro y dándole la espalda a Shikadai.

—De verdad que no entiendo a los hombres, todos son taaan complicados, y más este a quien todo le fastidia.— Exclamó Inojin, aún volteado, llevando ambas manos hasta su pecho —Mi pobre y débil corazón se está partiendo en mil pedazos y no tengo un novio como para que me lo cure.—

En un suspiro, Shikadai pensó —qué fastidio.— Esa parte de consolar a la gente no se le daba muy bien, pero sabía que el de ojos aguamarina solamente estaba jugando para hacerlo enojar un poco, así que decidió seguirle su chistecito.

El azabache caminó hasta el menor, el cual seguía volteado hacia el otro lado, y tomándolo desprevenido, lo abrazó por detrás, posicionando ambas manos en la cintura del contrario, entrelazándolas para atraerlo hacia el, mientras se acercaba a su oído izquierdo y le susurraba.

—Aquí está tu novio para hacerte lo que quieras.—

Esto tomó desprevenido al Yamanaka, el cual al oír su voz, se alejó rápidamente del Nara, quitando el agarre con su mano derecha, con brusquedad, mientras posicionaba la otra en su oído.

—¿¡Q-qué haces, Shikadai!?— El de ojos aguamarina estaba completamente rojo, pues lo que le dijo el azabache y el cómo lo había dicho, le hicieron sentir mil emociones mezcladas, emociones de nerviosismo y amor a la vez.

—Ya somos novios, ¿no?— Dijo el de ojiverde mostrando una pequeña sonrisa mientras posicionaba ambas manos en sus bolsillos.

Inojin volteó a verlo y le devolvió la sonrisa mientras repetía en su mente la palabra "novios" una y otra vez. Ambos chicos se quedaron hipnotizados con las expresiones del contrario, no supieron por cuánto tiempo, pero se dieron cuenta de que había sido lo suficiente como para aburrir al más viejo.

—Holaaa, no se olviden de mi.— Habakotoba se había mantenido parado, observando la candente escena que habían armado los dos jóvenes, mientras sonreír de manera pícara y mantenía sus ojos entrecerrados.

—Eh...— ambos chicos se voltearon a ver y una colosal vergüenza los invadió, mientras intentaban cubrir su sonrojo con ambas manos.

—¿Puede...olvidar todo lo que acaba de ver?— Preguntó el azabache con suma vergüenza.

Rosas Japonesas. (Shikajin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora