Capítulo 4

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Nota: Las palabras en negrita y cursiva, tendrán su significado al final de cada capitulo

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Carlos Pérez es... imprevisible.

Tiene las manos metidas en los bolsillos y los hombros para dentro como si quisiera encerrarse en ellos como una concha. Todo en él está enrollado con fuerza. A la defensiva. Es una diferencia con respecto a antes en el vestuario. Antes, sus ojos negros eran intensos y oscuros. Aquí, bajo las luces de la calle, están apagados y cargados de derrota.

Tiene los labios fruncidos y nos quedamos en silencio mientras salimos del parque para perros.

Cuando vi a Carlos esta noche, lo primero que pensé fue que había quedado con un traficante o algo así. Por la forma en que el entrenador Pérez me pidió ayuda, mi pensamiento inmediato fue que estaba metido en el tipo de cosas que podrían hacer que lo expulsaran del equipo, y por la forma en que estaba inquieto y se paseaba... Bueno, sí, que buscara a su hermano pequeño era lo último que tenía en mente.

Sabiendo la verdadera razón detrás de su inquietud, no puedo evitar estar intrigado.

Esta tarde, lo etiqueté como un imbécil problemático. Ahora, es... ¿un hermano cariñoso?

No tiene sentido.

Intento no sonreír cuando me mira de nuevo. —¿Tengo algo en los dientes?

—Me pregunto cuánto tiempo vas a tardar en explicar...—, agita una mano hacia Hades, —eso.

—¿Mi perro? —Me hago el tonto pero sé exactamente lo que está preguntando.

—Sí, ¿qué le pasó en la cara al pobre?

Hace años que lo tengo, así que casi no me afecta, pero cada vez que Hades conoce a alguien nuevo, empiezan las preguntas. —Era un perro en adopción. Todo lo que pudieron decirnos es que es un bull terrier, pero es obvio que también es una mezcla de un millón de razas diferentes. Es un verdadero chucho. Cuando el refugio de animales lo salvó, estaba muy mal— Claramente. —Mencionaron que eran quemaduras de ácido—. No es frecuente que me enfade, ni que quiera hacer daño a la gente, pero pensar en lo que pasó el pobre Hades siempre me provoca un retorcimiento en lo más profundo de mi pecho.

Ha perdido una oreja y se ha quemado todo un lado de la cara, por lo que tiene el ojo cerrado y los dientes expuestos en algunas partes. Les preocupaba que sus experiencias supusieran que fuera demasiado agresivo y desconfiado para ser realojado, pero no es más que un cachorro normal y corriente que quiere amor y afecto, y que resulta que tiene la cara destrozada.

—¿Le pusiste a tu perro, que tiene la cara quemada, el nombre de un personaje de dibujos animados con fuego en la cabeza?

La incredulidad en el tono de Carlos me devuelve al momento.

—Hades era el dios del inframundo. Si mi perro no ha dominado la muerte, no sé quién lo ha hecho.

—Sigo pensando que el Sabueso del Infierno le queda mejor.

Mates &  Dates 1° [CHARLOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora